La reciente política dual de la administración Trump hacia Venezuela, que combina un nuevo arancel del 25% a todas las importaciones de petróleo venezolano con la extensión limitada de la Licencia General 41B que permite a Chevron operar bajo condiciones estrictas. A primera vista contradictorias, estas medidas forman parte de una estrategia calibrada: presionar al régimen de Nicolás Maduro mediante sanciones económicas severas mientras se mantiene una presencia energética estratégica que podría facilitar una eventual transición democrática. El texto explora las implicaciones geopolíticas de esta postura, los riesgos de incoherencia y las consecuencias humanitarias de una crisis prolongada. Con Maduro aferrado al poder pese a haber perdido las elecciones presidenciales de 2024, el dilema para Washington no es técnico sino moral y político: cómo sostener una política exterior que combine firmeza, coherencia y apoyo real a la voluntad popular venezolana.
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