11-03-2000El término “invivible” con la connotación nostálgica de todo lo que tiene que ver con la fragilidad de la existencia humana, se lo escuché a un entrañable amigo colombiano, Don Libardo Gómez Lerú, víctima él y su familia de la persecución y acoso criminal de la guerrilla FARC ELN que contaminó y se ensañó en unos de los pueblos más laboriosos del planeta y que, como ahora lo hace la diáspora migratoria venezolana, tuvo que salir de su pequeña finca en tierras altas–Cundinamarca- para venirse a los Andes Merideños en donde por un buen tiempo nos ayudó con sus experimentados conocimientos de agricultura y ganadería.
La repulsiva palabreja “invivible” le cuadra ahora a Venezuela, con el agravante que es el propio gobierno usurpador, configurado en dictadura militar, el ente empeñado en hacerle la vida imposible a la ciudadanía que como es natural, legítimo y
civilizado, aspira a tener el desarrollo biológico, social, económico digno de llamarse humano, organizado como nación, estado, república independiente y no como colonia de ensayo para que otros países, ciertamente fracasados en sus aplicaciones políticas-filosóficas de dominación y barbarie, obsoletas y “periclitadas”, vengan a saquear nuestras riquezas y empobrecer aún más al pueblo, ese mismo que sigue a la intemperie aguantando el chaparrón bestial y ver con ojos propios que la cáfila de civiles y militares no tengan el menor escrúpulo ante tanta muerte, desolación y miseria, “casas muertas”, en que han convertido al más bello y encantador país de América, Nos duele reseñarlo como si se tratara de una “muerte anunciada”, Actualmente Venezuela es un país invivible.
Así lo han entendido cerca de 6.000.000 de compatriotas que, por fortuna, con su valiente resolución, evidencian ante el mundo que no es montaje la tragedia viralizada y que como en China tendremos que acopiar voluntades, todas cuanto sean necesarias para dominar, expulsar y juzgar a la tiranía que azota a Venezuela.
Asocio el término “invivible” a la de homicidio-suicidio a cuenta gotas porque sin esconder realidades, causas e efectos se anudan para mostrarnos una nación empobrecida encausada a desenlace incierto.
No obstante, lo que queda como República, el maravilloso comportamiento de la Asamblea Nacional, -único poder público que sobrevive- , con Juan Guiadó dando muestras inequívocas de capacidad, conocimiento y coraje para rescatar la re institucionalidad, nos da la seguridad de ir por buen camino.
La malignidad del régimen en los estertores de su agonía, ha instrumentado métodos, fallas programadas, trucos económicos, manejos monetarios, persecución y liberación, actos de amedrentamiento, acoso a la educación, a las universidades, asfixia a la salud pública; en fin, un sin número de triquiñuelas y disparates, acompañados de actos y entrenamientos militares, de negociados y acuerdos, de asquerosas compra de consciencia, de teatrales diálogo y acuerdos, todos falsos, como son falsos y mercenarios los interlocutores, fomentando un clima de expectación en donde por desgracia, gentes que profesa serias esperanzas y probada disposición al cambio se consumen de tal forma que ven obscurecida la penumbra y lentamente entran en trance de resignación., inaceptable.
No sucumbamos ante la mentira, las amenazas, el engaño, la estafa continuada.
No han ninguna razón, ni circunstancia que pudiera permitir que quienes lo destruyeron y acabaron con sus instituciones, incluidas las FANB pudieran de alguna manera recuperarlo.
Lo importante es saber que en la ruta escogida para llegar al final feliz, los pasos a dar están contemplados en la Constitución, que ´Guaidó está respaldado por el reconocimiento de 60 países y que somos el 85% quienes queremos cambio de régimen.
La fe es nuestro principal aliado y con nosotros esta el mundo civilizado, democrático, el estado de derecho, nos apoyamos en principios jurídicos públicos y privados, nacionales e internacionales: la legítima defensa, el estado de necesidad, la responsabilidad de protección, la OEA, el TIAR, la CIDH, la CPI, la Comisionada de la ONU para los derechos humanos, la Iglesia Católica Venezolana: DIOS Y HOMBRE. Gracias Padre Kique.
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