Desde Miraflores han reaccionado incumpliendo las obligaciones que le establece la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, al ordenar detener a personal de la embajada española en Caracas. En paralelo, el gobierno de ese país - al anunciar la llegada de López a su territorio- emite una nota de prensa en la cual recalca que nuestra situación solo se resolverá con negociaciones entre venezolanos que conduzcan a elecciones parlamentarias y presidenciales -lo que no es poca cosa- adicionalmente a lo cual, se ponen a la orden para lograr dichos objetivos.
En España, el señor Maduro tiene amigos. Allí cogobierna Podemos y eso, que, algunos pudieren ver como un problema, respecto de nuestra situación pudiere no ser tanto. De ser cierta la voluntad española de contribuir a resolver nuestra situación, esa presencia de alguna manera debe aprovecharse.
A pesar de las diferencias internas, ha resultado más cómodo eso que hacerlo con quien se adversa y es lo cierto que nuestro problema, si bien pasa porque existan acuerdos entre quienes se afirman compañeros de identidad de propósito, no lo es menos que quien tiene la llave para resolver nuestra situación es la persona que ocupa la oficina presidencial, no otro. Negociar con quien se adversa no puede ser un anatema.
El señor Maduro tiene en nuestra Iberoamérica personas que, si bien en algunos casos le respaldan, no es menos cierto que concuerdan en que en nuestro país existe un problema y que la solución debe ser nuestra, negociada y electoral, lo cual debería ser aprovechado por quienes a él adversan para gestionar ante esos países –México, Argentina, España y quizás mañana Bolivia- una intervención que facilite la misma.
Durante buena parte de estos tiempos nos hemos dedicado a conversar con nuestros aliados naturales. Lo conducente, eso creo, debería ser empezar a hacerlo –y probablemente ya se esté haciendo con diplomático silencio- con quienes no nos acompañan en nuestra posición pero si quieren que nuestra diatriba cese. Tan interesados en que a la misma se le ponga fin somos nosotros como los países que, a pesar de su limitada capacidad económica para recibirnos, lo han hecho.
La gestión Guaidó tiene ahora en la calle a su más emblemático representante. No es lo mismo tener limitada la movilidad y la libertad de expresión, que no tenerla. De los errores cometidos lo normal es aprender. Quiera Dios que eso ocurra.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural
Nota: Esta columna ha sido escrita el lunes 26 de octubre y es publicada en el Diario El Tiempo, Puerto La Cruz, estado Anzoátegui, Venezuela, en su edición impresa correspondiente a la semana del 29 de octubre al 4 de noviembre 2020.

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