jueves, noviembre 12, 2020

Entrevista en La Razón. ¿Qué debemos hacer ahora en Venezuela?

Hola, todos. Aquí les mando esta entrevista que me hizo Enrique Meléndez, quien hizo un excelente trabajo periodístico: 

En la Razón le dijeron que estaba demasiado larga y le pidieron editarla para recortarla. Por eso dejó fuera cosas importantes para nosotros, como el asunto de qué debemos hacer ahora en este contexto político interno e internacional (la elección entre Biden y Trump). Para compensar eso, les mando abajo la entrevista completa, a ver qué les parece. 

Preguntas a Felipe Pérez Martí
Enrique Meléndez. La Razón. 
¿Qué es el Movimiento de los Libertadores, y quienes lo integran?

El ML fue el que realizó, con la ayuda de la MUD, el evento del 16J. Personalmente fui quien lo propuso inicialmente, en el grupo de análisis político de Lewis Pérez, que en paz descanse. Es una historia interesante que algún día hay que contar, pero produjo un evento histórico de estándares mundiales. Jamás había ocurrido algo así. 

Lamentablemente la MUD lo traicionó. Luego nosotros retomamos la organización. Se depuró mucho, porque decidimos convertirlo en una entidad solo de la sociedad civil independiente, autónoma de los partidos. 

En la práctica somos como un CNE fáctico, que  promovemos la decisión ciudadana. No solo con votos, como el 16J, o el plebiscito que hemos propuesto y proponemos ahora como plan B, sino en la participación en las calles, la organización política comunitaria, la evaluación del desempeño de los partidos y los políticos, etc. 

Estamos haciendo unas listas, en ese sentido, que reflejan esa evaluación: unas encuestas para que la gente exprese sus sueños sobre un Equipo de los Mejores, y sobre los peores. Sobre la primera ya hay varios boletines. Sobre la “lista negra” pronto saldrá el primero. 

La  idea es que por fin empecemos a limpiar la política, dando el poder a quien le pertenece: la ciudadanía. Que los partidos sirvan a la gente, no que se sirvan de ella. 

¿Cuál es el significado de la jugada del gobierno de Maduro de convocar a unas elecciones parlamentarias que tienen gran rechazo en la oposición y la comunidad internacional? El Movimiento de los Libertadores se prepara para participar ahí para “jugar en todos los tableros”, como han dicho algunos analistas políticos en el pasado?

Es impensable que promovamos el fraude de las elecciones parlamentarias del desgobierno. Una cosa buena que eso tiene es que ya la grandísima mayoría de la población, así como la comunidad internacional, nos ha dado la razón: de esto no salimos con diálogo ni con votos, sino por la fuerza.

Ha quedado claro lo que habíamos dicho sobre esos analistas políticos: La estrategia de la cohabitación, de “jugar en todos los tableros” quedó definitivamente desprestigiada con este movimiento del desgobierno, y retrospectivamente reconocemos su carácter, lo que nos hace pensar que por culpa de esos analistas y esos partidos perdimos muchísimo tiempo en esta lucha.

De hecho, sabemos que lo que pasó fue que Juan Guaidó y el G4 le propuso un CNE “paritario” al desgobierno, en que ellos y el PSUV iban a tener dos rectores cada uno, e iban a designar a otro “independiente”.

O sea que usando una terminología que usted ha usado, ¿el que jugó “coraje” fue el desgobierno y no la dirigencia opositora?

Desde luego. Pero volviendo a los errores de ese “diálogo” opositor, ese CNE paritario hubiera sido, en primer lugar, inconstitucional, pues todos los rectores deben ser independientes: el cuoteo partidista está prohibido. En segundo lugar, la gran mayoría de la población rechaza no solo al PSUV, sino también a esas dirigencia opositora. Por tanto, el CNE no hubiera sido legítimo por esa razón. Pretendían una repartición del país entre los corruptos de la quinta, y los corruptos de la cuarta, traicionando el interés ciudadano.

¿Por qué cree Usted que Maduro se atrevió a jugar así frente a un liderazgo opositor que tenía el apoyo de Estados Unidos?

