Todos nos hemos dado cuenta de lo “hablachentos” y “parlanchines” en que se han “convertido” de un tiempo para acá los chinos comunistas. Una gente a la cual uno solo oía gritar en las tiendas, restaurantes o en los casinos, pero ahora opinan, se meten, dicen y desdicen de todo lo humano y de lo divino que pueda existir en el mundo actual.
O sea: ¡5.000 años después descubrieron que tienen lengua! Que existen redes, las cuales las tienes saturadas, y que opinan sobre lo más mínimo que pueda suceder a lo largo del mundo.
Pues sí. La orden estratégica del Partido Comunista de los Trabajadores de China pareciera ser clara: convertir a ese país en los primeros opinadores del mundo; en los nuevos modeladores de la raza humana.
Antes del inicio de la Era Trump 2.0 ni se tomaban el tiempo para explicar sobre la malísima calidad de todas las porquerías que ellos fabrican. Esas que a su primer uso dejan de servir o de funcionar; pero como resultan tan baratas uno se podía dar el lujo de comprar dos y hasta tres veces la misma herramienta para intentar hacer el mismo trabajo.
Ahora, muy por el contrario, el Partido Comunista chino no para de opinar. Y tiene que ver con todo, mete los palitos en todas los arroces que se están cocinando sea donde sea.
Pero eso sí: nada que tenga que ver o mostrar sus enormes pecados y el furioso control sobre los míseros países que dominan como neo-imperio. O aquellos otros lugares sometidos a su más despiadada represión. Como las provincias más lejanas de Beijing, de ascendencia musulmana, donde les dan “gas del bueno” y cárcel sabrosa a los que les reviran. O el caso del Tíbet. O los palos y redadas que se terminan por escapar a los medios alternativos, donde propinan a diestra y siniestra a todos aquellos que protesten sobre el mantenimiento del estatus democrático que fue convenido para la provincia de Hong Kong, y pare usted de contar.
Es que los chinos deben creer que uno es idiota. Dicen estar preocupados por los ataques constantes entre India y Pakistán, vecinos hemisféricos de la China. Pero quien intermedia para un cese el fuego es Donald Trump. Dicen preocuparse por el destino de la actual Siria, clave para un desarrollo no tan futuro de un poliducto milmillonario que lleve energía de Oriente Medio a Europa, a través de los Balcanes.
Pero quien decide levantar las viejas sanciones económicas al tenebroso régimen de Bashar al-Ássad y ya está hablando de montar una especie de “Plan Marshal” para recuperar Siria, es Donald Trump. Y así puedo continuar aburriéndolos por mucho rato más. ¡Con situaciones sobre las cuales dicen, pero no hacen un coño!
Porque hay experiencia en pleno desarrollo en el África Subsahariana, por ejemplo; una región infestada por la maldad de los iraníes, apuradísimos por China y su voracidad de recursos y mercados. Y ni voy a comentar, por supuesto, sobre la tremenda injerencia que China e Irán tienen en Venezuela.
Justamente, esa Venezuela del extraño caso de la extracción de los «mariocorinos» y de la mamá de María Corina en las propias narices del inútil régimen de Caracas. Y, sin embargo, por más que el aparato de propaganda de Partido Comunista chino no para de hablar sobre la “paja en el ojo ajeno”, hace pasar como inexistente las tremendas “vigas en el propio”.
Que, en el caso de los chinos, debe ser aún más problemático; consideren que aquellos carajos nacen y mueren con los ojos a medio abrir. Así Vietnam, Laos y Camboya, sus grandes botines de guerra de los años 70 funcionan como esclavos bajo contratos de la industria china. O su fulana Ruta de la Seda, que es la mentira para llenar de cachivaches inútiles y de bajísima calidad a casi todo Occidente. A precios de descuento y con formas de pago que van desde el control de los territorios y de recursos naturales que posean sus clientes, hasta la imposición de llevar a cabo sus intercambios comerciales solo con yuanes, su moneda local, y nada más que entre ellos: es decir economía cerrada.
Como venezolano, como nacional de un país en buena medida controlado por el Partido Comunista chino y sus operadores basura como lo son Irán, Cuba y Rusia, estoy doblemente preocupado. Porque, mientras que a los chinos solo se les está enfrentando con aranceles por estar metidos en la producción de los impulsores del fentanilo, silenciosamente, a la vez, se están tragando al resto del mundo.
Y esa es la parte que más me preocupa. No estamos diciendo las cosas con son, con la misma intensidad, claridad y frecuencia con que el aparato de propaganda del Partido Comunista chino lo está haciendo día tras día. Y lo hace mucho, muchas veces y muy bien. ¡Infalibles!
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FUENTE: >>https://venezuelaredinformativa.us/oido-al-tambor-del-presidente-fumanchu/
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