Si algo hace la dirigencia de cualquier institución es eso. Son éllos los referentes de las personas que dirigen.
Es normal que cualquier hijo de vecino tenga una opinión sobre determinado tema. La misma, por más impresentable que sea, sin dejar de tener valor, carece del impacto de quien es referente de algo.
Cuando el máximo delegado de una instancia pública emite una opinión sobre un tema inherente a su competencia, es lo conducente que la misma deba ser fundada, sino que –adicionalmente- élla sea el reflejo de quienes le otorgaron la condición que tiene. Es por eso que quienes esa función tienen, son los más llamados a medirse respecto de lo que afirman.
Seguramente alguna parte de nosotros algún prejuicio tenía por la llegada de extranjeros al país, pero en lo personal no recuerdo haber visto declaración alguna de ninguna autoridad denostando, directa o indirectamente, de su presencia en el país, muy por el contrario, se buscaba facilitar su estancia.
Es por éllo que con certeza afirmo que los hechos son más fuertes que las opiniones sesgadas.
Venezuela recibió españoles, italianos, portugueses, colombianos, haitianos, guyaneses, peruanos, ecuatorianos y argentinos, entre otros, muy poco de los cuáles retornaron a sus países desilusionados. Hoy, a pesar de las circunstancias, alguna parte de éllos o sus familias en el país quedaron, pero lo que si dejaron fueron sus propiedades para regresar a nuestra patria cuando las circunstancias que nos afectan lo permitan.
Los venezolanos que en Colombia nos encontramos, agradecemos el gesto del país, de su gobierno y de su gente de recibirnos. Pretendemos retribuirle su generosidad ayudando al progreso del mismo y proponiendo políticas públicas que permitan que nuestra presencia sea más apreciada. Asimismo, lamentamos las expresiones que denostan de nuestro gentilicio y pedimos en tal sentido que se responsabilice a quien delitos comete no por su nacionalidad sino por el hecho respectivo.
El afecto se gana con la conducta. Cada uno de nosotros responde por la propia, al igual que cada habitante del país es responsable de la suya personal y no de la de otro que en él se encuentre. Las responsabilidades son siempre personalísimas y no derivan de nacionalidad alguna.
La circunstancia de estar uno al lado del otro; de tener un origen histórico común, de compartir idioma y prácticas religiosas, más que distanciarnos, debería acercarnos. Ese es el papel que uno le atribuye a quien dirige, no otro.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural

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