La educación moderna no fue creada para liberar mentes, sino para moldearlas. Desde sus orígenes, el sistema escolar ha funcionado como una herramienta de control social, diseñada para producir obediencia, no pensamiento crítico. Schopenhauer y Nietzsche lo vieron con claridad: lo que hoy llamamos formación, muchas veces es solo domesticación disfrazada de progreso.
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