Parece paradójico, es cierto. El desgobierno realmente estaba muy debilitado, por las protestas generalizadas por los servicios públicos y el tema de la gasolina, además de las sanciones, la división interna, etc. Y en este contexto se lanzó a una jugada arriesgada, pero predecible en Teoría de Juegos para un jugador debilitado y a punto de perderlo todo: un “bluffing”, o alardeo falso de fuerza. Pateó la mesa y nombró por su cuenta un CNE con la complicidad de unos opositores arrastrados comprados de la AN más algunos tontos útiles adicionales.

El objetivo era jugarse el todo por el todo, y derrotar a una oposición que nunca dio muestras de querer jugar coraje (confrontación fáctica con ayuda internacional, no cohabitación) y quedarse con todo el territorio, en vez de compartir el botín con unos delincuentes que no aportan nada al cartel de mafias, y que solo estaba tratando de utilizar al gobierno de Estados Unidos a su favor (mediante el plan de Elliott Abrams), pero que no tenía apoyo popular ni militar.

En términos de Teoría de Juegos, la oposición estaba tratando de forzar una salida (compartir paritariamente el botín) que no era un equilibrio de Nash: un jugador, el desgobierno, tenía incentivos para desviarse de esa “solución”, y fue lo que hizo.

¿En ese contexto qué debería haber hecho Juan Guaidó?

En un juego de poker como el nuestro, la reacción lógica de Guaidó, leyendo bien la seña de manera apropiada, era ir a la ofensiva final, dado que era claro que la repartición de la torta en términos amigables era impracticable, pues tenía mejores cartas potenciales que las del gobierno en este juego que por fin se veía claro que era de facto, y no de iure.

Pero tener mejores cartas en un juego de este tipo implicaba tener más fuerza fáctica: fuerzas militares, políticas, diplomáticas, y populares. No puedes sacar por la fuerza a un enemigo que tiene más fuerza que tú, aunque esté debilitado.

Esta es una confrontación no de trenes, sino de carros, pues en este caso, una amenaza creíble basta para que ganes la batalla. Por lo que no hace falta chocar al adversario para ganarle.

¿En otras palabras, la estrategia del coraje no te lleva a una guerra, como en Siria?

Así es. Si fuera un choque de trenes, tendrías una guerra en caliente en Venezuela. Pero con una confrontación de carros no tiene porqué haber choque: el carro más débil se desvía del curso de colisión. Y el que sigue derecho se queda con todo el territorio. Gana sin haber chocado.

Alguna gente se preguntará cómo es esto posible. La respuesta es sencilla: si tenemos un Hummer, y ellos un Volkswagen, aunque sea “belicoso” (tiene dientes de tigre pintados en el capó, y tiene el escape libre), no se van a confrontar contigo cuando llegue la hora, pues quedarían aplastados, maltrechos.

Tener el Hummer te da lo que se llama una solución de amenaza creíble: si un policía saca su arma y apunta a un ladrón, este, aunque tenga un cuchillo, va a dejar de hacer lo que está haciendo, pues puede terminar muerto. El policía solo tiene que apuntar la pistola para lograr el objetivo. No tiene que dispararla.

Sobre todo en nuestro caso, en que el ladrón tiene rehenes. Al policía, que rodea al banco robado, le conviene más ofrecer un salvoconducto, un puente de plata, al secuestrador. Para salvar a los rehenes.

¿Pero usted ve una solución tan sencilla como esa posible? Usted ha dicho algo similar en el pasado ¿Tenemos el Hummer?  ¿Qué ha cambiado ahora?

Buenas preguntas. Lo nuevo es que por fin esa oposición cohabitadora tiene que saber que la salida es por la fuerza. Si no lo hace, el jugador débil, el de las cartas malas, se va a quedar con todo el territorio, como pasa en el poker, que se queda con todo lo que hay en la mesa y su contrario abandona.

Pero seguir jugando implica que debes poner todo sobre la mesa: te juegas a Rosalinda. Y para eso debes tener cartas buenas, pues no la vas a jugar si no puedes garantizar que ella se va a quedar contigo al final, no con tu enemigo.

¿Es arriesgado? En nuestro caso no, si se hacen las cosas bien. El Hummer en realidad lo tienes. Pero sólo potencialmente. Pues no está ensamblado. El motor está por un lado, el chasis por otro. Tienes hasta una metralleta, para artillarlo. Pero tienes que buscarla.

Tienes que unir la calle, cuya fuerza es superior a la del desgobierno. Los militares patriotas, que en realidad, a pesar a las apariencias, son más que los del desgobierno (de eso he hablado bastante, y ningún experto en la materia dice lo contrario), la dirigencia política del coraje (que tiene mucho apoyo popular, según las encuestas), y la comunidad internacional del coraje (EEUU, Colombia, Brasil).

