Managua, Nicaragua
28 Julio 2012, 12 a.m.
elnuevodiario.com.ni
En el siglo pasado para mí fue una importante revelación la que me hicieron los escritos del jesuita mexicano José Porfirio Miranda (que entonces era jesuita) haciéndonos ver que si el marxismo y la religión aparentemente eran incompatibles, no lo eran Marx y la Biblia: la enseñanza de la Biblia era la misma del marxismo. Los ataques a la religión que Dios hace en la Biblia son más fuertes que los que hace Marx. Dios está siempre diciendo a través de los profetas que no quiere culto, que está aburrido de las plegarias, de los sacrificios, del incienso, de los ayunos (es decir de la religión) y que lo que él quiere es que se rompan las cadenas de los cautivos, que no se despoje a los huérfanos y a las viudas, que haya justicia entre los hombres: y el mensaje de Cristo fue siempre en esa línea.
En realidad el comunismo tiene un origen cristiano, y estoy muy de acuerdo con José Porfirio Miranda, teólogo y experto en Biblia, cuando escribe en su libro El comunismo en la Biblia que fue una aberración que al cristianismo después se le hiciera anticomunista. “¿Qué especie de locura se ha abatido sobre el mundo occidental para que combata como a su máximo enemigo lo que es el proyecto cristiano por excelencia?” Dice también él, que cuando la propaganda política presenta al comunismo como inseparable del materialismo niega la evidencia de que durante 18 siglos existió la idea del comunismo sin ningún materialismo. ¿Por qué va a ser materialista tener todas las cosas en común? Que el comunismo no puede separarse del materialismo es una falsedad monstruosa como las de Hitler, también afirma él. O en todo caso el primer materialista fue Cristo cuando dice: “Tuve hambre y no me disteis de comer ”
El mismo Miranda nos hace ver que el enfrentamiento es entre dos interpretaciones de la Biblia, no entre cristianos y ateos. Con la diferencia de que unos toman el mensaje de Cristo a la letra. A los que nos achacan que nos importa más el cambio de estructuras que el de la persona, Miranda nos dice que habría que responderles que el cambio de estructura social es el medio indispensable para cambiar a la persona. Pero el hecho fundamental es que el mensaje de la Biblia es el comunismo.
Lucas nos dice de los primeros cristianos: “Todos los creyentes tenían todo en común” (Act. 2, 44). Y también: “Ni uno solo decía ser suya cosa alguna” (Act. 4, 32), lo cual revela que el comunismo fue universal, no de unos cuantos: “Todos los creyentes”. Para ser cristiano la condición era el comunismo. Ser cristiano era optativo, nadie era obligado a serlo. Pero para el cristiano el comunismo era obligatorio. Lo cual es acorde con las palabras de Cristo: “Todo aquel que no renuncie a todo lo que tiene no puede ser mi discípulo”. (Lc 14, 33).
También es un hecho que la Biblia está siempre condenando a los ricos. Aunque las traducciones muchas veces la traicionan. Con frecuencia por “ricos” se traduce “malhechores”, y con ello se oculta la condena: no hay ningún problema que se condene a los malhechores. También en Alemania la Biblia de Zúrich, una de las más divulgadas, realiza este ocultamiento, y donde el texto habla de ricos se traduce por “malhechores”.
Los ricos son los “injustos” en la Biblia. “Rico” es igual a “injusto”. El profeta Habacuc dice que “son los que convierten el derecho en amargura”. También dice de ellos que le van quitando al pobre “pequeñas porciones de trigo”, o sea que lo están haciendo cotidianamente, y lo hacen en forma legal mediante un sistema injusto. Y por eso es que convierten el derecho en amargura. Es el despojo permanente del capitalismo.
Igualmente dice Jeremías:
No hicieron justicia, el derecho del huérfano atropellaron,
No respetaron la justicia de los pobres.
En la Biblia la acumulación de la riqueza es por el despojo, y de ahí que decir rico es decir injusto. Por eso es que en la Biblia se condena al rico únicamente por ser rico, sin que sea necesariamente un mal “rico”. Por eso también “rico” simplemente es igual a “injusto”. Decir injusto es decir rico.
