No dejo de salir de mi sorpresa.
Este sábado 10 de junio, en un mitin en Carolina del Sur, con el desparpajo que le caracteriza, el señor Trump afirmó que cuando dejó su gobierno, Venezuela estaba a punto de colapsar, lo que permitiría a su país quedarse con el petróleo, el que ahora pagan.
Creo que, ni en la época del General Gómez, el presidente de la Standard Oíl, se le habría ocurrido una declaración tan groseramente descarada.
Quienes de viva voz y por escrito hemos protestado contra la intervención cubana en Venezuela, al extremo de advertir con ocasión de fiestas de independencia, que no había nada que celebrar mientras esa situación se mantuviera, nos vemos obligados a reaccionar, por elemental coherencia, respeto de la declaración mitinesca.
Seguro estoy que no hay almuerzo gratis. Quienes buscan solucionar la crisis venezolana no son Hermanitas Descalzas en búsqueda de la atención del Señor. Son países, con intereses y quienes con ellos negocian, representan -o deben hacerlo- a países con intereses.
Quiero creer que quienes nos pusieron en ese entrevero intervencionista desconocían las intenciones del señor Trump pero lo cierto es que, al descubierto las mismas, corresponde reaccionar.
Venezuela nunca fue una república bananera. Aún en épocas de gerencia militar, alguna dignidad existió, la cual, en democracia fue supremamente patente.
Es así como Betancourt rechazó la intervención comunista y las dictaduras; Leoni hizo lo propio con la norteamericana en República Dominicana, en tanto que Luis Herrera respaldó a las Malvinas argentinas. Fueron esos tres ejemplos de dignidad venezolana.
Si alguna característica histórica tenemos los venezolanos, es que salimos de nuestras fronteras a liberar sin buscar quedarnos con recursos de otros, esa es nuestra orgullosa historia.
Lamentablemente las cosas han cambiado. A partir del 2002, quienes han gobernado Venezuela se lanzaron en brazos del castrismo y permitieron la intromisión total de esa gente en nuestros asuntos, un tema pendiente que en su momento, el liderazgo responsable del país deberá abordar con serenidad pero también con seriedad.
La declaración del señor Trump, sin embargo, permite ver que somos.
Algunos, muy contentos, están absolutamente de acuerdo, más aún, ya se ven con su pasaporte de barras y estrellas por el mundo puesto que, en su criterio, pasaríamos a ser, de hecho, otro estado de la unión.
Otros se conforman con ser un estado libre asociado, ese que el señor Trump despreció en su mandato y al que ninguna ayuda le dio con ocasión de desastres naturales que a Puerto Rico afectaron durante su mandato y quizás, porque no pues de todo hay en la viña del Señor, habrá quienes quieran formar parte de la Unión Europea, pidiéndole a España que nos recolonice.
Parece mentira que después de más de 200 años que decidimos adoptar nuestro propio camino, en la actual generación que nos ha tocado vivir, algunos prefieran la dependencia, quizás hasta servil, que la libertad hasta de equivocarse.
Respeto profundamente a otras naciones, sin embargo más me respeto a mi mismo.
Así como rechazo nuestra postración ante una minúscula nación caribeña, actúo igual si se trata de un gigante imperial. Nací en un país libre y democrático. En ese mismo país, en idénticas condiciones quiero morir.
*Gonzalo Oliveros Navarro*
*@barraplural*
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FUENTE: >>Gonzalo Oliveros Navarro
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