Caracas 15 de marzo de 2020. La primera impresión es que parece un abuelo, que lo es con 78 años, pero no precisamente de los que ocupan su tiempo en correr detrás de los nietos. Este hombre demuestra más ser un estadista a quien los problemas de Venezuela le quitan el sueño. Tiene una figura voluminosa y unos ojos claros que escudriñan todo. Sonríe casi nada, aunque eso no lo muestra hostil, por el contrario, es de cuidadosos modales y gentileza extrema. Asumo que, por el privilegio de la edad, se permite contestar todo, sin cuidar discursos ni costos políticos. Él es el doctor Humberto Hilarión Calderón Berti.
Esta entrevista, exclusiva para Infobae, tuvo dos etapas. La primera fue en un café madrileño, donde solo hablamos de temas venezolanos y cuando el tiempo se agotó ya era tarde para grabar. Tuvo la
gentileza de invitarme a su casa donde, luego de charlar largo rato, tuvimos una hora de esta entrevista de preguntas y respuestas.
Citó un par de veces que es andino, específicamente de Trujillo. También resalta su trabajo como presidente de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y como gran logro cuando participó en la Nacionalización del Petróleo. Fue ministro de Energía y Minas en el Gobierno de Luis Herrera y canciller en el de Carlos Andrés Pérez. Además de haber sido parlamentario.
Insiste en que cuando fue a Colombia como embajador de Juan Guidó, lo hizo de manera desinteresada. “Trabajé ad honorem 10 meses”, dice. “Solo al principio había gente que ayudaba; los últimos 5 o 6 meses tuve que cubrir los gastos de funcionamiento, del personal, de viajes y eso significa un sacrificio económico para mí, pero nadie me lo pidió eso lo decidí yo”.
Confiesa que en junio 2019 le dijo a una persona cercana a Guaidó que le sugería tres cosas. “Que revise su entorno íntimo porque hay gente ahí tóxica, porque cuando se trata de funciones del Estado hay que actuar como hombre de Estado. En 2º lugar que él debe ejercer su condición de presidente encargado y no estar sometido al escrutinio permanente del G4. Y en 3° lugar, sacudirse el tutelaje de Leopoldo López, porque todo el mundo lo ve como una persona tutelada por él y eso no es bueno, pues en Venezuela a nadie le gustan los títeres. No me prestó atención a lo que le mandé a decir”.
Dice convencido que debe respetarse a la Fuerza Armada. “Hay buscar un diálogo con ellos, con interlocutores válidos y hay que garantizar una salida idónea tanto a ellos como a los propios funcionarios del régimen, porque el chavismo está ahí y eso no se puede ignorar, y hay que darle espacio político”.
Considera que es necesario un gobierno de transición, no menor de 18 meses a dos años, para tomar medidas con respaldo pleno de las fuerzas armadas, de los grupos políticos. A su juicio es importante el rol del G4, pero hoy la fotografía política es distinta a la de hace cinco años. “La oposición venezolana hoy es mucho más heterogénea, más variable, hay sectores importantísimos de la sociedad civil que no están en el G4, como la intelectualidad venezolana y sectores empresariales”.
Se asegura en decir que “lo que he hecho toda mi vida ha sido ser un servidor público y todavía tengo aliento, tengo voluntad, tengo lucidez hasta que Dios lo decida”.
-¿Cuéntenos cómo fue exactamente ese rompimiento con el sector que lo llevó a ser embajador en Colombia?
Creo que fue básicamente tres cuestiones. Lo primero fue lo de Cúcuta, que me enteré por alerta de las autoridades colombianas de cosas indebidas. La información que me suministraron, la hice procesar, la puse en manos de auditores; en la fase final de la auditoría, la información se filtró, lo que molestó a algunos integrantes del G4. Las personas que hicieron eso no fueron puestas por mí, sino por el presidente encargado. No fui yo quien descubrió lo sucedido, sino las autoridades colombianas. Lo que hice fue formalizar la denuncia ante el Fiscal General de Colombia; solo espero que la fiscalía cumpla con su deber. Ojalá no traten de desviar la investigación, que ha tomado más tiempo del estipulado. Lo que hice molestó a sectores del gobierno interino.
-¿La segunda causa de molestia contra usted?
Fue cuando el control de Monómeros. Sugerí, como me lo pidieron unos nombres para la junta directiva, de personas que no conocía; unos nombres fueron tomados en cuenta y otros no. De esos ya ninguno está ahí, porque todos fueron sustituidos por gente afines a los partidos de G4. Internamente dije que me parecía impropio que hubiesen partidizado a Monómeros, que había rumores desagradables en Barranquilla de que quienes llegaron hicieron cosas que la administración chavista no se había atrevido a hacer. Hay rumores internos del desagrado en el personal colombiano, que es el 95 % del personal. También el desfile de gente buscando acuerdos y contratos, lo califiqué de impropio, lo que molestó a algunos.