¿Cómo haces para ensamblar el Hummer? ¿Llamando a la unidad?Guaidó lo ha estado haciendo ¿Por qué no ha ocurrido y cómo se hace para superar la división profunda que tenemos en todos lados, incluyendo las redes sociales?

En efecto. En la unión está la fuerza, como todo el mundo sabe. Pero es imposible llegar a una unidad desde la cúpula. El secreto es acudir a la base. Tienes que hacer una suerte de primaria para confrontar a toda la oposición democrática con el desgobierno. No en unas elecciones, sino en la pelea de facto. A lo interno de la oposición habría una elección democrática. Eso ensambla el Hummer, y designa el chofer que va a pedir la artillería (la pizza) y va a conducir el vehículo contra el Volkswagen: demostrarle que sí que realmente vas en serio ahora, y que si se confronta, va a quedar desbaratado, por no decir siquitrillado y desaparecido del mapa de los vivos.

Aprovecha para que algunos líderes, y gente nueva alejados de los partidos tienen mucha credibilidad. Y que debe haber cambio de diputados, pues se les cumple su tiempo de cinco años. Y elige directamente una Junta de Transición. No por designación de la AN, sino aprovechando las mismas “primarias”.

¿Esta no es la propuesta del Movimiento Libertadores, de un Plebiscito tipo 16J? ¿Es práctico hacer eso? ¿Qué se necesita?

En efecto. Es nuestra propuesta. Guaidó optó por una Consulta para prorrogarse. Si se hubiera hecho lo nuestro hubiera habido entusiasmo, poder de convocatoria, legitimidad. Lo de la Consulta solo muestra que sí era posible realizarlo logísticamente. Pero no va a funcionar. Representa entregar el territorio al desgobierno, y perder la batalla fáctica. Una traición al pueblo venezolano. Se necesitaba voluntad política, y no la ha habido, por lo menos hasta ahora.
La unidad que planteaba Guaidó era que todos nos uniéramos a ellos. Que todos se sumaran al “Pacto Unitario”. Una nueva versión de la MUD. No podía ocurrir. La unidad que se planteaba era una como en la segunda guerra mundial. Entre Churchill, Roosevelt y Stalin. Pero Stalin pretendía que Churchill y Roosevelt se unieran a él.
Había que hacer un comando unificado de diversos, no un mando de uno sobre los otros, pues si diseñas una alianza, debe haber incentivos para los jugadores, suponiendo el peor escenario: que son egoístas. Si pides sacrificios a otros solamente, y tú te beneficias de ellos, la cosa no va a funcionar. Como hemos visto.
En este momento ni siquiera se podía hacer un acuerdo de cupular, como se hizo entonces. La única manera era con unas “primarias”, que fueran legítimas de cara al desgobierno. La gente debía destrabar el juego. Pero no hubo lo que s e necesitaba. Voluntad política de Guaidó y el G4. Conformaron un “Pacto Unitario”, que es unitario solo de nombre. No fue un esfuerzo serio, responsable, en función del país.

Pero una alianza como esa también necesita incentivos para el G4, Guaidó. Si se va a unas primarias van a salir perdiendo, como lo dicen las encuestas. Va a ganar el campo de Soy Venezuela, la fracción 16J. ¿Cómo lograr incentivos para ellos en esto, para que sea realista?

Excelente pregunta. No hay dudas que en unas primarias opositoras, el G4 va a salir perdiendo. Pero hagamos el siguiente cálculo. Qué va a pasar si el desgobierno se queda con todo el territorio?* Pues una Cuba empeorada. No podrá haber oposición, sino sumisión.
En cambio, con la salida de Maduro, y del sistema (estamos proponiendo una Junta de Transición electa que gobierne cuatro años, para poder salir del sistema también), podrán participar en una democracia. Pueden retomar su trabajo político. Seguro que tendrán que renovar sus dirigencias para poder resurgir. Pero eso es normal en una democracia.
Lo importante es que podrán vivir como partidos. Y Juan Guaidó saldrá con la frente en amplio si hace lo correcto y facilita la salida de Maduro y del sistema. Luego eso será su carta de presentación cuando haya una elección presidencial, por ejemplo, luego de la transición. Es mejor esto que la sumisión total.

