Menu

TRADUCTOR / TRANSLATE

sábado, diciembre 27, 2025

Nicolás Maduro apela a la receta de Mao para salvar la revolución bolivariana

Para el chavismo, la democracia ha dejado de medirse en las urnas y se redefine como obediencia del «pueblo organizado», un marco que permite blindar el poder frente a lo que el régimen describe como una amenaza existencial derivada de las operaciones de Estados Unidos contra su estructura de poder

Composición hecha por Epoch Times España con foto de Mao Zedong y Nicolás Maduro sobre la base de fotos de Getty.

Maibort Petit

Cuando una revolución entra en crisis profunda, el reto central deja de ser cómo gobernar mejor y pasa a ser, simplemente, cómo seguir gobernando. Esa fue una de las máximas más duraderas de Mao Zedong, quien entendió que el colapso económico o el aislamiento internacional no derriban un proyecto político siempre que el control interno permanezca intacto. En la Venezuela posterior al 28 de julio de 2024, esa lógica ha reaparecido con fuerza: frente a una legitimidad electoral severamente cuestionada y una presión internacional creciente, el régimen de Nicolás Maduro ha optado por abandonar el terreno de la democracia liberal para redefinir las reglas del poder.

Lejos de buscar una normalización institucional, el chavismo ha comenzado a administrar la crisis como un estado permanente y natural. En lugar de admitir un fracaso de gestión, el discurso oficial ha resignificado la precariedad como la consecuencia de una agresión externa sostenida, un «asedio» que justificaría medidas excepcionales. En este marco, la crisis deja de ser un problema a resolver para convertirse en una herramienta de cohesión interna, un mecanismo para cerrar filas y desplazar cualquier demanda de alternancia bajo la premisa de que esta constituye una amenaza existencial contra la revolución.

Este giro estratégico se apoya en el retorno del lenguaje del «poder originario», una válvula de escape recurrente cuando el voto popular no favorece al oficialismo. La premisa es que el verdadero poder no emana del sufragio competitivo, sino del «pueblo organizado» en comunas y asambleas sectoriales. Bajo esta lógica, el régimen desplaza el eje de la representación hacia estructuras que no son complementarias al Estado, sino que se presentan como fuentes superiores de legitimidad. La convocatoria del Congreso Bolivariano del Poder Constituyente Originario es la culminación de este proceso destinado a redefinir quién representa al pueblo y bajo qué reglas. Obviamente, también busca complicar cualquier gobierno que pueda formarse si EE. UU. logra su objetivo de expulsar a Maduro, Diosdado Y Vladimir Padrino del poder.

La operación recuerda la estrategia maoísta de crear instituciones paralelas cuando las existentes se vuelven incómodas. Mao no destruyó el Estado heredado de inmediato, sino que lo vació de contenido mediante estructuras revolucionarias que reclamaban una autenticidad mayor. En Venezuela, el objetivo actual no parece ser la redacción inmediata de una nueva Constitución, sino la creación de un nuevo «sujeto constituyente» cuidadosamente filtrado. Este diseño permite al régimen reorganizarse y operar sin someterse al riesgo que implica una competencia electoral real y transparente.

La Tierra más sagrada

En el corazón de esta supervivencia se encuentra la formación de cuadros, un elemento que Mao consideraba irremplazable. Para las revoluciones en crisis, las instituciones son secundarias frente a los individuos encargados de reproducir el poder en el territorio. Por ello, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha intensificado su cooperación con partidos comunistas que han demostrado una notable resiliencia en situaciones históricas de conflicto existencial. China, Vietnam y Cuba aparecen hoy como los referentes principales en programas de formación política e intercambio doctrinario, aportando modelos que combinan la disciplina del partido-Estado con la resistencia estructural.
Cada aliado ofrece una lección distinta: China aporta la visión de un partido tecnocrático capaz de sostener el control en contextos de desaceleración; Vietnam ofrece el manual de un régimen que introdujo reformas económicas profundas sin ceder el monopolio político; y Cuba representa el método probado de control social bajo condiciones de escasez extrema. En este contexto, figuras como Diosdado Cabello actúan como garantes de la cohesión interna. Sus misiones a Vietnam y Corea del Norte en años anteriores no buscaron acuerdos comerciales, sino absorber lecciones sobre lealtad y supervivencia interpartidista en fases defensivas.

Esta transformación se disfraza bajo una retórica de renovación constante. El propio Cabello ha insistido en que procesos como el «Congreso del Bloque Histórico» buscan «cambiar todo lo que haya que cambiar», una frase que no sugiere apertura, sino que apunta a una purga y fortalecimiento de las estructuras de mando. Es un proceso que el Ministro de la Defensa del régimen venezolano, Vladímir Padrino López, respalda al vincular el avance del poder popular con la defensa del sistema, argumentando que Venezuela construye un modelo de democracia diferente al liberal, donde la participación popular y la organización armada son caras de la misma moneda.

Al anunciar estos congresos y reformas, Nicolás Maduro fue explícito al declarar que el objetivo es superar la «democracia burguesa» en favor de una «democracia directa», dar un paso adelante ante la amenaza existencial que enfrenta la revolución bolivariana asediada desde adentro y desde afuera con las sanciones, bloqueos y ataques directos al modelo que la Administración Trump ha catalogado de Organización Terrorista Extranjera.

El enfoque impulsado por el chavismo busca presentar la reconfiguración del poder como un acto de soberanía popular, aunque en la práctica erosione cualquier vestigio de pluralismo. La propuesta de reforma constitucional de 2025 no busca un diálogo con la oposición, como los voceros del régimen han planteado narrativamente. Todo lo contrario, persigue institucionalizar interlocutores alineados con el oficialismo, asegurando que el poder resida en un tejido social bajo control del PSUV.

En última instancia, el respaldo de esta coalición de regímenes —que incluye el apoyo estratégico de Rusia en la arena geopolítica— confirma que el chavismo ha aceptado el conflicto sin fin como su nuevo hábitat. Maduro ha dejado claro que legitimidad no se mide por el bienestar de la población o el reconocimiento internacional, sino por la capacidad de resistir y permanecer en poder a como dé lugar. Como enseñó Mao, una revolución puede sobrevivir a casi cualquier desastre siempre que conserve el mando político. El costo social de este modelo es incalculable, pues revela a una revolución que ya no aspira a la prosperidad, sino únicamente a no caer.

A esta hora, la oposición y EE. UU. parecieran no tener todo el esquema claro

Déjanos saber tu opinión en los comentarios más abajo y no olvides suscribirte para recibir más contenido sobre noticias

FUENTE: >>https://www.epochtimes.es/news/nicolas-maduro-apela-a-la-receta-de-mao-para-salvar-la-revolucion-bolivariana-25917.html

Si quieres recibir en tu celular esta y otras noticias de Venezuela y el mundo, descarga Telegram, ingresa al link Https://t.me/NoticiaSigatokaVenezuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

GRACIAS POR EMITIR TU OPINIÓN

Todos los contenidos publicados en este sitio web son propiedad de sus respectivos autores. Al utilizar este sitio web afirmas tu aceptación sobre las Condiciones de uso, la Política de privacidad, uso de cookies y el Deslinde de responsabilidades legales.

Responsabilidad

Noticias Sigatoka Venezuela, no se hace responsable de las opiniones expresadas en los artículos, ni de los comentarios emitidos por nuestros lectores, quedando entendido que son de entera responsabilidad de sus autores.