-¿El tercer elemento de molestia, cuál fue?
Que estuve en desacuerdo cuando se iniciaron los diálogos de Oslo y de Dominicana; dije que lo que pretendía el régimen era ganar tiempo, que eso no iba a producir ningún resultado y que crearía confusión en la oposición. El Gobierno colombiano estuvo muy desagradado con la cuestión de Oslo, porque fue hecho a sus espaldas. Le envié una nota al presidente Juan Guaidó, que nunca me respondieron, donde le decía que si Colombia era, junto con los Estados Unidos, uno de nuestros principales aliados, debía tener la delicadeza de compartir las cosas con ellos, no pedirle permiso, pero sí compartirla porque la solidaridad era un camino de doble vía.
-Entonces fueron tres cosas importantes que molestaron al equipo de Juan Guaidó.
Sé que quien estuvo detrás de todo eso fue Leopoldo López, porque la gente que estaba en Cúcuta eran amigos de él y de su partido. Es verdad que ellos apartaron a la gente, después de que habían cometido las fechorías, pero se identificaron con ellos y se molestaron conmigo; hicieron las cosas al revés. Lo del hurto de Cúcuta no fue la trapacería que pudiera haber ocurrido, fue lo del 23 de febrero; nunca supe qué se les dijo a los presidentes Duque de Colombia, Piñera de Chile y Benítez de Paraguay que iba a ocurrir para que se movilizaran a Cúcuta. Sí sé el malestar que hubo entre ellos, porque se les dijo algo que no ocurrió. Por otra parte, lo del 30 de abril fue otro error, igual que lo de Oslo. Y detrás de esas tres cosas estuvo Leopoldo López.
-Usted lo ha señalado así públicamente.
Lo que he dicho públicamente de Leopoldo López es lo que piensan sus propios compañeros de partido y del G4, porque muchos de ellos me lo han dicho. ¿Por qué se dejan naricear y llevar a cometer errores por los caprichos o comportamientos erráticos de Leopoldo López? Creo que Leopoldo se ha convertido en un problema serio y de Estado, porque la mayoría de las cosas que ha inventado han salido mal.
-¿Es cierto que el diputado Luis Florido se presentó a su oficina con Rosana Barrera, una de las del Cucutazo, y usted se negó a recibirlos?
No exactamente. Envié a una persona de la embajada a que hablara con Rosana para recibir la información; para mi sorpresa, me informaron que quien estaba con ella era Florido, quien empezó a defenderla. Yo tenía pautada una reunión con Florido que él me había solicitado ese mismo día. Cuando me entero de que estaba en plan de defender a Roxana, me pareció una falta de respeto conmigo, por lo que cuando se presentó a la oficina no lo quise recibir.
-¿Qué hay de cierto que unas semanas antes de su destitución de la embajada, Guaidó le había pedido renunciar y usted se negó?
Guaidó nunca me dijo eso. Hablé con Guaidó tres veces en Cúcuta y pedí verlo solo porque había mucha gente ahí. Fueron reuniones cordiales de unos minutos. En Bogotá sí hablé con él un par de veces. Cuando el G4 me llamo para saber qué había pasado exactamente, él estuvo presente en la reunión. Posteriormente sostuvimos una conversación telefónica, creo que en junio. Esa fue la última vez que hablamos y le dije que yo tenía muchos años en la vida pública, lo único que tenía era mi trayectoria de hombre público de conducta intachable, que yo no vendía humo sino realidades. Que cuando se tenía 25 o 30 años se vendía humo sobre la honestidad. Esa conversación a lo mejor sentenció mi futuro, aunque se lo dije con respeto y consideración porque siempre quise ayudar y contribuir.
-¿Usted no apoya el proceso de diálogo?
El diálogo debe partir de una base, que es la sinceridad y la transparencia, con agendas muy viene estructuradas, aunque veo muy difícil que el régimen de Maduro quiera una salida negociada. Hoy, una solución negociada del caso venezolano pasa por una entente EEUU con Rusia. No sé si eso es posible. Hay intereses de Rusia en sus zonas de influencia: Ucrania, Crimea. Y hay problemas de los Estados Unidos en su patio trasero, América Latina. O la salida puede ser una que no nos imaginemos. Siempre he creído que las Fuerzas Armadas venezolanas no pueden ser objeto de vilipendio, ni ataques desmedidos por sectores de la oposición; todavía hay muchas reservas morales internas que en cualquier momento pueden ponerse de parte del respeto a la constitución.
-¿Entonces no comparte la intervención militar?
Creo que la salida pasa por Venezuela, aunque no desestimo la importancia que para esa salida tienen EEUU y Rusia.