¿Porqué entonces se decidieron por la Consulta de la ANCO en vez del Plebiscito del Movimiento Libertadores?

Si un jugador no actúa como lo predice la teoría, hay que modificar la teoría. Había otros incentivos que no se tuvieron en cuenta. En este caso, es claro que la hipótesis alternativa es que prefirieron seguir disfrutando del poder político, y del poder económico asociado a él. La disponibilidad de fondos, la administración de activos reales afuera, etc.
Es de esperarse que pretendan conformar un gobierno en el exilio, con todas esas prerrogativas por ejemplo.

¿Pero qué tal si la Consulta tiene éxito y deponen a Maduro con la fuerza que viene de ahí con las respuestas a esas preguntas sobre el cese de la usurpación, y continuar con la gestión con más apoyo?

Eso no va a ocurrir. El pueblo venezolano es como un banco, que le dio un tremendo crédito a la MUD en el año 2015 cuando se eligió la actual AN. Pero los inversionistas no dieron los frutos esperados. Dilapidaron la plata que se les prestó.
Las preguntas están diseñadas para que la AN se prorrogue, que siga el gobierno interino, probablemente con un cambio de personas, pero con una cara distinta de la misma MUD.
La gente no va a ir a esa consulta, pues sería como pedirle al banco que le dé crédito, sin otra opción, a los inversionistas a los que les ha perdido la confianza. Si hubiera otros inversionistas disponibles, con un buen plan (sacar a Maduro con el Hummer artillado, pidiendo realmente ella pizza, y cocinando pabellón criollo en una “fiesta de traje”), el banco sí que daría el crédito necesario. Pues está a punto de quebrar, y esa sería una inversión sumamente productiva.
La asistencia sería tan pobre, que sería incluso una vergüenza frente al desgobierno, a los ciudadanos, los militares patriotas, y la comunidad internacional.
Ellos lo saben, e insisten en eso, por caraduras. Porque lo que buscan es otra cosa, como dijimos arriba. Cono esto se convierten en usurpadores también. En ladrones del banco. Les están quitando su capital ahora (la capacidad de votar por otros diputados, por una junta), además de no haber producido frutos, intereses.
Y la ANCO se está prestando para este fraude. Son cómplices de este robo.

¿En qué influyen los resultados electorales en los Estados Unidos?

Eso es crucial para nosotros. Biden es un cohabitador por excelencia. Peor que Obama. Sus asesores lo han dicho. En cambio Trump seguiría con la lucha para tratar de sacar a Maduro-Díaz Canel de cuajo. Lo mismo que el sistema.

Trump no estaba contento con la corrupción de la oposición venezolana. Con lo que ha pasado, del apoyo de Guaidó y Leopoldo a Biden antes de tiempo, se han decantado aún más los campos.

¿Qué balance tienen ustedes de lo que ha sido la actuación de Juan Guaidó?

Aunque empezó con buen pie jugando coraje cuando se juramentó, en contra de los deseos del G4, terminó en las garras del chavismo azul: pretendiendo robarle a la gente lo que  le pertenece: en lo político, y en lo económico. 

¿Qué opinión tiene de lo que ha sido el gobierno de Donald Trump y qué cree que va a pasar ahora con el resultado?

Los venezolanos que apoyan a Biden han comparado a Trump con Chávez. Pero lo único que tienen en común es que son auténticos. No son títeres, como Biden, por ejemplo. Y tienen una personalidad muy marcada. Trump se ha comportado como un patán contra sus enemigos políticos. No come coba con los grandes poderes del establishment como los medios, o el gran poder económico de los bancos, Wall Street, las grandes farmacéuticas.

Aunque lo llaman racista, misógino, elitista, contra los pobres, sus políticas han beneficiado más a los negros, las mujeres, los desempleados, los viejitos, los desvalidos, que Obama, por ejemplo. Es un hombre de hechos, no de palabras.

Si tuviéramos que hacer una comparación forzada con los políticos venezolanos, habría que decir que Trump se parece a María Corina (los dos son pro-mercado), y Biden a Ramos Allup (recordemos las corruptelas familiares de los dos personajes, por ejemplo).

