LA HISTORIA DE ALADINO OFRECE UN EJEMPLO MAGNÍFICO DE CÓMO OBRAN QUIÉNES BUSCARON APODERARSE DEL SECRETO DE NUESTROS TESOROS
El proceso de los años de la Venezuela petrolera no ha sido la tinosa ejecución del mismo método usado por el astuto mago que buscaba la lámpara maravillosa. "¡Lámparas nuevas! ¡Se cambian lámparas nuevas por lámparas viejas!", ha sido el grito constante de los mercaderes que tomaron en nuestra historia el sitio de los antiguos profesores de civismo.
Como la esclava incauta nosotros hemos cambiado valores fundamentales de la República por el lustre aparente de una vida de fingido progreso colectivo. Sucia y vieja la lámpara poseí el secreto de abocarnos con los magos. Guardaba ella la fina clave para invocar las fuerzas antiguas con que se derrota la asechanza de los piratas.
*No es que yo prefiera, como se me ha dicho en crítica, la modesta Venezuela de la agricultura y el ganado a la Venezuela rica y nueva del recio progreso mecánico y tecnológico. Eso, más que amor a la tradición, indicaría menosprecio de las leyes universales del progreso. Yo, sin abjurar de la riqueza colectiva bien habida, me limito a contrastar la fuerza de voz de nuestros hombres de antes con la respetuosa e insinuante modulación que ensayan hoy en el diálogo internacional los encargados de defender los legítimos derechos del país. Creo que ningún venezolano deje de evocar con nostalgia la Libertad en que se desenvolvió nuestra propia barbarie antigua. Para domeñar está, nadie pensó que fuese necesario destruir la vertebración de la nacionalidad*. Ni siquiera para domeñarla, pues apenas se han conseguido férreos instrumentos que garantizan la resignada quietud, a cuya sombra se diversifican y aprovechan los ímpetus y las pasiones subalternas.
Carácter, fisionomía, tono, impulso, perspectiva representa para los pueblos una bien formada y defendida tradición. No es, como entienden ciertos espíritus ligeros, un estar resignados y satisfechos por la obra que acabaron nuestros mayores. Las realizaciones de estos se valoran como factores sociales en cuanto posean fuerza para movernos a la prosperidad de actos ejemplares. Es decir, en cuanto sean factores valentísimos en el orden creador de la sociedad. *Una estimativa errónea ha hecho que nosotros diéramos vitalidad operante a situaciones desprovistas de significado cívico, que fueron tomadas, en fuerza de una lógica absurda, como expresión de una típica actitud venezolana. Cómo tradición política ha valido más el ejemplo de los hombres de presa que la actitud de los creadores de pensamientos. Finalmente del mismo modo, en relación a la sumisión de un pueblo que se ha visto como posición mejor aquella que reduce el esfuerzo al límite restricto de la comodidad y del mal provecho. La mayoría ha preferido, contra el consejo de Leopardi, la cobardía a la desgracia, por dónde se nos llama pueblo alegre y feliz.
Nuestro pueblo, nuestro altivo y sufrido pueblo, pide que se le mantenga en la fe de sí mismo, en la fe de su destino poderoso, en la fe de que el dolor presente le pulirá aún más la robusta conciencia sobre la cual afincará el vuelo para ganar la victoria final contra las fuerzas diabólicas de los aladinos que se oponen a la realización de su destino Justicia y Libertad Venezuela.
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FUENTE: >>José Contreras
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