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lunes, enero 07, 2019

El año en que Venezuela se opuso al comunismo Por | Israel Barbuzano

Un trabajo especial de BBC Mundo sobre la relación del país con la grandes potencias de la Guerra Fría


En 1962, plena Guerra Fría y de la crisis de misiles. Algunos advierten sobre una guerra nuclear, y Venezuela apoya a la cuarentena naval de Washington contra Cuba para impedir que lleguen embarcaciones soviéticas a la isla. Estas Unidos tiene en Caracas un aliado

Hubo un momento en el que el mundo estuvo al borde del holocausto nuclear, de la Tercera Guerra
Mundial.

En esa época, Venezuela tenía claro con quién aliarse. Y, muy especialmente, a quién percibir como una amenaza.

A diferencia de los últimos años, en los que la nación sudamericana ha estrechado sus vínculos con Rusia y ha establecido una relación sólida con Cuba, en la década de los 60 su política internacional era muy diferente.

Corría el año 1962, eran los tiempos de la Guerra Fría y Venezuela, que llevaba pocos años de democracia, asumió una posición firme en la llamada crisis de los misiles, cuando el mundo estuvo cerca del abismo.

Aunque el presidente venezolano Rómulo Betancourt no fue protagonista directo de ese capítulo de la historia, a diferencia del mandatario de Estados Unidos John F. Kennedy y del premier soviético Nikita Khrushchev, su participación en la crisis es considerada importante por algunos historiadores. Algunos incluso la califican de olvidada.


"La vulnerabilidad de Venezuela"

En ese contexto, explica el historiador venezolano Edgardo Mondolfi Gudat, es importante recordar que Venezuela era ya entonces uno de los productores de petróleo más importantes del hemisferio occidental y un país que le suministraba crudo a Estados Unidos.

Venezuela aún no había nacionalizado su industria petrolera, por lo que gran parte de sus actividades estaba en manos de trasnacionales, la mayoría estadounidenses.

"En medio de esa coyuntura de bipolaridad tan extrema entre Estados Unidos y la Unión Soviética, uno de los cálculos que se hicieron era que Venezuela podía ser un país vulnerable por su posición estratégica como productor de petróleo y, por tanto, era sumamente importante para Washington que esa vulnerabilidad no se viera afectada en caso de una conflagración", señala Mondolfi, autor de "La insurrección anhelada. Guerrilla y violencia en la Venezuela de los sesenta".

"Una de las hipótesis que se formuló dentro de la crisis es que los misiles podían tener el suficiente alcance no sólo para poner en peligro algunas ciudades de Estados Unidos, sino para poner en riesgo los centros de producción de petróleo en Venezuela, ubicados en la región occidental, especialmente en el estado Zulia, donde se concentraba la producción de crudo".

"Revisando documentos del Departamento del Estado pude darme cuenta que Estados Unidos le recomendó a las empresas que operaban la industria petrolera venezolana que protegieran de forma preventiva sus instalaciones ante la eventualidad de un ataque", indica el experto desde Caracas.


Los destructores venezolanos

El gobierno de Rómulo Betancourt decidió movilizar dos destructores, el ARV D-11 Nueva Esparta y el ARV D-21 Zulia, "y su único submarino disponible en ese momento", evoca Mondolfi.

La medida, en plena crisis, es vista como algo meramente simbólico por historiadores como Hershberg.

Sin embargo, explica:

"Venezuela fue crucial durante toda la confrontación entre Estados Unidos y Cuba porque Fidel Castro y los soviéticos realmente deseaban que hubiese un derrocamiento del gobierno de Caracas Fue un político que había surgido de la izquierda y que había conocido a Fidel Castro en 1948.

En ese primer encuentro, ambos coincidieron en la necesidad de un cambio en América Latina.

"Una de las primeras cosas que Castro hace al triunfar la Revolución Cubana fue visitar Venezuela porque pensaba que Betancourt, que acababa de ser electo presidente, lo podía apoyar", le explica a BBC Mundo la internacionalista venezolana María Teresa Romero.

Pero Castro se encontró con un líder venezolano que, a través de los años, se había vuelto crítico del comunismo, un líder que incluso en la década de los años 30 había dicho que "no estaba de acuerdo con la injerencia de la Unión Soviética en los países europeos".

"Betancourt le dijo de forma amistosa que no lo podía ayudar, pero Castro no lo quiso entender así".


Un consejo

El mandatario le explicó al comandante revolucionario que la dinámica de la industria petrolera en su país le impedía ayudarlo y que Venezuela enfrentaba problemas económicos.

Además, recuerda Romero, le expresó su sorpresa al verlo llegar a su país con hombres armados.

"En esa visita, Betancourt le recomendó que no cayera en las manos de la Unión Soviética y que se abriera a elecciones", indica la especialista.

"Fue así como desde 1959, las relaciones entre Betancourt y Castro empezaron a ponerse tensas".

