@Jufraga12
La administración de Joe Biden asumió apenas el 20 de enero la dirección política de los EEUU, las especulaciones en torno a su posición con respecto a la dictadura venezolana eran diversas, con una ligera inclinación mediática impulsada por el propio régimen, en ocasión de hacer creíble la posibilidad de considerar la suspensión de las sanciones aplicadas por el gobierno de Donald Trump, y a partir de allí desencadenar eventos electorales fraudulentos que les garantizara el sostenimiento del poder simulando democracia y participación social.
Este calco del modelo cubano, estableció la construcción de un andamiaje interno que puso de relieve la colaboración de factores de la propia oposición con la dictadura, tema espinoso y la vez necesario a la hora de derrumbar la falsedad y exponer la infiltración del régimen en lo mas profundo de la propia dirección política opositora, como un elemento imprescindible para descomponer todo movimiento político que procurase la conquista de la democracia y superación del horror que significa el modelo Madurista.
Como establece Hannah Arantd, en su obra; la condición humana, “cualquier movimiento del cuerpo y del alma, así como del discurso y del razonamiento, deben cesar ante la verdad.” En consecuencia, luego de asumir con plena contemplación la realidad política venezolana. En las distintas manifestaciones violentas que distinguen a quienes usurpan el poder, se puede dejar por sentado de acuerdo a las determinaciones que ha mostrado la administración de Joe Biden y la política bipartidista de los EE.UU:
a) No levantara ninguna sanción, por el contrario aplicara nuevas, y se asegurara la precisión y la eficacia de las mismas, trabajando concertadamente con la Unión Europea y el resto de aliados en el mundo.
b) No procurara ningún dialogo con la dictadura, que no contemple el cesa de la usurpación y el mecanismo para entrar definitivamente en la transición.
c) Creen firmemente en el mandato del pueblo venezolano en la consulta popular y asumen la propuesta de elecciones libres como el verdadero y único camino para la restauración de la democracia en Venezuela.
Otro aspecto de imprescindible análisis, es la concepción actual sobre la figura del Presidente Interino Juan Guaido, que si bien es la referencia mas importante a la hora de poner de contexto la representación de la oposición verdadera, su figura política se ha visto comprometida, al punto de asumir los voceros de la casa blanca que su liderazgo ha perdido apoyo del pueblo venezolano, que desea urgentemente una solución a la crisis multidimensional que padecen los hogares venezolanos.
Juan Guaido ha podido construir en conexión con la sociedad civil, un movimiento de movimientos que no solo encarne la lucha del pueblo venezolano en medio de su transitar tenebroso, sino una fuerza social de dimensiones arrolladoras, con capacidad real de presionar y amenazar al régimen, al contrario se ha aislado en medio de estructuras vacías, sin capacidad organizativa como el Frente Amplio (FAVL), solamente soportado por los partidos políticos del G-4, que poseen un alto cuestionamiento, algunos a niveles insoslayables, situación que gradualmente lo ha llevado a puntos críticos de su liderazgo. Sin embargo cuenta con el aval de la administración Biden y de la comunidad internacional, solo de él depende la posibilidad de replantearse en su propio liderazgo y construir junto a todos los factores un nuevo espacio donde el eje transversal sea la libertad de Venezuela y no la consolidación de un partido o un liderazgo individual.
La comunidad internación pivotea el asunto venezolano decididamente, actuando de forma concertada, en la aplicación exhaustiva del multilateralismo, para ahogar todos los espacios de la dictadura y forzar las negociaciones, centrando la estrategia en el restablecimiento pleno de la libertad del país, y no en el dominio hegemónico de un partido o grupo político, esta posibilidad abre las compuertas del tiempo para que la sociedad civil venezolana se organice y asuma con mayor determinación el rumbo definitivo para la estabilización del país, y de desmarque del yugo que a conveniencia le han querido imponer los partidos políticos.
El papel de Juan Guaido y del resto de los dirigentes, es procurar la organización de las fuerzas internas, para acompañar la presión internacional y así obligar las negociaciones desde un punto de fortalezas y no de debilidades.