LA DESCOMPOSICIÓN SOCIAL SE COMBATE CON MAYOR FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA Y CON MÁS LIBERTAD... ¡ SIEMPRE MÁS LIBERTAD !
Tengo la impresión de que en Venezuela hoy existe un silencioso deseo de verdad y de volver la mirada hacia los aspectos morales de nuestras vidas.
Lo percibo a diario, y es natural que así sea cuando estamos experimentando los resultados de nuestros errores. Y al mismo tiempo es lógico que si de esto no se habla públicamente, cada cual creerá que está solo en esto, o que así están pensando sólo unos pocos. Pero no es así. De esto tiene que hablarse y ¡tiene que saberse!.
En nuestro país la verdad ha sido evitada y hasta rechazada durante las últimas décadas por la partidocracia y la obsesiva politización de quienes han mantenido su versión interesada de las cosas, así como los que aspiraban a sustituirla por otra opuesta, pero igualmente tendenciosa y deformadora. Pero eso sí, de esto no podemos sustraernos como corresponsables.
¡Todos hemos pecado por igual! Nuestros dirigentes no son una especie de otro planeta, ni tampoco han estado tratando con ciudadanos de otro país. ¡Somos nosotros mismos!
Lamentablemente tenemos en el país, una organización criminal socialista o comunista oprobiosa que mantiene como bandera en todos sus actos la mentira.
Hoy, lo importante y urgente es provocar en nuestras propias vidas una torsión hacia la verdad, una voluntad firme de no aceptar la mentira ni rendirse ante ella. Sería imperdonable que por mezquindades, o por incomprensible terquedad, dejáramos escapar la oportunidad de alcanzar la mejoría que está al alcance de nuestras manos.
En ese sentido, el solo esfuerzo constante por comprender el valor trascendente de la dignidad humana, nos conducirá de modo seguro a presentir el imperativo moral de la sinceridad. Ésa es la mejor manera de comprender, al mismo tiempo, el tamaño y la gravedad del daño que ocasiona la falsedad y la mentira, especialmente, en el ámbito colectivo (social y político).
Parte de esa torsión hacia la verdad es, justamente, el evitar engañarnos o dejarnos engañar. Una forma de engañarnos es no darnos cuenta de aquello en lo que hemos estado equivocados. Para darnos cuenta, y reconocer, que hemos estado equivocados en muchas cosas durante muchos años, y para aventurarnos a una permanente comprensión del significado de la persona como fin absoluto del orden Social y político, es indispensable volver nuestra mirada y el interés personal hacia nuestra realidad moral.
Así, nuestra dignidad como personas, exige que disfrutemos de una plena Libertad de iniciativa como ciudadanos. Por eso lo público es tan importante y necesario para una moralidad completa y llena de sentido; pues, la esfera pública es el ámbito de despliegue de las libertades sociales.
Haciéndonos responsables de la inevitable dimensión moral de nuestras vidas, así como de los procesos sociales y políticos de la nación, estaremos en condiciones de reconocer nuestras equivocaciones y, a partir de ello, edificar un orden social y político más humano y, por tanto, más exitoso.
De manera que todos los venezolanos de bien amantes de la Libertad y la Justicia, debemos aprovechar en medio de las circunstancias actuales y este convulsionado e histórico momento como base de prudencia, y de experiencia cívica, para que se traduzcan concretamente en propósitos de acción Libertadora, de participación y de compromiso para una verdadera transformación Política y Social una vez lograda o alcanzada la Libertad.
Como he sugerido a lo largo de mí libro "Camino hacia la sociedad Humanista y Republicana", en materia moral y, especialmente en lo político y económico, se verifica la afirmación aristotélica de que " un error pequeño en el comienzo lleva a lo lejos a errores inconmensurables ". De manera que no es hora de improvisaciones, ni de "echar a volar" la vanidad existencial que, compitiendo y desplazando, pone en riesgo las pocas posibilidades que hoy tenemos a fin de lograr actuar como nación. Es un problema de inteligencia y de rectitud de intención.
Es cuestión de moral.
Libertad y Justicia VENEZUELA
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