Por Robert Alvarado
"Usted quiere alguien que le cante búsquese un italiano/ usted quiere le enamore búsquese un francés y termina hablar francés/ usted quiere alguien para haga negocio búsquese un japonés o un americano/ usted quiere alguien para que forme peo, búsquese un alemán/ usted quiere un amigo búsquese un VENEZOLANO..." Emilio Lovera
Cuando uno escucha el término "Mayday", lo asocia a una señal que envía alguien que necesita socorro inmediato. ¡Urgente! Pues la emergencia en que se encuentra es de vida o muerte. Literal. Primero, por el anuncio de deportaciones y, luego, por la eliminación del TSP, es una señal de socoro que se escucha cada vez más en boca de venezolanos que fueron a parar a las diferentes ciudades de los Estados Unidos. No es para menos, de solo pensar que pueden ser repatriados, más rápido después de la conversa de Maduro y Grenell, se han visto de la noche a la mañana inmersos en una situación límite, de esas en las que es normal la desesperación, que en el caso de los venezolanos que se encuentran en Estados Unidos alcanza niveles alarmantes, pues para muchos de ellos regresar a esta Tierra de gracia, por irónico que parezca, significaría la muerte. No es exageración. Es una situación inusual, en la cual las medidas habituales no permiten resolverla. Así, como cuando un avión entra en barrena, perdiendo altura de forma rápida y descontrolada, y el piloto grita ¡Mayday! ¡Mayday! Solo eso, pues no necesita decir más nada para dar entender que está en peligro grave. Asimismo, muchos de nuestros paisanos en EEUU empezaron a gritar, aterrados, ¡Mayday! ¡Mayday!
Tratar a todos los venezolanos de criminales, para justificar esa arremetida migratoria, es un dislate de marca mayor que excede cualquier calificativo que busquemos colocar a quien ha propiciado esta situación. Además de los miles de inmigrantes, desterrados o expatriados que ha recibido Venezuela, especialmente en el siglo XX, incluso por estos días con el lío del Catatumbo, un gran número de "gringos" se establecieron en Venezuela desde que se descubrió el petróleo por estos lares y vivieron como en su país en los famosos campos petroleros, que no eran más que copias de los pueblos estadounidenses implantadas en nuestro suelo patrio. Tanto fue su arraigo en nuestro país, que, según registros llevados en un campo petrolero de la Creole, Bill Clinton habría nacido en el oriente de nuestro país, no hay pruebas fehacientes, pero no queremos dudar. Así que afirmó que, tal vez, si es venezolano de nacimiento, como tanto otros que ostentan hoy la nacionalidad venezolana. Se comenta que, debido al trabajo de su padre para la industria petrolera, Bill Clinton, nació en el hospital de la empresa Creole, llamado Sagrada Familia, siendo llevado a los EE.UU. cuando tenía muy corta edad. Claro los los registros de aquel país dicen que Clinton nació en la ciudad de Hope, en el estado de Arkansas. Relatos de una historia registrada en los anales de empresas que hicieron grandes capitales con la explotación de recursos naturales, no sólo petróleo, también hierro y gas.
Es importante recordarle al presidente Donald Trump que, además del gran número de estadounidenses que se trasladaron a Venezuela durante las décadas de 1950, 1960 y 1970 para establecerse en el país, muchos de ellos se asentaron y dejaron descendencia, aunque conservar sus costumbres y tradiciones les resultó difícil. En Caracas y Maracaibo hay una significativa población de personas con orígenes estadounidenses, superando a la de otras ciudades de Venezuela. Además, en localidades como Ciudad Ojeda (Estado Zulia), Barcelona (Estado Anzoátegui) y en varias zonas petroleras del oriente y occidente de Venezuela, la influencia y presencia estadounidense es notable. Incluso, muchas frases o palabras se arraigaron en el habla cotidiana gracias a los norteamericanos. Por ejemplo: La expresión "echarle pichón" tiene su origen en los antiguos campos petroleros, donde el agua se obtenía de bombas o fuentes que requerían esfuerzo físico para extraer el agua. Tenían un letrero que decía "Push on" (empuje), y al venezolanizarse, se convirtió en "Pichón", dando lugar a la expresión.
La política migratoria de la administración Trump debe considerar no solo los números, sino también las historias humanas detrás de cada individuo afectado. Los venezolanos que buscan refugio en los Estados Unidos lo hacen impulsados por una situación desesperada en nuestro país. La gestión adecuada de la migración no solo refleja humanidad y compasión, sino también el reconocimiento de los lazos históricos y culturales que unen a ambos países. Ignorar estas conexiones y tratar a todos los migrantes como criminales no solo perpetúa la injusticia, sino que también erosiona los valores fundamentales de solidaridad y respeto por los derechos humanos. Es crucial que las políticas migratorias sean justas y equilibradas, reconociendo la dignidad de quienes buscan un nuevo comienzo, en el presente caso, en el llamado coloso del norte.
Espero que las distintas agencias internacionales de migrantes y refugiados, así como la OEA y la ONU, continúen visibilizando y alertando sobre la migración forzosa, la violación de derechos humanos, las restricciones a las libertades fundamentales, la pobreza y el hambre en Venezuela. Contrario a la propaganda de la dictadura que asegura que todo se ha solucionado, la realidad es otra. Lo ocurrido el 28J y luego el 10E solo confirma una cosa, que el clamor desesperado de los venezolanos en el exilio, reflejado en su grito de "Mayday, Mayday", sigue resonando con fuerza y urgencia.
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