El referéndum consultivo sobre el Esequibo este domingo revela una realidad para el régimen de Nicolás Maduro: el nacionalismo no es suficiente para reavivar el apoyo a su liderazgo. Con una abstención estimada del 80%, según las encuestas a boca de urna de Meganálisis durante el día, el pueblo venezolano envía un mensaje claro: su deseo de cambio político es urgente y es determinante. Aunque ayer el nuevo CNE se estrenó con buen pie e hizo lo esperado por el régimen: informó, sin observadores ni testigos que validen sus números, que votaron nada más y nada menos que 10.431.907 electores. ¿Dónde estaban? Nadie tiene la respuesta. ¿Por qué no recurren a sus “matemáticos electorales” y explican cómo es posible que en las primarias los tiempos no daban para ese resultado y aquí lo quintuplican?
Los resultados
Pero, dejemos ese punto de lado y enfoquémonos en lo que todo el mundo vio. La indiferencia hacia un tema tradicionalmente patriótico como el Esequibo refleja una profunda desconexión entre el régimen y las aspiraciones de los ciudadanos. Los venezolanos, exhaustos por la pauperización, el éxodo masivo y la corrupción, ya no encuentran resonancia en el discurso nacionalista del PSUV, que ha dominado la política venezolana durante las últimas dos décadas.
El contraste con la primaria de las fuerzas democráticas el pasado 22 de octubre es notorio. Ese día, el entusiasmo popular era palpable, con sentimientos de alegría, colaboración y esperanza en un futuro mejor. La votación masiva y decidida a favor de María Corina Machado, líder de Vente Venezuela, marcó un hito histórico. Su victoria, comparable solo a la de figuras como Carlos Andrés Pérez y Hugo Chávez en términos de esperanza de cambio, subraya la voluntad de los venezolanos que la ven como la candidata y líder de la oposición democrática para las elecciones presidenciales de 2024.
Este panorama político señala un viraje crucial en la percepción y las expectativas del pueblo venezolano. Ya no se trata solo de cuestiones territoriales o de soberanía, sino de una demanda más profunda de transformación política, social y económica. La gente anhela un liderazgo que no solo reconozca sus desafíos actuales, sino que también ofrezca soluciones reales y un camino hacia una Venezuela próspera y democrática.
María Corina Machado emerge, entonces, como una figura clave en este escenario. Representa no solo el deseo de cambio, sino también la posibilidad de un nuevo capítulo en la historia venezolana, uno que promete devolverle al país su dignidad y bienestar. Su liderazgo es visto como un faro de esperanza en un mar de desilusión y descontento.
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