Lo hace un organismo que no presentó centro por centro y mesa por mesa el resultado del 28 de julio pasado y que, a la fecha, sigue sin activar su página web para que los ciudadanos puedan revisar los mismos.
Las posiciones respecto de la convocatoria están claras: una, abstenerse de participar en cualquiera elección hasta que se reconozca un resultado distinto al anunciado el pasado julio, es decir, la congelación.
La otra, participar, a como de lugar en cualquier elección pues los espacios no se abandonan.
Lamentablemente, así planteadas, ninguna de las dos resuelve el problema fundamental: el gobierno seguirá siendo el mismo.
En ambos casos, el ganador será el que -amorosamente- se anuncie, aún cuando los votos que obtenga el beneficiario del respectivo reconocimiento señale lo contrario y ello porque el voto, lamentablemente, como mecanismo de cambio, murió en Venezuela el día que, en los términos que conocemos, el señor Maduro fue proclamado.
A la pregunta entonces de que hacer en esa circunstancia admito que la respuesta que me he planteado puede resultar para algunos compleja y quizas sorprendente.
Las posiciones que están sobre la mesa son absolutamente irreconciliables máxime cuando que, los representantes de una de ellas, se despachan con ofensas, denuestos y calificativos contra quenes proponen la otra, lo que no es nuevo pues siempre ha sido así.
Quizás, la coyuntura actual sería propicia para que, ese matrimonio a todas luces mal llevado entre las fuerzas opositoras, se disolviere en los mejores términos posibles. Que cada uno construya desde su disolución la fuerza -vía abstención o participación- que pueda formar y si en el camino, largo y tortuoso que implicará la presencia en el poder de quienes lo ocupan, como implícitamente lo reconoció el señor Rubio este pasado viernes al responder que no creía que la situación venezolana se modificare este año, se logra consensuar una posición, muy bueno para el país y si no se logra, pues muy bien, todos sabemos a que atenernos, respecto del liderazgo que gobierna y el que se le opone.
Ni la abstención per se ni la participación por si misma le garantizarán a los venezolanos un cambio en el statu quo nacional. Si a eso sumamos que entre los distintos actores opositores existen diferencias absolutamente irreconciliables, lo responsable por parte de ellos sería que le pusieran fin al matrimonio obligado que nos ha llevado hasta aquí. Quizás ese sea el comienzo del fin de nuestra tragedia.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural
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FUENTE: >>Gonzalo Oliveros Navarro
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