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lunes, marzo 16, 2020

Marzo, mes oscuro para Venezuela

En 2019, significó el apagón más grande de la historia del país; 2020, cuarentena por Covid-19

El 7 de marzo de 2019, es una fecha que quedó marcada en Venezuela por registrar el inicio del apagón más grande de la historia de la nación petrolera y que dejó atrapado a los venezolanos en casa. A escasos días de conmemorarse un año del caos eléctrico, el país vuelve a la cuarentena voluntaria ante la llegada del coronavirus, pandemia originaria en Wuhan, China, al territorio nacional.

Coincidencias y diferencias entre sendas emergencias

Como la oscuridad, el coronavirus llegó al país sin aviso, aunque en ambas circunstancias expertos advirtieron con anticipación los riesgos que sendos fenómenos representaban para el país, la
administración de Nicolás Maduro no tomó medidas preventivas.

Antes blackout absoluto del país, ingenieros eléctricos y organizaciones no gubernamentales habían señalado que la desinversión en el sistema eléctrico, encabezada por el desfalco de Derwick Associate, implicarían el colapso definitivo del Sistema Eléctrico Nacional.

Al producirse el apagón, producto de la inacción del Estado, la respuesta desde Miraflores fue señalar a terceros de sabotaje y apostar a la eterna matriz de desestabilización incriminando a la oposición venezolana.

En el caso del aterrizaje en el país de pacientes contagiados de Covid-19, también médicos y gremios de la salud han enfatizado que el sistema de salud del país no está en condiciones para atender una pandemia.

El llamado hasta el momento desde la administración oficial ha sido de no politizar la situación. Pese a ello no se han escapado Nicolás Maduro y demás voceros rojos de incriminar carencias sanitarias a las sanciones económicas que impuestas por Donald Trump sobre funcionarios chavistas y entes públicos y privados que oxigenen al madurismo.

Hospitales en estado crítico de salud



Venezolanos acuartelados

En ambos episodios de contingencia nacional, los ciudadanos han visto limitado su movilidad. En 2019, la restricción del servicio eléctrico y las secuelas de esto: escasez de aguas, limitaciones en operaciones bancarias, entre otras; obligó a los venezolanos a mantenerse en sus hogares. Los primeros días del apagón, las ciudades registraban un toque de queda no oficial. Solo prestaban servicios automercados, farmacias y sitios que contaran con plantas eléctricas.

Hoy, los riesgos de salud pública han obligado a quienes ostentan el poder en Miraflores a decretar Estado de Alarma Constitucional, para contar de este modo con las potestades necesarias para suspender las garantías que hicieran falta en el marco de la lucha para frenar el virus nacido en China a finales de 2019.

¿En qué consiste el Estado de Alarma decretado por Maduro?

Miranda, el estado hasta la fecha con más casos de contagios confirmados en el país, ha limitado vía decreto la actividad comercial, medida que muy probablmente se extienda en el resto de la geografía nacional.

El interior del país, cada vez más parecido a un retrato de Casas Muertas, la insigne obra de Miguel Otero Silva.

Pérdidas económicas

Según balance del Comité de Afectados por los Apagones más de 50 millones dólares representó para el país, la crisis eléctrica registrada en 2019, lo que contribuyó a que el Producto Interno Bruto nacional (PIB) se contrajera 35% para ese año.

Aunque aún los entendidos, parece ser muy pronto para estimar las consecuencias financieras del Coronavirus en un país que acumula seis años en depresión económica; Asdrúbal Oliveros, economista, ha advertido que tendrá un fuerte impacto en el sector privado que se mantiene de pie en el país.

Pandemia y depresión económica en Venezuela


Asdrúbal R. Oliveros
✔@aroliveros

Otro aspecto: muchas familias dependen de la ayuda de familiares en el exterior. Pero con el mundo paralizado y mercados laborales flexibles, ese flujo de ayuda disminuye y crea más vulnerabilidad.


Asdrúbal R. Oliveros
✔@aroliveros

Es cierto que Vzla vive una depresión económica sin precedentes, pero está crisis puede profundizarla más, pues afecta enormemente la capacidad de acción del poco sector privado que está de pie. Todavía es prematuro ver los alcances, pero puede ser grave.

Mercados desabastecidos

Entre las principales secuelas de la falla eléctrica se enumera el aceleramiento a la dolarización de facta que existe en la nación suramericana. Los venezolanos, en las horas posteriores al apagón pudieron, ante la escasez casi absoluta de bolívares en efectivo, los altos costos y las limitaciones en las operaciones bancarias digitales, se vieron obligados a pagar en moneda extranjera para abastecerse.

Hoy, con el dólar como moneda de libre cambio, es rutina la venta en divisas de guantes, tapabocas y otros artículos necesarios para frenar el contagio de Covid-19, así como alimentos e insumos de primera necesidad.

En ambas y delicadas situaciones, los mercados han sido focos de compras nerviosas y con el paso del tiempo el desabastecimiento se ha puesto, mientras reina la incertidumbre de la próxima reposición de inventario.

En cuanto a la distribución de alimentos en Venezuela, Edisón Arciniega, director ejecutivo de Ciudadanía en Acción, advirtió en el pasado reciente que Venezuela en los últimos meses mantenía “abastecimiento artificial”, debido a la poca capacidad de compra que representa hoy el poder adquisitivo de los venezolanos.

El Clap como instrumento de control social

Es por ello, que ante la emergencia que hoy mantiene a la República en cuarentena, quede en evidencia que los mercados no tienen capacidad de reposición de inventario inmediata.


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