Sobre el resultado, es claro que hubo una gran conspiración para cometer fraude contra Trump. Incluso si no hubiera pruebas en este momento de fraude con los votos, puedes tener una teoría sólida en ese sentido. El fraude es una variable no-observable en la práctica (difícil de comprobar, por la información asimétrica). Pero puedes usar una variable observable proxi (muy correlacionada), como la diferencia entre las predicciones de los medios y las encuestas, y los resultados electorales.

Los medios, y las encuestas, se pelaron tremendamente, y de manera sistemática, pues Trump sacó muchísimos más votos que los que predecían, en general. La teoría de la conspiración se sustenta en la teoría de las profecías auto-cumplidas en un juego de coordinación en que había básicamente dos equilibrios: ganaba Biden, o ganaba Trump. Si la gente creía, inducida por los medios, que iba a ganar Biden, iba a ganar. Porque al creer eso, gran parte de la población votaría por Biden (se entusiasmaría, etc) en gran parte, y/o gran parte de ella no votaría por Trump (se desestimularía, etc). Son las obras (los votos) los que convertirían la fe inducida en realidad.

Pero la gran sorpresa es que Trump fue capaz de derrotar con los resultados esa fe inducida torcida.

Partiendo de esa “hipótesis nula” inicial, se abre una investigación sobre fraude también en los votos, para confirmarla o negarla. Es la metodología científica, sabiendo que puedes cometer dos tipos de errores: tipo I (condenar a un inocente, en este caso Biden, si la conspiración y el fraude no es cierto), o tipo II (absolver a un culpable, en este caso Trump, si la conspiración es falsa). 

Sobre quién ganará, creo que Trump tiene muchas posibilidades. Los fraudes ya se han estado documentando. Y la Corte Suprema de Justicia, si se comprueban y hay un reconteo favorable (o una nueva votación, no sé si es posible), le dará la victoria. Es lo que  más nos conviene en Venezuela.  

¿Qué proponen ahora, ante esta realidad?

Ante la traición de Guaidó y el “Pacto Unitario”, nos toca elegir una nueva dirigencia. Como va a ser imposible en el territorio, proponemos hacerlo en la diáspora, así como los judíos hicieron luego de la segunda guerra mundial para recuperar su país. Es el plan B. El plan C consiste en seguir la lucha insurreccional interna con la gente en la calle, con la ayuda militar patriota. Esos dos planes son paralelos y complementarios: lucha afuera, aprovechando el tremendo capital humano que tenemos en el exilio, con la lucha interna en un contexto adverso. Jamás abandonaremos la lucha por recuperar y restaurar a Venezuela como Dios manda. 

¿Usted cree que un gobierno de transición podrá reactivar la economía en un corto plazo?

Si se hace una transición de cuatro años, como proponemos, para cambiar el sistema, aquí habrá un milagro económico, político y social. No solo de corto plazo, sino de largo plazo. Se haría una cirugía mayor, con transfusión de sangre. Se establecerían las bases de un nuevo “equilibrio de punto fijo estable”, una nueva república, para sustituir al sistema caza-renta. Sería estable porque convergeríamos hacia él y nos alejaríamos cada vez más del caza-rentismo. Tardaría unos veinte años luego de la transición, pues la cultura no se adapta fácilmente a la nueva estructura. Pero lo bueno es que cambiando el juego, se cambia, aunque tome tiempo, el comportamiento de los jugadores. Sería punto fijo, pues, una vez que lleguemos allá, permaneceríamos en ello, y seríamos un país próspero y ejemplar como pocos. Con tantos recursos naturales, financieros y humanos que tenemos, en particular ahora en la diáspora. 

La cirugía mayor se refiere a lo económico, social, político-institucional, y de seguridad. Requiere gobernabilidad (un plan inclusivo, que no abandone a los pobres, los trabajadores, la clase media), solvencia (parar en seco la maquinita de hacer dinero, y con eso la inflación), confianza (no solo en el sector privado, motor de la recuperación, sino en la gran mayoría de la población), y liquidez (nuevos préstamos externos y restructuración de la deuda para desconocer la deuda odiosa y recuperar los fondos robados). La nueva institucionalidad requiere tener un fondo petrolero tipo Noruega, para amarrarte al mástil para nunca más dejarte tentar por los cantos de sirenas como país: la renta petrolera y minera no le pertenece a los gobiernos, a los partidos, sino a la gente. La transfusión de sangre es la ayuda internacional humanitaria.

FUENTE: https://larazon.net/2020/11/felipe-perez-marti-la-salida-es-por-la-fuerza/

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