viernes, noviembre 21, 2025

Génesis del conflicto político entre los gobiernos de Venezuela y Estados Unidos

Entrando en lo que parece ser la fase final de un conflicto político que comenzó en 1999 y cuyo desenlace no me atrevo a especular en su desarrollo, pero sí en su final, se hace necesario describir para la posteridad una serie de apreciaciones personales, para que no digan después que no se dijeron cuando se debían decir o que se dicen ahora por asuntos de conveniencia política o intelectual.

En principio, debe quedar apuntado que el gobierno de Hugo Chávez llegó al poder con la simpatía del gobierno estadounidense de Bill Clinton, cuyo embajador en Caracas decía abiertamente que los venezolanos debían votar por un cambio político que los sacara de la "partidocracia" y los llevara por un camino diferente. Esto contrastó con la posición frontal contra el cambio político representado en 1993 por el candidato Andrés Velásquez, que tenía en contra, de manera pública, al Ministerio de la Defensa de Venezuela y a sectores empresariales y multinacionales, que lo percibían como "revolucionario". El mismo Chávez, en discursos, señaló que no tenía malas relaciones personales con Clinton.

Hay quienes piensan que el conflicto entre los gobiernos de Venezuela y Estados Unidos comienza con la tragedia natural del estado Vargas en 1999, donde Chávez rechazó enérgicamente la asistencia militar y humanitaria que venía en camino a través de barcos hospitales y especialistas del Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense, por razones de control informativo y político en cuanto al manejo de la situación.

En mi opinión, la verdadera causa del desencuentro fue que, después del enorme éxito del Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, conocido en ese momento como Nafta, un sector importante del empresariado y la clase política estadounidense pensó en la posibilidad de crear un Área de Libre Comercio desde Alaska hasta la Patagonia, conocido en ese entonces como el ALCA, lo cual habría creado un mercado supranacional y unas relaciones económicas que, al trasladarse a las relaciones políticas, habrían cambiado todo lo conocido en Latinoamérica y el Caribe.

Tal proyecto habría obligado a la República Socialista de Cuba a plegarse a la fuerza indetenible de dicho poder económico, alterando todas las relaciones políticas, sociales y económicas de la población del continente y obligándolos a entrar de forma acelerada al proceso de la denominada "globalización", con todas las consecuencias positivas y negativas, de acuerdo con las posiciones de poder, empresariales e incluso de discurso político, que habría tenido que sufrir la pérdida de sus principales argumentos y referencias históricas para adaptarse al cambio por venir.

Los gravísimos hechos políticos del 11 de abril de 2002 marcaron de hecho la ruptura definitiva entre ambos gobiernos y el inicio público, comunicacional y masivo de la asistencia financiera del gobierno de Venezuela a cualquier gobierno, partido político o figura intelectual o artística que fuera abiertamente enemiga histórica de las políticas estadounidenses a nivel global. Atrás quedaron los días del Grupo de Boston, donde muchos políticos oficialistas compartían con políticos estadounidenses, y aún hoy en día se molestan cuando se les recuerda este tipo de relaciones históricas.

El empeño político, económico y cultural de dicho esfuerzo se concreta en 2005 en la IV Cumbre Presidencial de Mar del Plata, cuando los gobiernos de Argentina, Brasil y Venezuela encabezan el rechazo a dicho proyecto económico y presentan unos postulados alternativos de relaciones económicas y sociales que excluyen a Estados Unidos y Canadá, y que se vuelven parte del discurso político de los partidos políticos de izquierda o progresistas, en lo que posteriormente se conocería como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

No es exagerado pensar y decir que, desde ese momento, murió toda posibilidad real de asociación regional económica continental, y este hecho los políticos estadounidenses no lo olvidan, aunque no le den ninguna importancia en el discurso político institucional.

A esta situación hay que sumar el inicio de una política plena de apoyo a los gobiernos de la Federación Rusa, la República Popular China, la República Democrática de Corea y la República Islámica de Irán, a niveles diplomáticos, económicos y tecnológicos, que igualmente fluían desde Venezuela hacia el resto del continente e incluso otras latitudes de Asia y África.

De Petrocaribe al Alba, el gobierno de Venezuela invirtió decenas de miles de millones de dólares estadounidenses en financiamiento de obras públicas, organización de eventos y grupos políticos, financiación directa de proyectos políticos, educativos y artísticos en tal número, que se termina comprendiendo el porqué de la admiración y apoyo político y mediático que tenía a nivel global la denominada "Revolución Bolivariana" entre los gobiernos y grupos o figuras progresistas, antiglobalización y antiimperialistas, que hoy en día han olvidado dicha época y no recuerdan haber conocido a Nicolás Maduro cuando era ministro de Relaciones Exteriores de Hugo Chávez y manejaba las donaciones.

Era inevitable el enfrentamiento político entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela, que se asomó cuando en 2013, el secretario de Estado John Kerry le ofreció al candidato Capriles Radonski todo el apoyo político y financiero para enfrentar abiertamente la situación denunciada por él de fraude electoral en las elecciones presidenciales. Lo que no ocurrió, debido a que dicho candidato se negó a generar situaciones de conmoción interna que derivaran en una reacción externa. Ese conflicto de 2013 es imprescindible para comprender las situaciones de violencia en Venezuela en los años 2014 y 2017, así como la gran victoria electoral de la oposición política en la Asamblea Nacional de 2015, dado que un inmenso sector de los opositores políticos en Venezuela piensa que la discusión sobre la legitimidad política plena del gobierno es nula desde el principio.