-¿Qué quiere decir exactamente “que pasa por Venezuela”?
Que debe haber un pronunciamiento en cualquier momento de las Fuerzas Militares en defensa de la Constitución venezolana.
-En la historia nuestra si los militares intervienen es para ellos asumir el poder Lo demostró el 11 de abril y antes el 4 de febrero.
El 11 de abril yo no participé, ni tuve nada que ver con eso. Pero, entiendo que hubo un problema entre los militares que llevó al fracaso, no se habían encargado y ya se estaban peleando entre ellos por los cargos. Debe haber un mensaje claro, transparente, hacia el mundo militar que no lo ha habido hasta ahora. En el caso chileno hay un ejemplo que debe tomarse en consideración. Ha habido transiciones como en El Salvador, que venía de una guerra interna. Debe organizarse una transición, que permita un proceso electoral, pero es una locura hacerlas en tres o cuatro meses cuando el país no está preparado. Debe haber un gobierno de transición que haga factible lo que venga después, porque los cimientos de la democracia se construyen en la transición, con gobernabilidad, buenos ejemplos, probidad por parte de la dirigencia y reinstitucionalizar el país. Para darle gobernabilidad al país son determinantes las Fuerzas Armadas.
-Hay sectores que sostienen que no hay justicia con impunidad
Eso es otra cosa. Violadores de derechos humanos deben dar la cara ante lo que han hecho, igual que los corruptos. No todos los chavistas son corruptos o violadores de derechos humanos y por eso creo que debe garantizársele un espacio de convivencia ciudadana. Fíjate que, en el caso de Monómeros, pensé que habría una conducta distinta, sin sectarismos, con probidad, sin atropellos. Cuando inventé el Soft Landing, no fue para proteger a nadie, sino que lo viví con la nacionalización de la industria petrolera. En Monómeros lo que hubo desde el comienzo fue que el G4 se repartiera los cargos, lo cual no me pareció conveniente.
-Han pasado más de 10 meses desde el treinta de abril. ¿A usted le plantearon ser líder de una transición, lo llamaron a conspirar, se relacionó con militares?
El 30 de abril estaba en un compromiso familiar en EEUU. A mi regreso me entero de los entretelones y posteriormente cuando me entrevisté con el general Cristopher Figuera en Bogotá. Después hubo una reunión donde se habló de que aquello se retomara, en la cual no dije nada hasta después que se fueron los actores y manifesté a los que se quedaron que no me retrato con cierta gente que está trabajando esto. Eso lo utilizaron para decir que yo estaba en una conspiración, pero hay gente muy importante que puede testimoniar cuál fue mi comportamiento en esa reunión.
-¿Usted me va a decir esos nombres?
No puedo, porque sería venderlos a ellos, pero había gente muy importante y he tenido que tragarme las cosas sólo.
-Petróleos de Venezuela está bien deteriorada, ¿Hay posibilidades de recuperar la industria petrolera?
Estoy bastante enterado de lo que ocurre ahí. Petróleos de Venezuela (Pdvsa) como empresa, fue destruida. Las instalaciones de producción en tierra han sido saqueadas, se han robado las tuberías de las líneas de flujo, las instalaciones de recolección, las de bombeo; lo que explica en gran medida la caída de producción en tierra y del Lago de Maracaibo. La producción del Lago era más de un millón de barriles por día, ahora estará en los 25/50 b/d. Toda su infraestructura de servicios, que tenía unas 350 lanchas de apoyo logístico, apenas tiene menos de 20. Eso es lo que se ve, pero no lo del subsuelo. Hay técnicas para el manejo de los yacimientos, que si no se hace apropiadamente los yacimientos se pueden dañar de una manera irreversible. He tenido informaciones, que los yacimientos del norte de Monagas que requieren altísimas presiones e inyección, no se están haciendo. Las instalaciones de las refinerías están paralizadas y si no llenan las tuberías de nitrógeno, la corrosión es intensa y se convierte en una bomba de tiempo cuando traten de ponerlas en funcionamiento.
-¿Y entonces PDVSA?
Mira, en las primeras de cambio habrá que utilizar la estructura de PDVSA porque es lo que hay, pero pensar que la recuperación de la industria petrolera venezolana pasa por PDVSA, es un error. La PDVSA que conocimos, y de la cual fui presidente hace muchos años, no volverá, eso no es recuperable. Tendrán que venir compañías nacionales e internacionales para que participen y que el gobierno ponga unas regalías competitivas y utilice los impuestos para arreglar los problemas de la población. La naturaleza de la industria petrolera venezolana permite un campo para actores de toda índole: hay campos muy sofisticados de grandes complejidades que serían para grandes jugadores, hay campos intermedios para empresas especializadas en ello y campos muy pequeños que no son atractivos para empresas muy grandes.
-¿Revertir la nacionalización?
