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lunes, diciembre 24, 2018

“VENEZOLANOS ENTERRARON LA NAVIDAD, PERO VOLVERAN”

Hoy, no vivimos navidad, vivimos la muerte de un país, y la indiferencia de algunos que no les importa si hay o no.

Una navidad llena de indigentes, de miseria, de ruina, de pobreza, de hambre, de tristeza, pero de grandes deseos de levantarse y volver a ser lo que ayer fuimos.
Una ilusión de un Papá Noel que intenta llevar algo de alegría a los sectores deprimido
de toda Venezuela donde abundan las caras de niños tristes por no tener como vivir la ilusión de que Papá Noel les traiga un regalito.

En Venezuela, tristemente sus calles están todas destruidas. Empresas y negocios cerrados. Es lo que ve uno cuando recorre los caminos del país. En una de esas tantas calles me topé con una alcabala de hombres con uniformes de fuerzas de “seguridad”, en ese instante no sé qué hacer, porque no sé quiénes son esos hombres, porque no sé si son delincuentes armados por el régimen con el objetivo de secuestrar o son de esos que te hacen mil cosas para terminar pidiendo dinero a cambio de dejar que continúes tu camino.

El alumbrado público de la vialidad totalmente destruido al extremo que ya no existe. Y esa misma oscuridad no es más que mi acompañante. Aquellas luces de Navidad que resaltaban en todas las calles, negocios y casas ya no están ya no existen. Yo al llegar a la casa, solo me sorprende ver a lo lejos un titilar de un arbolito con tímidas luces que me recuerdan que estoy en Navidad. Pero es que aquella palabra mágica, Feliz Navidad, ya no se escucha en este diciembre de 2018. Es muy extraño oírla, es extraño desearla porque hay tanta tristeza que decirla suena como un cinismo. Hay un silencio interno, una desesperanza.

Existe otro silencio muy doloroso, el de la juventud que se fue. ¡Se fueron para no regresar! Se fueron en busca de un futuro que ya no les brinda su país. Huyendo del hampa, del hambre, de todos los visos de inseguridad que fueron sembrados, como si se hubiese consagrado como política de Estado acorralar a los venezolanos para que abandonen su país, o aniquilarlos. Familias separadas. Ancianos que han quedado solos. Niños que quedaron en otros brazos porque sus madres debieron partir. Una diáspora que cada día se está engrosando.

Este aporreado y humillado pueblo en la celebración de esta navidad el mayor tiempo lo han pasado en colas buscando alimentos, en los bancos buscando efectivo, con una hiperinflación que los mantiene con la barriga vacía. Ancianos muriendo de mengua. Niños muriendo por desnutrición, madres haciendo colas en las cárceles infrahumanas para visitar a los presos políticos; otras, yendo a las tumbas de sus hijos asesinados por las armas del régimen.

Pues hoy 24 de Diciembre en víspera del nacimiento del niño Dios, le doy gracias a Dios por mis seres queridos que no vieron esto. Por aquellos que ya no están porque murieron, y por aquellos que ya no están porque están fuera del país. Yo nunca pensé que en una navidad a cambio de estar colocando regalos a los pies de mi pino de navidad o preparando la cena navideña estaría llena de incertidumbres por el futuro de Venezuela, preguntándome, ¿quiénes realmente podrán salvar a una población de un genocidio, y cómo? Sin embargo, en esta navidad del 2018, sigo en pie y no me cansare de escribirles a todo el que quiera leer y compartir para que terminen de entender que la libertad solo se logra desde la      CALLE con un pueblo unido y organizado. ¡Feliz Navidad!.

Atte.- Carlos Cangrejo…
 carloscangrejo2@gmail.com
@carloscangrejou
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Instagram. Carlos Cangrejo

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