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martes, julio 07, 2020

La crisis del coronavirus en América Latina sigue empeorando

El entierro de una víctima de COVID-19 en el Cementerio General de Santiago el 15 de junio de 2020. (Javier Torres/AFP vía Getty Images)

By Ishaan Tharoor

PARA TOMAR EN CUENTA

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En muchas partes del mundo, las autoridades y los expertos están preocupados por el comienzo de
una segunda oleada del coronavirus. Sin embargo, en el continente americano todavía no se avizora el final de la primera. El virus está incrementándose en varios estados de Estados Unidos, y el número de muertos de ese país ya supera los 120,000. El 25 de junio, el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades afirmó que el número real de estadounidenses infectados es probablemente 10 veces mayor que los 2.3 millones de las cifras oficiales.

Pero más abajo de Estados Unidos, la situación luce aun más preocupante. Por toda América Latina, los casos se han triplicado en un mes. La región, que alberga apenas a 8% de la población del mundo, registró cerca de la mitad de las muertes vinculadas al coronavirus a nivel mundial en las últimas dos semanas, y superó la desafortunada marca de 100,000 fallecidos esta semana. De acuerdo a una nueva proyección realizada por investigadores, esa cifra pudiera llegar a rondar los 400,000 para octubre.

Los números más grandes están en Brasil y México, los dos países más poblados de la región. En ambos casos, los gobiernos le restaron importancia a la magnitud de la amenaza y ahora están desesperados tratando de ponerse al día. Las cuentas oficiales de infecciones y muertes vinculadas al coronavirus probablemente sean más bajas que las cifras reales. Las iniciativas para la aplicación masiva de pruebas han tenido problemas para arrancar, mientras que los escépticos de la cuarentena que sugieren que la inmunidad de grupo podría ser la solución, no tienen casi ninguna evidencia para justificar su optimismo.

“Estamos haciendo algo que nadie más ha hecho”, le dijo a mis colegas Pedro Hallal, un epidemiólogo brasileño. “Nos estamos acercando al pico de la curva, y nos comportamos como si estuviéramos retando al virus. ‘Veamos cuántas personas puedes infectar. Queremos ver cuán fuerte eres’. Es como si esto fuera un juego de póker, y todos hubiéramos apostado todas nuestras fichas”.

Pero no son solo Brasil y México. Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala y Perú tienen previsto superar las 100,000 muertes, de acuerdo con Reuters. En Perú y Chile, los líderes políticos que inicialmente alardearon haber tenido éxito en el manejo de la pandemia han visto cómo sus países son infestados por el virus y el descontento popular ha empezado a acrecentarse.

En particular, la situación en Chile es impactante: el país está bendecido con un sistema de salud más avanzado que mucho de sus vecinos, y las autoridades señalaron que pronto iban a poder distribuir el primer “pasaporte de inmunidad” del mundo. Hace dos semanas, el ministro de Salud que propuso la iniciativa renunció debido al incremento de infecciones. Ahora, las defunciones per cápita han superado de forma dramática las de Brasil y Estados Unidos, y su número oficial de casos supera a los de Italia e Irán, países que alguna vez se consideraron epicentros de la pandemia.

Mientras el país se resguarda para hacerle frente a un invierno en cuarentena, hay muy poco para disipar el creciente descontento popular que motivó las protestas masivas por la desigualdad que paralizaron al gobierno el año pasado. Como en la mayoría del mundo, la propagación del virus ha afectado de manera desproporcionada a los pobres del país y solo ha logrado recalcar las divisiones económicas y sociales.

“Aunque le guste pensar lo contrario, el código genético de Chile es muy latinoamericano, y sus ciudades están muy segregadas”, le dijo Dante Contreras, economista de la Universidad de Chile a The Washington Post. “Parte de la población vive en el primer mundo y el resto en el tercer mundo; aun cuando todos vivimos a pocos kilómetros del otro. (…) Tanto el movimiento social como la pandemia han arrancado un velo, y han dejado en evidencia un país muy diferente a ese en el que la élite de Chile pensaba que vivía”.

Ese es un tema recurrente en la experiencia del coronavirus en América Latina. El virus fue traído a la región por las clases más ricas y privilegiadas, pero se ha propagado sin tregua entre los pobres, quienes viven en circunstancias que los dejan profundamente vulnerables al virus contagioso. (La pequeña Uruguay, con una población pequeña y décadas de fuerte inversión social, incluyendo en el sector sanitario, ha logrado resistir esa tendencia).

“El acatamiento de la población a las medidas de distanciamiento social es muy diferente a Europa, donde no tienen tantas personas pobres ni grandes barriadas”, declaró a The Financial Times Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud. “Es muy difícil sostener estas medidas por mucho tiempo”.

“Cerca de tres cuartos de los fallecidos por coronavirus en México han tenido condiciones subyacentes como diabetes o hipertensión”, escribió mi colega Mary Beth Sheridan. “A medida que las comidas procesadas y las gaseosas azucaradas baratas han proliferado en décadas recientes, en particular en los barrios pobres, también se han multiplicado los casos de obesidad y otras enfermedades crónicas. Incluso antes de que México reportara su primer caso, los epidemiólogos temían sobre los efectos del virus en un país que sufre una crisis nutricional”.

Además de esta desgracia en la salud pública, hay otro desastre inminente. Los expertos temen que como consecuencia de las cuarentenas por la pandemia y el hundimiento de las economías, decenas de millones en la región sean sumergidos en mayor pobreza, borrando múltiples décadas de progreso social conseguido en varios países. Eso además podría generar un efecto dominó político una vez que pase la pandemia y el descontento popular se reavive.

“Los optimistas piensan que la lección primordial del COVID-19 es que los gobiernos democráticos, armados con la ciencia y la transparencia, están haciendo un mejor trabajo que los populistas, y los votantes los recompensarán por eso”, señaló The Economist, refiriéndose a la enfermedad causada por el coronavirus. “Eso podría ser cierto en las partes más ricas del mundo. En América Latina lo que tiene mayor probabilidad de ser tendencia es oponerse al gobierno actual, sea populista o democrático”.
FUENTE: https://www.washingtonpost.com/es/tablet/2020/07/05/la-crisis-del-coronavirus-en-america-latina-sigue-empeorando/?utm_campaign=wp_post_opinion&utm_medium=email&utm_source=newsletter&wpisrc=nl_postopinion

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