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jueves, octubre 17, 2024

La abstención se impuso en las elecciones regionales y municipales de 2004

Andrés Cañizález
16.10.24

Las elecciones municipales y regionales de 2004 en Venezuela dejaron una suerte de sabor amargo, en las lecturas que hicieron en su momento analistas y observadores de la dinámica política local. Se consolidaba la hegemonía del chavismo y, aunque una mayoría de la población se identificaba con el proyecto político que copaba el poder, aquello no parecía ser una buena señal para la democracia.

Estos comicios tuvieron lugar a escasas semanas del referendo revocatorio presidencial, en el cual salió ratificado como presidente Hugo Chávez, y se realizaron en un contexto de  crisis severa de liderazgo en el campo opositor y con una parte importante de la ciudadanía aún confundida por los mensajes contradictorios en torno al sistema electoral. La tesis del fraude que propagaron diversos voceros de la Coordinadora Democrática tras el triunfo de Chávez en el referendo, aún flotaba en el ambiente político venezolano.

Las elecciones se celebraron el 31 de octubre de 2004, a dos meses y medio del referendo. Con una abstención del 54,27%, aquellas fueron las elecciones menos concurridas de la era chavista, hasta ese momento, con un bajo nivel de participación comparable al que se había registrado en Venezuela a mediados de la década de los 1990, en las elecciones de 1992 y 1995, en plena crisis del sistema democrático instaurado en 1958.

El llamado Polo Patriótico, espacio de confluencia que lideraba el Movimiento V República y en el cual se reunían diversos partidos pequeños y una suerte de fuerza aluvional en torno a Chávez, obtenía un total de 20 gobernaciones y 270 alcaldías, incluyendo la Alcaldía Mayor con la candidatura del entonces periodista y profesor universitario Juan Barreto. El equilibrio de fuerzas (en gobernaciones y alcaldías) que la oposición había logrado alcanzar en la mega elección del 2000, llegaba sencillamente a su fin.

El sistema electoral en debate

Durante la campaña en ese 2004, de cara a las elecciones regionales y municipales, la oposición democrática envió un mensaje contradictorio, como apuntaba un editorial de la revista SIC de entonces. Mientras hacía campaña camino a estas elecciones, de forma simultánea insistía en denunciar un fraude en torno al referendo que se había celebrado el 15 de agosto. Todo esto abonaba a la no participación ciudadana.

Una de las denuncias más insistentes de los voceros de la entonces Coordinadora Democrática, así como de partidos políticos tradicionales, pasaba por no reconocer como confiable al padrón electoral. El Consejo Nacional Electoral (CNE) decidió no depurar el registro electoral y por tanto se fue a estos comicios con el mismo padrón usado para el referendo revocatorio, con la única excepción de incluir a los nuevos votantes que cumplieran la mayoría de edad entre ambos procesos.

El CNE, asimismo, para dar respuesta a otra demanda opositora decidió que se realizaría conteo manual de votos, pero solamente en una caja de cada centro electoral y también se implementó la impresión de actas, para verificación de los presentes en cada mesa, antes de realizar la totalización global electrónica de estos comprobantes electorales.

Pese a tales “concesiones”, el clima político en torno al árbitro electoral estaba caldeado, incluso empujando la salida del CNE del rector principal Ezequiel Zamora, una figura identificada con las posiciones opositoras. Así las cosas, como apunta el editorial de SIC, “los intereses parciales de los grupos políticos que hacían vida en la feneciente Coordinadora Democrática, a pesar de las declaraciones unitarias, terminaron matando todo deseo de participación de la población”.

Los resultados a favor de los candidatos de Chávez

Tal como otros analistas de ese momento, el exrector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Francisco José Virtuoso, señalaba el carácter de portaaviones que tenía entonces la figura de Hugo Chávez. La victoria alcanzada el 31 de octubre de 2004, por esta combinación de una alta abstención y un proceso poco conectado con el país y apalancado básicamente en la figura del presidente, era un triunfo con pies de barro, a juicio de Virtuoso.

La alta abstención general, que ya hemos mencionado, tuvo picos que se ubicaron en 60% de votantes ausentes en estados como Falcón, Barinas, Portuguesa, Sucre y Vargas, en donde ya el chavismo venía siendo principal referencia, lo cual debía entenderse -según Virtuoso- como una señal de alerta por la falta de interés de la propia base política identificada con el proyecto de Chávez, en participar en aquellas elecciones regionales y municipales. La desmotivación iba más allá de los venezolanos identificados con el cambio. Para muchos seguidores del chavismo, los candidatos (en su gran mayoría impuestos a dedo) tampoco resultaban figuras políticamente atractivas, como para movilizarse y votar.