Bueno, está revertida actualmente. El recurso siempre va a ser del Estado, de la nación. Yo, que fui un actor importantísimo en la nacionalización, ahora estoy convencido que la recuperación del sector petrolero no pasa por PDVSA.
-De tener la oportunidad, ¿qué le diría usted a Nicolas Maduro?
Que aproveche que todavía hay ambiente para que él se pueda ir de buenas maneras, garantizándole la seguridad a él, a su familia y a su gente cercana y que permita que haya un gobierno de transición sin sobresaltos, sin violencia, porque es lo que más le conviene a todo el mundo.
-Si usted estuviera en la posición de él, ¿Se iría?
Absolutamente. El régimen de Maduro no tiene posibilidad de recuperación. El tiempo juega en su contra. Podrá estar al frente de los destinos del país, parcialmente, porque hay un híbrido ahí, pero no hay un gobierno, no hay ejercicio de soberanía nacional claro, no hay control del orden público, no hay progreso económico y social del país, no hay producción nacional de abastecimiento. Lo que se avizora en el firmamento con las sanciones y el mal manejo de los recursos es un deterioro cada vez mayor de la situación. No son los bodegones o la burbuja del este de Caracas, porque eso no representa al país. La situación va a ir empeorando porque hay muchas limitaciones económicas. La situación del sector eléctrico no va a mejor en manos de esta gente, y sin electricidad no hay recuperación económica. PDVSA tenía generación propia, pero cuando Rafael Ramírez decide incorporar PDVSA a la red eléctrica nacional, acabó con la electricidad de PDVSA; ahora no hay ni para el país ni para PDVSA.
-¿Uno de los problemas no es precisamente la oposición? No parece tener interlocutores válidos, Juan Guaidó inicialmente no fue proclamado por la Asamblea Nacional por las diferencias políticas entre ellos. La oposición no logra reconciliarse. Si Maduro se va mañana, ¿qué va a pasar al día siguiente?
En la manera en cómo formulaste la pregunta, está la respuesta. Lo que estás diciendo es lo que está pasando. Creo que un gobierno de transición tiene que ser integrado por gente que no tenga aspiraciones políticas ulteriores, porque utilizar la transición para construir un movimiento político con fines electorales, sería un daño horrible al país.
-La dirigencia política parece estar toda bajo sospecha, por lo que el venezolano común sospecha del oficialismo y de la Oposición…
Pero yo creo que es injusto, porque hay gente buena en todas partes, gente dispuesta a trabajar. Pocos países en el mundo con crisis como la nuestra han sido tan estudiados como el caso venezolano. Por ejemplo, hay un grupo importantísimo que no necesariamente está en el Plan País, pero expertos petroleros venezolanos están clarísimos en cómo adelantar la recuperación del sector petrolero, también gente del sector eléctrico. Cuando hablas de problemas sanitarios y educativos hay grupos muy importantes en la Universidad Católica Andrés Bello que han venido estudiando esto con mucha profundidad y diligencia.
-¿Por dónde empezar?
Hay varias cosas que deben hacerse: la gobernabilidad, porque en el país tienes grupos subversivos narcotráfico y problemas de orden público. Tienes que arreglarle a la gente los problemas fundamentales de medicina y alimentación, por lo que es necesario abrir las fronteras y comenzar rápidamente a recuperar el sector agropecuario. En la recuperación de problemas como el agua de Caracas, quién mejor que José María de Viana, por ejemplo. En el sector eléctrico hay gente mayor pero muy lúcidos. Ahora, si vas con un plan político premeditado de llenar la administración pública de seguidores tuyos para garantizarte los resultados electorales, que pueden ocurrir 18 o 24 meses después, estás condenado al fracaso y va a fracasar el país.
-¿Qué hace ahora usted, después de su ruidosa salida de la embajada de Colombia?
Hablar con mucha gente, aunque hablaba más en Colombia por lo que quizás esa fue una de las razones por las que me removieron del cargo, pues estaba enterado absolutamente de todo, de lo que quería y de lo que no. Aquí hablo con mucha gente y también lo hago con quienes están en Venezuela gracias a los medios digitales. Cuando me fui a Colombia mucha gente se molestó conmigo, diciéndome que no estaba para eso, que era un salto al vacío, pero no lo creo así, más bien me reencontré con el país que quería reencontrarme y en Colombia tuve que lidiar mucho con la gente pobre, arreglarle problemas y me sentí muy contento siéndole útil. Estudio mucho, trato de ayudar en lo que puedo, doy opiniones. Con la gente del Gobierno interino no tengo relaciones; no me llaman. Cuando estaba en Bogotá tenía ciertos contactos, pero ahora, no tengo casi ninguno. Una de las ventajas de la soledad y la distancia es que nos permite reencontrarnos con nosotros mismos.
Infobae
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