Eso tiene la Fuerza Armada Nacional de Venezuela en la actual situación de ese país. Y no lo afirmo porque no hubiere intervenido para evitar el desmadre existente sino, por el contrario, por su activa participación en el mismo.
La Constitución de 1961 limitaba la presencia del estamento militar a la protección y defensa de la soberanía nacional; abundando a éllo los constituyentes del 99 no solo les facilitaron convertirse en factor de discusión política al permitirles ejercer el voto, sino que agregaron en el artículo 328 seis palabras que han contribuido grandemente al desastre en el que estamos. Así, establecieron éllos que sus integrantes tendrían “participación activa en el desarrollo nacional”. Craso error.
Desde su elección, Hugo Chávez se hizo acompañar en su accionar de los hombres de uniforme, lo cual siempre he comprendido pues esa era su escuela y esos sus compañeros. Esa práctica fue continuada –y profundizada- por el señor Maduro. Así, empezando por el célebre Plan Bolívar 2000 –del cual nos acordamos mas por los escándalos que por sus ejecutorias- han ocupado -palabra muy apropiada- las principales instancias de mando de las empresas petroleras, de las eléctricas, ministerios, alcaldías, gobernaciones, embajadas entes distribuidores de dólares, la oficina de censura de medios –telecomunicaciones- mercados populares y hasta un conspicuo representante tuvieron en el más alto tribunal del país de cuyas ejecutorias es mejor no acordarse. Ellos han hecho de todo. Los resultados están a la vista.
Nunca Venezuela ha estado en peor condición. No solo en la materia que debería ser de esencial competencia militar –la salvaguarda de la soberanía nacional hoy más comprometida que nunca- sino en todos y cada uno de los sectores en los cuales los representantes de cada uno de los componentes han actuado, siendo representados tanto por personas de alta graduación como de menor rango. Ellos han copado la administración pública estos veintidós años, siendo de recordar -respecto de estos últimos- al célebre teniente que tuvo la “habilidad” de obtener por su pasantía en la administración pública, ventajas económicas indebidas por más de un mil doscientos millones de dólares, según lo demostraron los tribunales americanos.
En algún momento de nuestra atribulada patria, los venezolanos estaremos obligados a hacer un concienzudo estudio del actuar militar estos más de cuatro lustros, no solo para evaluar las responsabilidades personales e individuales de cada uno de quienes lo hicieron, sino sobre todo, para decidir el papel futuro de la fuerza armada en nuestro devenir. Si aprendemos de los errores, ese -como tantos otros- es un tema que deberá abordarse con precisión y serenidad de espíritu al cambiar las cosas en la tierra de Bolívar.
No existe otro país de nuestra América en el cual, durante el siglo 21, los militares hubieren tenido tanta preeminencia como en Venezuela. No existe tampoco uno que esté en peor condición que la nuestra.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural
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