En aquel 2004, Chávez logró empujar a las gobernaciones a figuras como Tarek William Saab (Anzoátegui), Didalco Bolívar (Aragua), Luis Acosta Carlés (Carabobo), Yelitze Santaella (Delta Amacuro), Luis Reyes Reyes (Lara), Diosdado Cabello (Miranda) y Antonia Muñoz (Portuguesa). En la Alcaldía Mayor de Caracas se impuso, como señalamos, Juan Barreto, mientras que el padre del mandatario se hacía con la gobernación de Barinas. Las dos figuras opositoras electas como gobernadores fueron Manuel Rosales, en el Zulia, quien obtuvo el mayor volumen de votos de todos los candidatos y candidatas (480 mil votos), y Morel Rodríguezen Nueva Esparta.

En la campaña para esas elecciones regionales y municipales, como reseña SIC, el presidente Chávez vulneró abiertamente la ley electoral y se dedicó a hacer campaña por sus candidatos, con mensajes en los que llamaba a un irrestricto apoyo y respaldo. Junto a eso, el Gobierno invirtió importantes recursos en propaganda y actividades proselitistas gubernamentales que sin ningún límite se dedicaron a promover las candidaturas del Polo Patriótico. Fue una campaña “arbitraria y ventajista”, en palabras de Virtuoso.

Poder hegemónico versus democracia

Las elecciones de 2004, incluso poco después de realizarse, ya generaban señales de alarma. Al estar unidas, en el tiempo, al referendo presidencial que ratificó a Chávez como mandatario, eran en la práctica una suerte de escalón más en un proyecto que no ocultaba su intención de hacerse con el control de todos los poderes públicos. Hacerse con el poder, criticaba un editorial de SIC, no era ya un medio (para poder gobernar) sino un fin en sí mismo, y  sostenía tras las votaciones: “mientras el presidente siga planteando cada acción de gobierno como una batalla, siempre saldrá derrotado el país”.

Tras el referendo y las elecciones en el año 2004, percibíamos junto a Virtuoso un peligro para la democracia venezolana, ya que se estaba “fraguando definitivamente un sistema político monocromático, vertebrado en torno al liderazgo unipersonal de Chávez”. El otro riesgo, estaba en la ceguera de los factores de oposición que se negaban a reconocer los resultados del referendo, y el clima país que se respiraba en Venezuela ese año, en el sentido de que Chávez había sido ratificado como expresión del voto popular. Que Chávez contara con una mayoría popular que le respaldara, cosa que se negaban a admitir en público muchos líderes de oposición, no contradecía el peligro que representaba su figura dominante en el debilitado sistema político nacional.

Desde afuera del país, y con una postura de izquierda crítica al chavismo, el sociólogo dominicano Wilfredo Lozano cuestionaba que desde el poder, el modelo de gobierno de Chávez “sostiene una política clientelista en su vínculo con las masas”, así como “un manejo neopatrimonial del Estado”. Este estudioso apuntaba ya como peligro medular para Venezuela la prolongación en el poder de Chávez, aun admitiendo que fue elegido en elecciones, ya que “sus éxitos electorales han conducido a la división de la sociedad y al cierre de un espacio de diálogo que dé paso al elemento quizás central de la democracia: la concertación no sólo de las mayorías”.

En esa misma dirección un editorial del Centro Gumilla publicado en la revista SIC, al cierre de 2004 y haciendo balance del proceso electoral del 31 de octubre, hacía un llamado al presidente Hugo Chávez para que volviera a la política y dejase de usar el lenguaje militarista de batallas para referirse a los procesos electorales. “En una guerra siempre pierde el país”, sentenciaba el editorial.

@infocracia

Fuentes

Cañizález, Andrés y Virtuoso, José (2004). “Hegemonía chavista”. En: SIC. N° 669. pp. 388-390. 

Centro Gumilla (2004). “Editorial: La política no es ganar batallas”. En: SIC. N° 670. pp. 434-435.

Virtuoso, José (2004). “Elecciones regionales: Más allá de las apariencias”. En: SIC. N° 670. pp. 436-439.

Lozano, Wilfredo (2005) “La izquierda latinoamericana en el poder”. En: Nueva Sociedad. N° 197. pp. 129-145.

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FUENTE: >>https://politikaucab.net/2024/10/16/la-abstencion-se-impuso-en-las-elecciones-regionales-y-municipales-de-2004/

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