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lunes, enero 07, 2019

Revirtiendo el chavismo

Un inventario bien elaborado de los estragos que se han producido en estos 20 años de chavismo es una prioridad


Todas las gestiones, promesas, informaciones, se descomponían y disolvían sin que los hechos correspondieran jamás a las palabras. Lo que se hacía y lo que se decía eran mundos aparte. Las palabras negaban los hechos y los hechos desmentían a las palabras y todo funcionaba en la engañifa generalizada, en un divorcio crónico
entre el decir y el hacer que practicaba todo el mundo.

"El sueño del celta"(2010)
Mario Vargas Llosa

Un inventario bien elaborado de los estragos que se han producido en estos 20 años de chavismo es una prioridad para iniciar un proceso ordenado y lógico de desmontaje de ese aparataje inhibidor del progreso. Si algo queda claro, es que Chávez siempre tuvo como objetivo la destrucción de las Instituciones democráticas, a favor de la imposición de un modelo caótico que le permitiera el ejercicio indefinido del poder. Efectivamente desde el ejercicio del gobierno, acabó con el Estado, y desmontado el Estado, suprimió la República, a tal punto, que de forma indistinta se refería a Estado, Nación, gobierno, república, patria, partido, de modo que el común de los ciudadanos los asociara como conceptos equivalentes, todos encarnados por él.

Es preciso recordar, que en principio apostó por una desordenada e improvisada intentona golpista. Basta analizar los relatos del entonces jefe de la Casa Militar, General Carratú Molina, los cuales recomiendo ver, para percatarse que el único objetivo de los insurrectos era la eliminación física del entonces presidente Carlos Andrés Pérez, ¿y después qué? Muchos de los militares que actuaron contra la democracia, no sabían la motivación de sus acciones, incluso algunos creían que estaban combatiendo a unos golpistas, cuando en realidad eran ellos quienes atentaban contra las instituciones.

Desafortunadamente abierto el camino democrático, Chávez se erige como una suerte de vengador, de redentor de las masas, que, ofreciendo un cambio de modelo, acabó con todo lo que se encontraba en pie. Su arma inicial fue el proceso constituyente, que se inició con la propuesta de redacción de un nuevo texto constitucional, y terminó asumiendo funciones legislativas y designando nuevos poderes públicos, con lo que se suprimió toda posibilidad de resistencia institucional contra el autoritarismo.

La toma del Poder Judicial tuvo consecuencias devastadoras para el país. El control jurisdiccional de los actos de gobierno es tal vez uno de los logros más importantes en materia del ejercicio de los derechos ciudadanos. Nunca más el ciudadano pudo reclamar eficazmente y revertir un acto de gobierno, este siempre tenía la razón. La eliminación de la autonomía del Banco Central, y el descontrol del gasto público fueron permeando a toda la administración, sin que hubiese capacidad de contrapeso, frente a una Contraloría y Procuraduría cómplices.

PDVSA se convirtió en una caja negra inauditable. No es posible controlar el gasto de la empresa, pero si es evidente la desinversión y la ineficiencia. Para ello, Chávez garantizó la imposición de su modelo despidiendo a más de veinte mil trabajadores de los más capacitados del mundo, y puso a la industria en manos de acólitos sin ninguna capacidad gerencial, las consecuencias están a la vista. Ríos de tinta pueden escribirse acerca de cada una de las medidas ejecutadas en pro de la disolución de la República, más ello es útil, siempre que comprendamos que cada uno de estos actos, nos aporta las claves de como revertirlos.

La desinstitucionalización del país se revierte con más institucionalidad. Nunca más un poder público puede hacer lo que le venga en gana, y menos aún un presidente. El ejercicio de la presidencia debe estar sometido a los más rigurosos controles, por parte del Parlamento (bicameral preferiblemente), Contraloría y demás miembros del Poder Ciudadano en cuanto le competa. Para ello, hay que revertir el proceso del modelo chavista, y construir instituciones independientes, funcionales, altamente eficaces y comprometidas con el cumplimiento del ordenamiento jurídico. Eso los venezolanos sabemos hacerlo, llegado el momento, es prioritario.

Un nuevo Poder Judicial debe ponerse en marcha, del actual nada es rescatable. Debe ser un modelo de conocimiento, cientificidad, autonomía, eficiencia, y compenetración con los problemas sociales sometidos a su consideración. El catálogo de aberraciones perpetradas por los jueces en los últimos años nos invita a hacer todo lo contrario; de hecho, esa puede ser una máxima orientadora de los jueces. ¿Qué hubiese hecho un juez del chavismo ante este caso? La solución más apegada a la ley y la justicia debe estar en hacer todo lo contrario.

Uno Poder Legislativo vigoroso es necesario, que legisle, pero también que controle la actividad de gobierno en todos sus niveles (Nacional, estadal y municipal) y que incentive la participación ciudadana en pro de la necesidad de que la gente se vincule con la solución de sus problemas, y se empoderen en relación con la vigilancia en el desempeño de los funcionarios al servicio del Estado.

La inmediata despolitización de las Fuerzas Armadas es tarea prioritaria. Los militares deben ser estrictamente profesionales, al servicio del país, y nunca más a parcialidad política alguna. Quien detenta las armas de la República, no puede tomar parte en los conflictos políticos, sino ser fiel garante del cumplimiento de la Constitución y las leyes, y celoso cuidador de la soberanía. Cuando esto se logre, se suprimirán gran parte de los males de seguridad, delincuencia organizada y grupos armados al margen de la ley que actualmente pululan por el territorio nacional.

Mi reflexión final, va dirigida al necesario aprendizaje del presente. Ningún liderazgo mesiánico y salvador que prometa un nuevo orden puede volver a hacerse del poder. Bien tontos somos, si no hemos aprendido a identificar demagogos y supuestos iluminados cuyas consecuencias hemos sufrido con creces en los últimos años. Los venezolanos tenemos la última palabra.
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