Senior News Editor, Latin America
Hablar de los peligros nucleares en tiempos de inteligencia artificial puede parecer anticuado. Pero también en el siglo XXI hay preocupaciones de este tipo.
En Estados Unidos se produjeron decenas de miles de bombas nucleares durante la Guerra Fría: alrededor de cuatro al día desde 1950 hasta 1990.
Tres décadas después del fin del conflicto, estas operaciones siguen teniendo repercusiones y causando dolores de cabeza: hay millones de galones de plutonio, mercurio y otros desechos muy tóxicos por todo el país.
Este reportaje de Ralph Vartabedian, desde el estado de Washington, presenta un escenario escalofriante: los planes de limpieza y manejo de residuos han fallado (con filtraciones en ríos, por ejemplo) mientras que otros se han descartado. Se trata de operaciones arriesgadas y muy costosas que un funcionario especializado en medioambiente equiparó con construir un ascensor a la Luna.
Ahora el debate sobre cómo lidiar con los residuos radiactivos que serán tóxicos durante miles de años está en un punto de inflexión, pues las autoridades tienen que decidir entre una solución minuciosa y costosa o una menos perfecta y más rápida.

Parte de la estructura para eliminar el cesio de los residuos de tanques enterrados.Mason Trinca para The New York Times
La guerra de Rusia en Ucrania también ha avivado los temores nucleares.
Ya hemos reportado sobre la toma de la planta ucraniana de Zaporiyia, la mayor central nuclear de Europa, que hace meses está bajo control ruso y operando en situación muy precaria.

Fotos de la planta eléctrica nuclear de Zaporiyia, que está controlada por Rusia.Laetitia Vancon para The New York Times
Además, el año pasado las autoridades rusas aseguraron, sin aportar pruebas, que Ucrania planeaba activar una bomba sucia para propagar material radiactivo. Washington advirtió que esos anuncios podrían ser un pretexto para intensificar la guerra, algo que no ha sucedido.
Y es que en los 16 meses de guerra, “y a pesar de la propaganda nuclear rusa y los temores occidentales, no se han utilizado armas nucleares”, escribió el historiador Timothy Snyder en un ensayo de Opinión.
Snyder explica que Rusia alude a su arsenal nuclear en su discurso bélico porque eso la hace sentir poderosa y considera “que los demás deben ceder automáticamente ante la primera mención de sus armas”. Sin embargo, esta estrategia no ha funcionado del todo, pues Ucrania se ha mostrado desafiante.
Según el historiador, “si Rusia detonara un arma, perdería su estatus de superpotencia” y, además, hacerlo “supondría admitir que su ejército ha sido derrotado, lo que es un enorme desprestigio”. Tranquiliza un poco esta lectura, aunque, por supuesto, como bien recalca Snyder, “la historia militar está llena de sorpresas”.
Una sorpresa algo más positiva ha sido la reciente apertura de plantas eólicas en Ucrania como un modo de proteger su soberanía energética. Y es que, además de generar energía limpia, los campos de molinos de viento son menos propensos a sufrir ataques devastadores por parte de las fuerzas rusas.
“La construcción de esta planta”, dijo el Vitaliy Kim, el gobernador de la región donde se ubican los molinos, “es como una señal de que se puede construir durante la guerra”.
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FUENTE: >>El Times
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