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sábado, diciembre 21, 2019

¡Bendita tú entre las naciones, Venezuela. Y bendito el fruto de tus entrañas!

Dios viene a nuestro encuentro, Venezuela, según el Cantar de los Cantares. Nos ha escogido como nación en que sus milagros se van a manifestar. Quizá por nuestra situación como territorio dotado abundantemente en sus entrañas de riquezas naturales, que es lo único escaso en el mundo de hoy, pues la tecnología es
abundante, realmente. Y muchas fuerzas mundiales se concentran en la búsqueda de lo escaso. China, Rusia, Estados Unidos. Cuba el vampiro, la sanguijuela (que vive de la sangre de los demás).

Quizá porque debemos ser el ejemplo en lo que viene de cómo administrar la escasez con criterios de abundancia (contrariamente a como se enseña normalmente en economía: administrar la abundancia con criterio de escasez): como los recursos naturales son escasos, debemos administrarlos como pertenecientes al mundo entero, y aplicar la tecnología para hacerlos rendir para todos: de manera que nos sirvan a nosotros y a toda la humanidad. Con criterios sustentables para que la abundancia trascienda nuestro tiempo: no solo para esta generación, sino para todas las demás. Para que la humanidad sea posible eternamente, y no se acabe, por los errores planetarios en lo ecológico, en materia de guerras, discriminaciones, migraciones indeseadas, etc.

Una nueva civilización debe nacer de nuestro renacimiento. Signado por los milagros de Dios. Que los salvadores del mundo salten de alegría cuando Venezuela alumbre su Salvador, como pasó con el hijo de Ana (Juan Bautista) cuando vino María a visitarla, según el evangelio de Lucas 1.

Hoy celebramos lo bello del encuentro y la unión y la alianza, como veremos en Cantares y en Lucas. Del reencuentro también, de quienes estaban dispersos, alejados por alguna razón, entre ellas la opresión y la maldad de los abusadores y violadores de la patria. Encuentro y reencuentro entre amigos. Entre hermanos. Entre padres e hijos y nietos y abuelos. Entre amantes. Esposos. Novios. Entre países. Entre Dios y los hombres. Entre los hombres y los animales y las plantas. Encuentros signados por el amor verdadero y por el mutuo enriquecimiento. Alianzas para el país y el universo: Prosperará Venezuela para provecho del mundo. Y vice-versa.

Un nuevo alumbramiento viene en camino: el de Venezuela con impacto mundial. De mutuo beneficio y de salvación de la especie y de las especies. Un milagro del Espíritu. El Santo, pues todo al fin y al cabo es energía. Amor, en otras palabras. Solo ese poder puede hacer el exorcismo para que cese la maldición de la abundancia del excremento del diablo, y se transforme en bendito el fruto de las entrañas de Venezuela.

A ver qué les parece:

*Cantar de los Cantares (2,8-14)*

¡LA voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan se perfume.
Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».


*Salmo 32,2-3.11-12.20-21*

Aclamad, justos, al Señor;
cantadle un cántico nuevo.

Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones.

El plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.

*Lucas (1,39-45)*

EN aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».


Cordialmente y pendientes, que lo bueno ya llegó

Felipe Pérez Martí
(Estas son mis opiniones personales; no las del Movimiento Libertadores, ni del Pacto Republicano, donde hay libertad religiosa e ideológica).

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