Tengo la casi absoluta seguridad que no encontraremos una mejor referencia de lo padecido por Venezuela en manos de este par de terribles y hasta despiadados personajes llegados a nosotros desde las profundidades del más inexorable talante tachirense, que el pensamiento de José Rafael Pocaterra, expresado en las páginas de su obra, casi olvidada hoy en día, “Memorias de un venezolano de la Decadencia”.
En 1919 Pocaterra, es encerrado en la cárcel de La Rotunda por sus opiniones contrarias al régimen emitidas durante su trabajo como redactor en la revista “Pitorreos”, pero sobre todo, por su abierta oposición a Gómez. En ese tenebroso ambiente, situado en el centro de Caracas en lo que hoy se conoce como la Plaza de La Concordia, comienza la elaboración del manuscrito que narra los terribles hechos ocurridos. Cuentan que este primer texto fue escrito en una letra diminuta y es rescatado de la cárcel por Macedonio Guerrero, al parecer uno de los guardianes de la cárcel, quien sacaba las cuartillas disimuladas como cigarrillos.
Para el año 1921 esas páginas aparecen en México y gracias al esfuerzo de algunos compatriotas, se logra editar un primer folleto bajo el título de “La vergüenza de América”. Al año siguiente Pocaterra es liberado y frente al riesgo de un nuevo encarcelamiento decide exiliarse en Nueva York donde, con la valiosa ayuda de Orestes Ferrara y Jacinto López logra publicar, por capítulos lo que constituirá los dos primeros tomos de esa primera edición, entre 1923 y 1926, en la revista “La Reforma Social”. En estas páginas se plasma todo lo referente al período correspondiente a Cipriano Castro (1898-1908) el período de Juan Vicente Gómez (1909-1918) y “La vergüenza de América” este último título, visto con ojos del siglo veintiuno se consideraría como una denuncia de violación de los derechos humanos.
Se logró realizar otras ediciones parciales del libro, pero la edición de la obra completa no sería posible sino hasta 1937, después de la muerte de Gómez, la cual se realiza en Caracas en la imprenta de la Editorial Élite. El propósito de Pocaterra era no solo registrar las violaciones a los derechos humanos de ambas dictaduras sino destapar el rostro despótico de la dictadura, pero sobre todo deshacer definitivamente el mito tan esparcido de la necesidad de un autócrata y así combatir las tesis del “Cesarismo Democrático” y del “Gendarme Necesario” para los pueblos de la América Latina, defendidas y justificadas por Laureano Vallenilla Lanz, el intelectual predilecto del tirano.
Sin embargo, en su libro, Pocaterra no se conforma con narrar su lucha contra el régimen del general Juan Vicente Gómez, su injusto encarcelamiento, el de muchos otros compatriotas y las terribles torturas a las que se les sometía en las mazmorras de la dictadura, refirió, además, las peleas intestinas de una oposición exiliada y dividida.
Al momento en que Pocaterra, recién liberado de la Rotunda en 1922 abandona el país rumbo a su exilio en Nueva York, la oposición al régimen gomecista, estaba dividida en un gran número de grupúsculos. Escribía el propio Pocaterra: “Eran pocos, unos cuantos, y daban lugar a que se dividiera y se subdividiera aún más el corto grupo de opositores,” “Sería injusto no reconocer con cuánta abnegación y entusiasmo se han lanzado algunos e ido al sacrificio. Pero con ello no se ha logrado sino que se destaquen sus personalidades”.
Nueva York era entonces el foco de la actividad opositora en el exterior, lo que equivaldría hoy a Miami o Madrid. Al llegar, Pocaterra hizo un inventario de 12 facciones distintas incluyendo una, de inspiración masónica, que se reunía para su ceremonia de iniciación a las doce de la noche bajo la estatua de Simón Bolívar en el Central Park de Nueva York.
La elusiva unidad de la oposición, entonces como ahora, había soslayado a todos los grupos. Pocaterra narra que tratar de lograr la unidad de estos grupos era una tarea ingrata.
Hablando con las distintas facciones, “los de siempre comentaban:
-¿Fulano? Ese no sirve.
-¿Zutano? Se cogió unos reales.
-¿Perencejo? Con quién cuenta.
-¿Fulano? Ese no sirve.
-¿Zutano? Se cogió unos reales.
-¿Perencejo? Con quién cuenta.
Nadie servía para nada; todos tenían miedo y los valientes permanecían inéditos. Ir de un hombre a otro, tratando de borrar agravios, a veces simples rozamientos de amor propio, sería una tarea ingrata.
Los ‘unidos’ se volverían como lobos contra quien los uniera”. Pocaterra escribió resignado: “Gómez, en su absurda, en su insensata codicia y ambición de mandar no les ha dejado a sus compatriotas otra alternativa: o me tumban o me aguantan.
No han podido unos pocos, no han querido muchos. Él permanece. La mayoría lo aguanta.”
El sentido de frustración e impotencia tiene ciertas semejanzas con la situación actual. Sin embargo, hasta Pocaterra, probablemente el más ecuánime y sobrio de los opositores, se dejó tentar por el aventurismo. Desde el exilio participó en la expedición del Falke de 1929. Éste fue un intento caricaturesco de invadir Venezuela con un buque mercante comprado en Hamburgo y rebautizado, Crucero General Anzoátegui, cargados de armas y mercenarios se embarcaron para entrar por Cumaná. Cualquier paralelismo con la frustrada operación Gedeón es algo más que pura coincidencia.
La invasión del Falke fracasó estrepitosamente. En 1936 admitió Pocaterra, quien se embarcó en calidad de secretario de la Junta Libertadora: “El ataque a la plaza fuerte de Cumaná fracasó por la muerte del jefe del Ejército de la Revolución Venezolana, general Román Delgado Chalbaud, y la circunstancia que casi todos sus oficiales del estado mayor quedaron muertos, heridos y prisioneros o en fuga al verse obligados a combatir solos ya que los 75 reclutas que constituían la única tropa dispersaron a las primera descargas.”
De regreso a nuestros días, debemos admitir que la situación actual tiene más de un paralelo con lo descrito por Pocaterra hace ya un siglo. En primer lugar se presentan las divisiones propias de la oposición.
Esta nunca ha sido un bloque compacto, los distintos partidos y matices que van desde AD hasta María Corina Machado, pasando por Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Voluntad Popular. Pero lo que en democracia se puede considerar como una sana diversidad, cuando se enfrenta a una dictadura es una debilidad que Chávez en principio, y ahora Maduro, han explotado en forma reiterativa e implacable.
E.P. Oct/2022
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FUENTE: >>R/S/W
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