Hay una máquina inmensa, bien engranada y pulida, que se interconecta tanto dentro del país como fuera de este.
Es una obra de ingeniería macabra. Está perfectamente diseñada para hacer daño y ha sido la causante de tanto mal en el país.
Esa máquina tiene bases muy sólidas y profundas. Siempre la activan varias gentes, regularmente la élite política y empresarial, pero también, a veces, se les deja acceso a venezolanos comunes.
Es un instrumento de tecnología tan fina que ha sabido manipular la cultura y la ética para destruirla.
La máquina es una bomba al mismo tiempo.
La máquina es la corrupción.
Para que funcione a la perfección hay que ser inteligentes, con un alto desapego a la moral y la ética y tener un sistema de justicia débil. En Venezuela todos los componentes sobran.
Los venezolanos han entendido que hay que destruir la máquina. Han confiado ciegamente en procesos electorales, en manifestaciones de calle que siempre han terminado en sangre, y hasta en gobiernos paralelos reconocidos en el exterior como, por ejemplo, el de Juan Guaidó de 2019 a 2023.
Fíjense en este caso particular: Más de 60 países del concierto internacional dieron su apoyo y desconocieron a Nicolás Maduro. La expectativa de cambio era altísima y los recursos comenzaron a llover.
Queremos detenernos solo en un tramo de la cartera de fondos que se destinó a los venezolanos durante su interinato: 2.544 millones de dólares que reunió la Conferencia de Donantes en 2020 para dar apoyo a las olas de migrantes.
La crisis era de tal magnitud para el mundo que, ni siquiera la pandemia global del Covid-19 impidió que se reuniera semejante cantidad de recursos para los venezolanos.
La Unión Europea y España empujaron duro para lograrlo, también las Naciones Unidas. Ese gesto tan poderoso estremeció a Maduro que hasta llegó a denunciar que la Acnur era una agencia regida por el Departamento de Estado de los EEUU.
Guaidó y su interinato agradecían, los venezolanos regados por el mundo veían aquello como un salvavidas importante.
Pero, ¿qué se sabe de esos fondos al día de hoy?
¿Hubo contraloría profunda?
¿Cómo se gestionaron los recursos, en manos de quién estuvieron?
Es importante recalcar que parte eran préstamos.
Todo se volvió opaco y poco o nada se sabe sobre el paradero real de aquella montaña de euros.
¿Los entregaron todos en realidad o fue en parte pantalla?
La poca transparencia se replicó con fondos de Venezuela congelados en Estados Unidos, 7 mil millones por un lado, y 11 mil millones de dólares por otro, específicamente de Citgo, cuyo control se traspasó al interinato de Guaidó.
Y así fue Monómeros en Colombia que estalló en denuncias de corrupción por manejos irregulares y comisiones entre la élite política del gobierno interino que era la esperanza de aquel momento.
Así, la máquina bien aceitada y a toda potencia servía a los intereses de una clase política de oposición, entiéndase bien, la vanguardia política que debía llevar a los venezolanos a un cambio político.
El mundo miraba aquello con estupor y vergüenza.
De parte de la revolución bolivariana la máquina nunca ha parado. Es un incesante sonido de caja registradora que engorda bolsillos dentro y fuera de Venezuela. Ellos tienen el control total. Por eso es difícil enumerar los casos.
Solo podemos remitirnos al periodismo serio que ha denunciado durante años el saqueo, uno que por cierto sacude hoy a las altas esferas del gobierno socialista español con el escándalo del oro donde suena en juzgados e investigaciones el nombre de Delcy Rodríguez, la vicepresidenta de Venezuela.
¿Por qué esas maletas de 2020 siguen dando tanto titular? ¿Acaso no es tiempo de saber la verdad plena?
Pero ¿qué se pretende con este texto?
Nada que el periodismo no pueda exigir como servicio social…. respuestas.
Y también acercarse a las advertencias fundadas.
¿Volverán los reconocimientos internacionales a un Gobierno paralelo sin terminar de definir una transición definitiva en Venezuela?
¿Volverá cualquier gobierno paralelo a manejar fondos mil millonarios destinados a los venezolanos sin el rigor de la contraloría y las cuentas claras?
Es tiempo de destruir la máquina.
La máquina es la corrupción.
La corrupción siempre es una bomba.
Y las bombas están hechas para destruir.
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FUENTE: >>https://diarioversionfinal.com/editoriales/analisis-editorial-la-maquina-de-empobrecer-venezolanos/
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