La sociedad venezolana entro en una etapa de desconcierto. Los dirigentes de un sector de la oposición, agrupados en la cúpula de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), no terminan de sacudirse la redada generada por el régimen desde la mesa de “negociación y acuerdos”.
Los acuerdos los hubo por ambas partes, pero los resultados son evidencia que no se trabajo sobre la base de lo ofrecido por el sector de oposición a sus seguidores, es decir, la estrategia “si es que la hubo” al final beneficio al oficialismo.
Silenciar la protesta era una estrategia del régimen y lo lograron; aplazar la realización del Referéndum Revocatorio (RR) fue otra de las jugadas del oficialismo y lo lograron; evitar perder el poder CONSTITUCIONALMENTE fue la vía asumida por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), y lo están alcanzando, a menos que se genere un golpe de estado, y no pueda el oficialismo concluir su mandato en 2019.
Lo que resta por cacarear es el llamado a elecciones generales, y eso sólo es posible con una sociedad activada en la calle, y alcanzar ese cometido requiere de nuevos actores en la conducción de los sectores opuestos al régimen, que en definitiva son la mayoría de los ciudadanos venezolanos, pero
que no controlan institución alguna, ya que la Asamblea Nacional (AN), es controlada por el régimen desde un espurio Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
La inmediatez está dando como resultado la inconformidad de los ciudadanos. No presionar para que lo legalmente establecido se cumpliera, ha dejado en manos de instituciones sin autonomía, la discrecionalidad de hacer o no, según la conveniencia. Un punto central de ese regalito al oficialismo está centrado en las Elecciones de Gobernadores y Diputados a los Consejos Legislativos.
Los repartos vulgares de los diferentes espacios de elección entre la cúpula oficialista de la oposición, pasando por encima del sentimiento de los ciudadanos y de la CONSTITUCIÓN, es evidencia del desmoronamiento moral para sentarse en una mesa a exigir el cumplimiento de la misma. Un solo ejemplo de ello la imposición y postulación de candidatos importados en circuitos electorales a la AN.
La lucha por rescatar y reivindicar el sistema de libertades no cesa en el seno de la sociedad venezolana. Restituir la credibilidad y confianza de los ciudadanos en las instituciones y sus dirigentes pasa por asumir con humildad los errores cometidos y permitir la participación de la diversidad en el contexto de la unidad.
Las cúpulas no pueden seguir jugando con la paciencia de los ciudadanos. No aclaren, porque oscurecen.
ARTURO MOLINA
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