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lunes, octubre 20, 2025

Las Dos Caras de Venezuela en 2025: Crecimiento Económico y Clima de Miedo

La narrativa sobre Venezuela suele ser monolítica, centrada casi exclusivamente en la crisis. Sin embargo, la realidad que dibujan los datos a finales de 2025 es mucho más compleja y contradictoria. Lejos de una única historia, el país presenta una dualidad desconcertante de recuperación económica y retroceso en libertades. Este artículo explora tres claves sorprendentes que pintan un cuadro inesperado de la situación venezolana actual.

1. El sorprendente repunte de la economía

Contrario a la percepción general de una economía en ruinas, los indicadores macroeconómicos de Venezuela muestran un crecimiento sostenido y robusto. El país ha acumulado ya 18 trimestres consecutivos de crecimiento, un dato que por sí solo desafía las expectativas.

Según cifras del Banco Central de Venezuela, el Producto Interno Bruto (PIB) del tercer trimestre de 2025 creció un 8,71% en comparación con el mismo período del año anterior. Este avance se apoya tanto en la economía petrolera, que se expandió un 16,12%, como en la no petrolera, con un alza del 6,12%. Los sectores con mayor desempeño reflejan una reactivación diversificada:

* Construcción: 16,40%
* Transporte: 9,35%
* Manufactura: 8,98%

Este desempeño no es casual; responde a una estrategia gubernamental centrada en una liberalización económica de facto, la activación de "13 motores productivos" y el fortalecimiento de las cadenas de valor. Sin embargo, este modelo de recuperación, altamente dependiente del sector petrolero y de la construcción, plantea interrogantes sobre su sostenibilidad y su capacidad para generar un bienestar distribuido equitativamente entre la población.

2. La paradoja: Cifras en verde, derechos en rojo

En paralelo a esta aparente bonanza económica, informes de prestigiosos organismos internacionales pintan un panorama sombrío en materia de derechos humanos. Organizaciones como Human Rights Watch, la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos denuncian una situación de represión persistente en el país.

Los informes detallan un patrón de detenciones arbitrarias, incomunicación de detenidos, maltratos y un clima generalizado de miedo, especialmente tras los últimos procesos electorales. La conclusión es grave y apunta a una estrategia deliberada para coartar las libertades ciudadanas.

Se señala una actuación planificada por el gobierno para limitar libertades y generar un clima de terror en la población.

Esta dualidad no es una paradoja, sino una característica central de ciertos modelos de gobernanza autoritaria: el crecimiento económico se utiliza como una herramienta de legitimación y control social. La aparente bonanza macroeconómica busca generar aquiescencia y desviar la atención de la erosión sistemática de las libertades civiles, creando una estabilidad superficial que enmascara una profunda crisis de derechos.

3. El factor externo: Un mundo cada vez más volátil

Ampliando la perspectiva más allá de sus fronteras, el futuro de Venezuela también está condicionado por un escenario global cada vez más incierto. El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos introduce un factor de alta imprevisibilidad que incrementa la volatilidad geopolítica a nivel mundial, generando nuevos desafíos en acuerdos internacionales y avivando disputas regionales.

Para Venezuela, un cambio en la Casa Blanca podría significar una reconfiguración de la política de sanciones, un endurecimiento de la retórica diplomática o, por el contrario, un giro pragmático en las negociaciones. Esta incertidumbre obliga al país a navegar en un entorno donde sus alianzas y su frágil apertura económica pueden verse amenazadas o, inesperadamente, beneficiadas, dependiendo de los vientos geopolíticos.

En conclusión:

La realidad de Venezuela en 2025 es una compleja mezcla de señales positivas en lo económico y alarmantes en lo humano y político. Es un país que crece en cifras mientras, según observadores internacionales, decrece en libertades, todo ello enmarcado en un tablero global cada vez más impredecible. La pregunta que se impone es si un modelo que compra estabilidad macroeconómica al precio de las libertades civiles es sostenible a largo plazo. Al final, la historia de Venezuela no será contada solo por las cifras del PIB, sino por la capacidad de su gente para ejercer plenamente sus derechos.

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FUENTE: >>Alan J Brito B

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