Las recientes medidas de EEUU contra Maduro son buenas, ¿pero bastarán para provocar la caída del régimen?
Luis Fleischman | Especial para Primer Informe
Las autoridades de EEUU han estado bastante ocupadas con Venezuela pese a la crisis del coronavirus. El 24 de marzo, en una excepcional medida tomada contra líderes extranjeros, el Departamento de Justicia acusó a Maduro y a trece miembros de su entorno, de narcotráfico y terrorismo, y requirió la captura de Maduro. También se ofreció una recompensa de US$15 millones a quien facilitara su arresto.
El 31 de marzo, el Gobierno de Trump propuso un plan para levantar las sanciones impuestas a Venezuela con la condición que se formara un gobierno de transición que incluyese a miembros del
gobierno y de la oposición. Ese gobierno de transición estaría compuesto por cinco miembros, y su misión sería la de conducir eventualmente a una transición hacia una democracia plena. El plan exige que ni Maduro ni el líder opositor Juan Guaidó formen parte de ese gobierno de transición. Guaidó aceptó el plan.
Algunos funcionarios de EEUU consideran que esos nuevos pasos podrían generar una serie de levantamientos contra el régimen, sobre todo dada la citación del fiscal general venezolano a Juan Guaidó por presunto intento de golpe contra Maduro.
Otros apuestan a la idea de que Maduro podría verse traicionado por su entorno dada la actual pandemia del coronavirus; la estrepitosa caída de los precios del petróleo que han descendido a niveles sin precedentes; las duras sanciones impuestas sobre el régimen y la reciente decisión del Departamento de Justicia de EEUU.
De todos modos, resulta difícil pronosticar –y más aún garantizar– que el régimen de Maduro caería como consecuencia de las medidas de EEUU. Ni la decisión del Departamento de Justicia ni las sanciones de EEUU son inmunes a la manipulación.
Eso es algo que han hecho evidente China y Rusia. Un ejemplo es el anuncio del gigante petrolero Rosneft de que abandona Venezuela, aparentemente como consecuencia de las sanciones de EEUU y tal vez de cierta incomodidad ante las recientes acusaciones del Departamento de Justicia, que catalogan a los líderes del Estado venezolano como terroristas.
Sin embargo, la realidad es que Rosneft vendió todos sus activos en Venezuela a una compañía propiedad del gobierno ruso. Eso significa que Rusia seguirá participando en la supervivencia de la industria petrolera venezolana y continuará apoyando a Maduro.
Esa jugada rusa – muy bien pensada, por cierto– exige una acción inmediata de Estados Unidos: imponer sanciones a esa nueva compañía o a cualquier empresa que trate de participar en la industria petrolera venezolana con el propósito de salvar al régimen de Maduro. Por la misma razón, el gobierno de Trump debería permitir que las petroleras estadounidenses que actualmente operan en Venezuela sigan haciéndolo, protegiendo así sus activos de una posible toma de control rusa si son forzadas a salir. De todos modos su partida no tendría ningún impacto en mantener a flote al régimen de Maduro y su presencia es necesaria para el enorme esfuerzo de reconstrucción que necesitaría Venezuela, una vez consumada la transición a un régimen democrático.
La cruda realidad es que Maduro es un dictador bastante testarudo, como sus mentores de La Habana. En mi opinión, no creo probable que Maduro abandone el poder. Hasta ahora, los levantamientos populares, las sanciones estadounidenses e internacionales, el coronavirus y la criminalización del gobierno no han logrado provocar la caída del régimen.
Por lo tanto, también es importante considerar otras opciones.
Recientemente, Roger Noriega, ex subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, recomendó algo que yo había propuesto con anterioridad: un bloqueo naval para interceptar el contrabando de droga y oro. Tal vez agregaría que ese bloqueo naval y el establecimiento de una zona de exclusión aérea son importantes para evitar que barcos y aviones rusos y chinos proporcionen ayuda al régimen.
Otra opción podría ser armar a la oposición. En Afganistán, la ayuda de EEUU a las fuerzas opositoras fue clave para hacer salir a los soviéticos del país. Tal vez no se perciba a Afganistán como un caso exitoso porque terminó por fortalecer a Al Qaeda. Pero la oposición venezolana no es Al Qaeda, y la estrategia en Afganistán al menos consiguió la salida de los soviéticos.
Todos esperamos que el nuevo plan de Trump dé resultado de forma pacífica. Sin embargo, también tenemos que pensar en qué pasa si ese plan no funciona.
La decisión del Departamento de Justicia, que declara narcoterrorista a la cúpula de Maduro, ha admitido que el Estado venezolano es un enemigo. Por lo tanto, el gobierno de Trump debería de considerar seriamente cómo ayudar a la oposición a tumbar al corrupto y brutal régimen de Maduro, sin una intervención militar directa de Estados Unidos.
Forzar la salida de Estados Unidos de Venezuela sólo fortalecerá la posición de Maduro, permitiendo que regímenes totalitarios como los de Cuba, Rusia y otros, se sigan afianzando
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