Es en esta coyuntura histórica cuando comienzan a aparecer en gran número las sanciones estadounidenses en 2015, con la designación del país como una amenaza "inusual y extraordinaria", que muchos opinadores de oficio consideraban un chiste malo, sin analizar los muchos años de enfrentamientos políticos y sus consecuencias globales.

La llegada del primer gobierno de Trump llevó a un escalamiento de las sanciones en 2017 y 2019 que, unidas a una política monetaria de naturaleza demencial por parte del gobierno nacional, generaron una inflación que acabó con 70%-80% de la economía nacional.

Es importante reseñar que, ya en esa época, la administración Trump contempló la posibilidad de una intervención militar directa en Venezuela, como refieren varios de sus antiguos secretarios de su primer gobierno. Sin embargo, el firme, y para algunos inexplicable, rechazo por parte de muchos dirigentes políticos principales de la oposición en 2017-2018 hizo inviable la idea. En el momento de la llegada de Juan Guaidó, quien desconoció abiertamente la legitimidad del gobierno de Maduro, se inició el periodo del "gobierno interino", que terminó de aislar diplomática y financieramente al gobierno, que optó por enfrentar dicho desafío de manera controlada, a través de una alianza con diputados opositores descontentos para retomar el control físico de la Asamblea Nacional y aislar políticamente a sus adversarios, aprovechando la crisis global del covid-19 y la llegada del nuevo gobierno de Joe Biden.

Durante dicha administración, si bien no se levantaron la mayoría de las sanciones, es cierto que se lograron muchos acuerdos puntuales entre ambos gobiernos, de los cuales es testigo el empresario y actual ministro Alex Saab, quien recuperó su libertad y se inició una política de no persecución activa contra empresarios y políticos. Esto llevó a una etapa de crecimiento trimestral entre 2022 y 2024, reflejada en las estadísticas oficiales. De esa etapa quedó el mayor defensor actual del gobierno de Maduro en la clase política estadounidense como es el Sr. Juan González, quien fuera director principal para el Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca y subsecretario adjunto de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental.

Así llegamos a los acuerdos de Barbados, donde Estados Unidos logró el objetivo principal de evitar que el gobierno de Maduro impidiera, por la vía administrativa o judicial, la realización de unas elecciones primarias que reunificaron al mundo político opositor en un liderazgo decidido a llegar hasta el final para producir un cambio de gobierno.

A partir de ese momento, sin importar los obstáculos políticos, financieros, administrativos, judiciales y de seguridad personal, se produjo una avalancha emocional en la oposición política venezolana, que recorrió todo el país, encabezada por la candidata simbólica, que diariamente superaba todas las acciones de sabotaje político y electoral, hasta el cierre de un negocio familiar de venta de empanadas (comida típica de Venezuela, para quienes me leen del exterior), lo que finiquitó en las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024.

Es aquí cuando se produce el quiebre definitivo de los argumentos políticos de los defensores de Nicolás Maduro en Europa, Estados Unidos y otras naciones desarrolladas, que dieron marcha atrás a cualquier intento de normalización política y económica con el gobierno de Nicolás Maduro, garantizando una etapa de nuevas sanciones personales y corporativas hasta 2030, sin importarles si las autoridades electorales y judiciales de Venezuela señalaban un resultado increíble tanto para opositores como para analistas, periodistas y observadores políticos en general.

Es en este punto cuando aparece el segundo gobierno de Donald Trump con una gran novedad, que pareciera que muchos no entienden o se niegan a leer, como es un documento denominado "Proyecto 2025", donde aparecen los objetivos y metas de la administración Trump para cambiar su país y el mundo entero, que se están cumpliendo prácticamente a pie de letra y donde aparece el tema de Venezuela como una amenaza prioritaria y existencial para la búsqueda de un reposicionamiento político y económico frente a China y Rusia. Desde hace un año, estoy escribiendo sobre argumentos y acciones que conducirían inevitablemente hacia la situación que se observa esta semana, pero la ignorancia política, cobardía intelectual o conveniencia personal de muchos evitó que este tópico se planteara con la debida importancia en casi todos los medios de comunicación social de Venezuela, por lo cual manifiesto mi reconocimiento al diario El Nacional por dejarme plantear en su espacio este tema.

Es cuando llegamos a noviembre de 2025, en medio de amenazas terminales de intervención militar y promesas de resistencia política insurreccional "por décadas".

Estamos siendo testigos de un cambio político, donde el Corolario Roosevelt ha sido sustituido por el Corolario Trump, que he denominado como la "era del Trumpoceno", para dar a entender a mis lectores que están ante un proceso de cambio político global en el siglo XXI.

El último párrafo sobre el final de este enfrentamiento político e ideológico tiene fecha perentoria y no es necesario profetizar o especular para imaginar el final…

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FUENTE: >>https://www.elnacional.com/2025/11/genesis-del-conflicto-politico-entre-los-gobiernos-de-venezuela-y-estados-unidos/

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