La culpa no es del ciego sino de quien le da el garrote. Nunca más apropiado el refrán de marras para retratar la situación de los venezolanos en Estados Unidos.
He escrito, infinidad de veces, que cada país es libre de decidir a qué extranjero permite ingresar o permanecer en su territorio. Lo resuelve así en ejercicio de indiscutibles razones de soberanía que comparto plenamente, pero una cosa es el ejercicio de esa facultad, a todas luces discrecional y otra es que la misma derive en arbitraria.
Leo la explicación de la Casa Blanca sobre su decisión de limitar el acceso de venezolanos a Estados Unidos. La enuncia como la "lucha contra el terrorismo mediante normas de seguridad de sentido comun" y en el caso de nuestro país, se sustenta en que Venezuela carece de una autoridad competente o cooperativa en la expedicion de pasaportes, en la negativa a recibir a deportados o expulsados y en la tasa de excesiva permanencia en ese pais, por parte de personas a quienes se les aprobó determinado visado.
No discutiré los motivos aducidos. Esos son los que explican la medida y a ellos nos atenemos.
El punto es que los responsables de las mismas no son ni Trump, ni Rubio, ni siquiera Maduro o hasta Chavez como un estimado amigo me sostuvo. Son así lo afirmo, los que, mediante voto y abstención, llevaron al poder, allá y en nuestro país, a quienes han gobernado.
Los venezolanos tenemos años viajando a Estados Unidos, baste recordar "adiós Miami", la canción del grupo Guaco de principios de los 80 del pasado siglo. Viajábamos porque producíamos en Venezuela para ello. Porque con esfuerzo ello era posible.
No teníamos necesidad de quedarnos en Estados Unidos ni en ninguna otra parte, porque en nuestra tierra progresábamos.
Pero ocurre que, el primer domingo de diciembre de 1998, unos esnobistas -entre votantes y abstencionistas- eligieron como presidente venezolamo, a quien comandó un golpe de estado, con un saldo de más de 300 muertos, vale decir, a un golpista redomado.
Esos mismos sofisticados, integrantes de la mayor minoría política venezolana, fueron los mismos que idolatraron hasta su muerte al señor Chávez y aún más, fueron los que, en los estertores de la vida de este último, le hicieron caso y votaron por Maduro y resulta que aquí estamos.
La decisión del señor Trump, que es su derecho de imponerla pues por ello votaron sus conciudadanos, a nadie debe sorprender. El anunció sus políticas migratorias y eso sí, selectivamente, muy selectivamente, las está ejecutando.
Entonces, la responsabilidad de las mismas, es única y exclusiva de quienes por él votaron y -respecto de Venezuela- en aquéllos que, por activa o pasiva, nos metieron en este berenjenal en el que estamos.
Sin embargo, que por los motivos señalados se denigre implícitamente de nuestra nacionalidad al sostener que se está luchando contra el terrorismo es, a todas luces, inaceptable.
Venezuela está gobernada por las mismas personas desde el 2 de febrero de 1999. Ellas convinieron con el señor Castro que el sistema de pasaportes nuestro lo controlarían los. cubanos, bien desde su tierra o desde sus oficinas en Venezuela.
Durante 25 años cuando menos, así ha sido, de manera que sustentar la medida en la carencia de una autoridad competente es una falacia pues conllevaría a que, todos los que hasta ahora se han salvado de la razzia, corren riesgo de ser afectados, pues sus pasaportes tienen el mismo origen de aquellos a los que hoy se veta el ingreso, admitiendo que no me sorprendería que, la clemencia que hoy se observa con algunos, mañana cambiare.
Respecto de los vuelos de deportación, desconozco si se están produciendo pero advierto que, el señor Cabello, tan dado a recibir a quienes devuelven, cuando menos en una oportunidad se abstuvo de hacerlo, dado que la aeronave que los condujo tenía siglas americanas.
Y finalmente, si el gobierno americano sabe que hay menos de un 10% de nuestros connacionales beneficiarios de determinadas visas que han excedido su estancia, búsquelos y sancionélos, pero no los utilice como argumento para justificar su decisión y mucho menos bajo la falacia de la lucha contra el terrorismo.
Que en este problema que afrontamos con la actual administración norteamericana, no relativicemos el que, aun indirectamente, se nos tilde de terroristas. De eso a los campos de concentracion, tal como ocurrió con los japoneses en territorio americano en la segunda guerra mundial, sólo hay un paso. Eso es lo menos que podemos exigir, a pesar del silencio sepulcral de algunos.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural
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FUENTE: >>Gonzalo Oliveros Navarro
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