"Betancourt creía en una revolución de izquierda democrática con elecciones (…), apelaba a un socialismo democrático propio (…) y consideraba que había que ir en contra tanto del imperialismo estadounidense como del imperialismo soviético", explica Romero.

Además creía firmemente que se debían romper relaciones comerciales y diplomáticas con los gobiernos que llegaran al poder a través de golpes de Estado, independientemente de si fueran de izquierda o de derecha.

De esa forma, en 1961, Venezuela rompió relaciones con Cuba y se convirtió en uno de los promotores de la exclusión de la isla de la OEA, la cual se materializó en enero de 1962.

Venezuela el aliado de Estados Unidos

Kennedy visitó Venezuela en 1961 y Betancourt viajó a Washington en 1963.

llevado a cabo por los comunistas, especialmente para tener acceso al petróleo venezolano".

El desencanto con el comunismo

Betancourt fue el primer presidente de Venezuela tras la caída del régimen militar de Marcos Pérez Jiménez, en 1958.

Esa relación con la Casa Blanca y su forma de gobernar provocó que Betancourt tuviese muchos críticos fuera y dentro del país: enfrentó alzamientos militares, sufrió un intento de magnicidio y vio cómo parte de la izquierda venezolana, inspirada por la Revolución Cubana, abandonaba la vía democrática para lanzarse a la lucha guerrillera rural y urbana.

Pero la percepción del presidente venezolano en Estados Unidos era positiva.

"Kennedy vio en el mandatario sudamericano a un aliado", recuerda Hershberg, el profesor de la Universidad George Washington. "Betancourt era un representante de lo que Kennedy estaba promoviendo porque, si bien estaba muy enfocado en derrocar a Castro en Cuba, también temía que su influencia se extendiera por América Latina", indica.

En marzo de 1961, Kennedy había propuesto la Alianza para el Progreso, "un programa enorme que buscaba promover reformas políticas y económicas para incentivar gobiernos más democráticos y representativos que fuesen más sensibles a la pobreza y la injustica social en América Latina, pero sin ser comunistas, sino más pro Estados Unidos".

El líder de la Casa Blanca, explica el académico, estaba buscando aliados en América Latina "más allá de las dictaduras de extrema derecha que había en países como Paraguay, Nicaragua, Guatemala, República Dominicana".

Estados Unidos apoyó los esfuerzos de Venezuela por oponerse a Cuba y lo tenía como un ejemplo de cómo un país en la región se podía alejar de los regímenes autoritarios, recuerda el experto.

"Pero al final de la década de los 60 y especialmente tras el asesinato de Kennedy, en noviembre de 1962, Estados Unidos se distanció gradualmente de la Alianza para el Progreso y se enfocó más en apoyar el anticomunismo aunque eso significara apoyar dictaduras que llegaban al poder a través de golpes de Estado".

El giro

Así terminaba la crisis de los misiles de Cuba, un capítulo que para muchos es un tanto lejano, pero que para otros ilustra el giro dramático de la política exterior venezolana.

La relación entre Betancourt, al que muchos consideran como uno de los padres de la democracia de Venezuela, y Castro no se reparó con los años.

Ya alejado de la presidencia, Betancourt dijo en una entrevista en 1978 con el canal de televisión Venevisión: "El régimen cubano del señor Fidel Castro es una amenaza para América Latina".

Mientras, Castro calificaba al líder venezolano como un "tránsfuga, traidor y ponzoñoso (…) envidioso de la Revolución Cubana, aliado al imperialismo, que tanto cooperó con las agresiones a nuestra Patria".

En una de sus "Reflexiones", titulada "Las dos Venezuela" y publicada en Radio Rebelde en 2011, el comandante cubano escribió sobre Venezuela:

"Después de Miami, aquella propiedad petrolera de Estados Unidos fue el principal centro de la contrarrevolución contra Cuba; a él corresponde ante la historia una parte importante de la aventura imperialista en Girón, el bloqueo económico y los crímenes contra nuestro pueblo. De esa forma se inició la era tenebrosa, finalizada el día en que Hugo Chávez juró el cargo sobre la 'moribunda constitución' que sostenía en sus manos temblorosas el ex presidente Rafael Caldera".

Fue así como con el líder bolivariano inauguraba una amistad entrañable con Castro y una alianza con Rusia, estrategia que ha mantenido su sucesor, Nicolás Maduro. El presidente Maduro visitó el 5 de diciembre a su homólogo ruso, Vladimir Putin, con quien acordó un paquete de inversiones rusas en los sectores petrolero y minero que ascienden a unos 6.000 millones de dólares.

Pero la cooperación va más allá del petróleo y de las inversiones. También está la colaboración técnico-militar.

Cuando el 10 de diciembre llegaron a Venezuela dos aviones Tupolev 160 (TU-160), un modelo de bombardero pesado supersónico de diseño soviético, el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, dijo:

"Nos estamos preparando para defender Venezuela hasta el último palmo cuando sea necesario".

Los aviones partieron pocos días después, pero los vínculos entre ambos países apuntan a que durarán mucho tiempo más.
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