1 Corintios 16:14
Nada en este mundo tiene más poder que el verdadero amor, sí, ese que se cultiva de lo más profundo de nuestro ser cuando somos influenciado por el más grande poder que existe en el universo.
Solo la presencia de Dios en nuestras vidas cuando nos convertimos en su templo y morada por medio de Jesucristo nos convierte en personas sin egoísmos y sin intereses personalistas , antes bien buscamos la manera de darlo todo por el bien común o comunitario sin esperar mayor recompensa que la que pueda venir del eterno para bendecir nuestras vidas y la de nuestras familias o comunidad eclesiástica y hasta de una nación.
De allí se desprende la premisa que todas las cosas que hagamos debemos hacerlas con amor y por amor, que nada debemos hacer con ira, celos,
contiendas ni por obligación porque eso no agrada a Dios.
Alguien dijo "La antítesis del amor no es el odio, es la indiferencia"
Cuando manifestamos abierta o encubiertanente indiferencia ante una obra de bendición, de caridad, o de bien común, estamos expresando sin abrir la boca que el amor no está en nosotros y que es totalmente falso que Dios está en nuestro corazón .
Y esto, es tan cierto cómo hacer algo que le agrade a Dios o al prójimo por obligación o con el firme deseo de aparentar o simplemente figurar para ser visto de los hombres esperando recompensas terrenales.
Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Colosenses 3:22-24
En esta palabra el apóstol Pablo inspirado por el Espíritu Santo nos habla a todos aquellos que nos consideramos servidores, a los que tenemos un oficio, arte, desempeño o manera de servir, que no hagamos nada para agradar al ojo del hombre, sino que todo se haga con amor para agradar a Dios y recibir sus recompensas eternas antes que las efímeras y temporales que nos puedan dar nuestros amos terrenales .
Es tiempo de entender que debemos cambiar nuestra vana manera de pensar tratando de conquistar recompensas pasajeras cuando tenemos la oportunidad de sembrar en el reino y para el reino y así cultivar lo eterno y no lo perecedero
Hagamos todas las cosas para agradar a Dios y con todo el amor que él ha depositado en nosotros, buscando primeramente el reino de Dios y su justicia, creyendo firmemente que El se encargará de entregarnos las añadiduras.
La bendición del Señor es la que enriquece y no añade tristeza con ella .
Buen día. Bendiciones
SHALOM. I.R.R.M.
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