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viernes, diciembre 12, 2025

DIOS NOS AGARRE CONFESADOS

Este mundo es un lugar maravilloso para vivir y la vida es realmente increíble, por eso debemos levantarnos de nuestras camas con entusiasmo, sentir que nuestras energías están completamente recargadas y que somos capaces de lograr lo que queramos. 

¡Buenos días, amigos y panas   feliz inicio del fin de semana. 

De su pana ANDRÉS RIVERO el sanjuanero mayor

DIOS NOS AGARRE CONFESADOS

Cuando el silencio institucional se disfraza de ternura

Lo que el cardenal Baltazar Porras narró con tono sereno y lenguaje eclesial es, en realidad, un acto de violencia institucional. Un atropello que no solo vulnera sus derechos como ciudadano venezolano, sino que expone —una vez más— la arbitrariedad de un régimen que se dice democrático y respetuoso de los derechos humanos, pero que actúa como lo contrario: como un poder que castiga, humilla y silencia.

El cardenal no fue detenido, pero fue vigilado. No fue golpeado, pero fue intimidado. No fue acusado, pero fue despojado de su derecho a la movilidad. Le negaron explicaciones, le impidieron documentar lo ocurrido, lo aislaron, lo dejaron sin pasaporte y lo obligaron a regresar a casa como si fuera un sospechoso, no un ciudadano con derechos.

Lo más grave no es solo lo que le hicieron a él, sino lo que sugiere su carta: que esto es “lo más común” desde hace un cuarto de siglo. Que no es un hecho aislado, sino una práctica sistemática. Que si esto le ocurre al máximo representante de la Iglesia católica en Venezuela, ¿qué queda para quienes no tienen sotana, ni título, ni apellido, ni micrófono?

El cardenal elige no dar entrevistas. Prefiere que el mensaje de estos días sea el del Adviento, la Navidad, la ternura. Pero su carta es, en sí misma, una denuncia. Una denuncia envuelta en lenguaje pastoral, pero que deja claro que en Venezuela no hay garantías, ni siquiera para quienes deberían tenerlas todas.

El Día Internacional de los Derechos Humanos, su testimonio nos recordó que sin información no hay derechos, y sin derechos no hay dignidad. Que la represión no siempre se ejerce con balas: a veces basta con un pasaporte retenido, una amenaza velada, una puerta corrediza que se cierra y te deja solo, sin respuestas.

Y que la esperanza —como él mismo dice— no está en la obediencia ciega ni en la resignación, sino en la verdad que se construye en paz, sin abusos. En la voz que se alza, incluso cuando se disfraza de carta fraternal.

*Es Auténtico*
*César E. Gómez H.*

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FUENTE: >>Andrés rivero

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