También la Biblia muchas veces es falseada intencionalmente (incluyendo la Biblia de Zurich) cuando se traduce “injusto” por “ateo”. De esa manera pareciera que se condena a los ateos, no a los ricos. A pesar de que se da el caso que muchos de esos ricos de la Biblia no son ateos.
El Apóstol Santiago nos dice en su Epístola expresamente (2, 6): “¿No son los ricos los que os oprimen y los que os llevan a los tribunales?” Lo de tribunales es porque están operando mediante la ley. La ley está de su parte, y ese despojo de los ricos es hecho legalmente por un sistema injusto. Por eso es que para la Biblia el rico es injusto simplemente por ser rico.
También se ha creado una funesta equivocación por el hecho de que Mateo llama “Reino de los Cielos” a lo que los otros evangelistas llaman “Reino de Dios”. Lo hace por la costumbre judía de no mencionar, por respeto, el nombre de Dios. Por no decir Dios dice el Cielo, pero eso no es de ninguna manera que el Reino esté en otro mundo. Cristo continuamente nos está diciendo que el Reino viene a la tierra. Al enseñar la oración del Padrenuestro nos dice que pidamos que venga, no que nosotros vayamos a él.
La verdadera traducción no es reino sino reinado de Dios. No es como decir el reino de Francia, sino el reino de los Borbones. Significa la abolición de todo otro poder político y la instauración de un sistema nuevo. Hay teólogos actuales que dicen que la expresión “Reino de Dios” que usaba Jesús era muy semejante a lo que ahora es la palabra “revolución”. Era algo igualmente subversivo, y tanto que fue lo que lo llevó a la muerte.
También ahora está muy claro que cuando Jesús dice a Pilatos que su Reino no es de este mundo no dice que esté en otra parte. En griego esta expresión de significa origen. San Agustín lo expone con mucha claridad: Jesús no dice que su Reino no está en este mundo sino que no procede de este mundo.
Ponerlo en otro mundo fue una traición al Evangelio. El Reino será una sociedad justa, perfecta, y una sociedad sin clases. Por eso yo he dicho en un poema: “Comunismo, o Reino de Dios en la tierra que es lo mismo”.
Ya era tiempo que convergieran cristianos y marxistas como lo había profetizado el paleontólogo y místico Teilhard de Chardin. Los cristianos tarde hemos llegado al marxismo pero hemos llegado para quedarnos. Mejor dicho, hemos vuelto a nuestras raíces. ¿No había hecho ver Engels que el ascetismo del cristianismo primitivo era una protesta contra los ricos? El sacerdote Cardonel declaró al regresar de China: “He visto lo que habría sido la cristianidad si hubiera tomado en serio la enseñanza de Cristo”.
Del comunismo venimos. Comunistas son nuestras fuentes, los Santos Padres. San Gregorio de Nisa dice que al principio “el mío y el tuyo, estas palabras funestas, eran extrañas”. Y San Basilio: “Una sociedad perfecta es la que excluye toda propiedad privada”. “Todas las cosas que hay en el mundo debieran ser de uso común”, dice Clemente Romano. Y San Ambrosio de Milán: “El Señor ha querido que esta tierra fuera la posesión común de todos los hombres”. Y Crisóstomo: que la comunidad de bienes es una forma de existencia más adecuada a la naturaleza humana que la propiedad privada.
Una vez que visité el monasterio benedictino de María Laach el abad me preguntó cómo era que yo defendía el comunismo. Y le respondí que la orden de ellos era comunista, si aún eran fieles a la regla de San Benito, la cual habla del “perverso vicio de la propiedad privada”.
La humanidad fue socialista hasta que hubo la propiedad privada. Tiene razón el teólogo Leonardo Boff cuando dice: “Los ideales socialistas están enraizados en los substratos más profundos de este animal político que es el ser humano. Ahí se alimentan peligrosas utopías”. Ahora muchos no se atreven a hablar de marxismo, ni aun de socialismo, mucho menos de comunismo. Pero yo he observado que entre las izquierdas, los cristianos de izquierda son los que menos se han descorazonado ante la debacle de la Unión Soviética y la Europa del Este. Los últimos en llegar al marxismo son los que más han mantenido su confianza inquebrantable.
Creo que para los cristianos no hay otra opción más que el socialismo. Creo que el siglo XXI será el de un nuevo marxismo y un cristianismo renovado. Un cristianismo marxista.
* Poeta
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