He leído historia. He estudiado a fondo cómo se gestan los procesos de liberación y cómo se movilizan los líderes cuando un país enfrenta una tiranía.
Sé —porque lo he leído, releído y aprendido— cómo Winston Churchill se movió con urgencia para sumar aliados contra Hitler. Churchill habló con Roosevelt, con Stalin, con De Gaulle, con todo aquel que tuviera un mínimo de poder para inclinar la balanza. No se quedó en Londres escribiendo documentos: cruzó el océano, negoció, presionó, pidió, exigió y actuó.
También he leído cómo Francisco de Miranda recorrió medio mundo buscando respaldos para liberar a Venezuela. Tocó puertas en Estados Unidos, Francia, Inglaterra, habló con presidentes, diplomáticos, banqueros, militares y voluntarios. No se limitó a emitir declaraciones ni a redactar planes. Se movió con riesgo, con urgencia y con estrategia.
Y qué decir de Simón Bolívar. El Libertador viajó, pidió ayuda, negoció con Haití, articuló fuerzas en Nueva Granada, buscó recursos donde no los había. Bolívar no dijo: “estamos listos en papel”. No escribió: “tenemos un plan de 100 días”. Bolívar actuó, buscó aliados reales y se jugó la vida cada día que estuvo al frente de la causa.
Como ellos, hay otros ejemplos en la historia:
Lajos Kossuth, en Hungría, buscando apoyo europeo y estadounidense para resistir al imperio austrohúngaro.
Garibaldi, moviéndose entre Sudamérica, Europa y pueblos enteros para unir esfuerzos en la causa italiana.
Nelson Mandela, que negoció con gobiernos extranjeros y presionó desde dentro y fuera de Sudáfrica con apoyo real internacional.
Todos entendieron algo simple: los países se liberan con alianzas, acción y sacrificio, no con comunicados.
Hoy… vuelvo a decirlo
Yo, que he leído todo eso.
Yo, que antes de las elecciones advertí que con elecciones no bastaba.
Yo, que conozco varios procesos libertarios exitosos y fallidos.
Hoy lo digo con más fuerza que nunca:
Lo que salió en el Washington Post es otra narrativa más.
Documentos, informes internos, planes en papel.
Una vez más: papel.
Y lamentablemente —por mi experiencia, por lo que he estudiado, por lo que la historia enseña— en papel no se libera un país.
Con noticias, tampoco.
Cuando vi la noticia, mi respuesta fue inmediata:
¿Y dónde están? ¿Por qué no están en Washington hablando con Trump, buscando un acuerdo real, un apoyo concreto, un movimiento efectivo?
Eso es lo que hace un movimiento libertario serio.
Eso es lo que hace alguien que realmente está listo para el “día después”.
La dura verdad
Y sé que a muchos no les gustará leer esto, pero tengo que decirlo con honestidad:
todo esto luce como una narrativa para seguir en la palestra pública,
para seguir ganando premios,
para seguir haciendo foros,
para captar inversionistas,
al viejo estilo de Guaidó.
La historia de Venezuela está llena de sacrificio, acción y liderazgo valiente.
Pero lo que vemos hoy —lamentablemente— parece más una estrategia de visibilidad que un proyecto real de liberación.
Lo siento mucho por Venezuela. Y por ustedes.
Porque un país no se libera con PDFs filtrados.
Ni con titulares internacionales.
Ni con discursos bien escritos.
Un país se libera con alianzas reales, sacrificio, estrategia, acciones calculadas y presencia donde se decide el poder.
Y hoy, tristemente, no veo nada de eso.
Juan Carlos Justicia Vzla 🔥
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FUENTE: >>Juan Carlos Justicia
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Te Faltó Sangre, mucha Sangre. La Libertad no es Gratis
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