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lunes, febrero 10, 2025

Democracia vs. pragmatismo: El dilema de los venezolanos ante la autocracia

La democracia, entendida como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, enfrenta hoy amenazas complejas y multifacéticas. En las palabras de Václav Havel, la democracia “no es solo un sistema político; es la única alternativa al despotismo.” Sin embargo, en contextos donde los regímenes autoritarios consolidan su poder, la defensa de los principios democráticos se convierte en un acto de valentía y convicción moral, en contraste con el pragmatismo de quienes prefieren adaptarse para sobrevivir

Benigno Alarcón Deza 10.02.25

La democracia, como sistema político y forma de vida, está fundada en principios de libertad, igualdad y justicia. Según John Dewey, “la democracia es más que una forma de gobierno; es un modo de vida asociado a la comunicación libre e igualitaria de ideas”. No obstante, cuando una sociedad enfrenta el yugo de la autocracia, los ciudadanos se encuentran ante un dilema ético y práctico: ¿es mejor defender activamente los principios democráticos o recurrir al pragmatismo para sobrevivir?

El caso de Venezuela ilustra este dilema de manera palpable. Enfrentados a un régimen que ha erosionado sistemáticamente las instituciones democráticas, muchos venezolanos han optado por la adaptación pragmática, una suerte de mimetización con el entorno opresivo. Pero, ¿cuáles son las consecuencias de esta elección? ¿Qué implica para el futuro de la democracia no solo en Venezuela, sino en el mundo?

El pragmatismo, entendido como la adaptación a circunstancias adversas para garantizar la supervivencia, se ha convertido en una estrategia común en sociedades sometidas a regímenes autocráticos. En Venezuela, este fenómeno se manifiesta en múltiples esferas. Entre otras destacan:

Sector empresarial: Entre la adaptación y la complicidad, el sector empresarial venezolano ha adoptado una postura pragmática, enfocándose en mantener operaciones a cualquier costo. Este comportamiento no es único de Venezuela. En Rusia, bajo el régimen de Vladimir Putin, las grandes corporaciones se han visto obligadas a alinearse con el Kremlin para asegurar su continuidad. La complicidad de sectores económicos no solo permite la supervivencia empresarial, lo cual es deseable, sino que también legitima al régimen ante la comunidad local e internacional.

Ciudadanos comunes: La población venezolana atrapada en una crisis económica sin precedentes, enfrenta una elección dolorosa: alzar la voz con el riesgo de represalias, adaptarse a las circunstancias actuales o buscar un futuro en otro país. La apatía y resignación se han convertido en herramientas de control utilizadas por regímenes autocráticos. Anne Applebaum, en su obra Autocracia S.A., argumenta que las autocracias prosperan mediante la creación de una atmósfera de impotencia, donde el ciudadano medio se convence de que la resistencia es inútil, además de peligrosa.

Oposición política: En el ámbito político, el pragmatismo se manifiesta en la fragmentación de la oposición, sobre todo cuando se les coloca frente al señuelo de una convocatoria electoral. La incontinencia electoral y la incapacidad de mantenerse en un frente unido ante el régimen autoritario ha tenido costos enormes para la lucha democrática, pero también para los mismos partidos y políticos que se han dejado cooptar por el gobierno, y lo único que han conseguido es erosionar la confianza ciudadana en su liderazgo, hasta el punto de hacerse políticamente irrelevantes. Sería importante que los partidos y políticos venezolanos se vieran en el espejo de casos como el de Zimbabue, en donde bajo le hegemonía de Robert Mugabe las divisiones de la oposición, incluso en un momento en el que habían ganado las elecciones parlamentarias y luego las presidenciales, terminaron desconciéndose para llegar a un arreglo de co-gobierno que terminó destruyendo a toda la oposición y pulverizando toda aspiración a un cambio democrático.

Las Consecuencias del Pragmatismo

El pragmatismo, aunque útil para la supervivencia inmediata, tiene consecuencias de largo alcance:
Legitimación del régimen: Al adaptarse y operar dentro de las reglas impuestas por la autocracia, sectores económicos, políticos y sociales terminan legitimando al régimen. La participación en elecciones fraudulentas, por ejemplo, confiere una fachada de legitimidad democrática que los autócratas explotan para desactivar la presión internacional.

Desmovilización ciudadana: La narrativa del pragmatismo refuerza la idea de que la resistencia es inútil, llevando a la desmovilización y apatía generalizada. La desmovilización no solo fortalece a la autocracia, sino que debilita los movimientos sociales y las organizaciones civiles que podrían actuar como catalizadores del cambio.

Erosión de los valores democráticos: Cuando la adaptación se convierte en norma, los principios de justicia, igualdad y participación activa se ven comprometidos. Como advertía Václav Havel, “la mayor amenaza para la democracia no es el totalitarismo abierto, sino la indiferencia moral”.

La defensa activa de la democracia es un imperativo moral, pero también estratégico. En contraste con el pragmatismo, la defensa activa de la democracia implica un compromiso decidido con los principios democráticos, aun en condiciones adversas.

El rol de la comunidad internacional

En este ámbito, la solidaridad internacional es fundamental para la defensa de la democracia. La presión internacional, el apoyo a los defensores de derechos humanos, a los medios alternativos y a las organizaciones de la sociedad civil con vocación democrática, son clave para contener el avance de los regímenes autocráticos. Sin embargo, el pragmatismo también se manifiesta en las actuaciones de la comunidad internacional, incluso en el caso de gobiernos democráticos que muchas veces hacen silencio ante los avances de gobiernos autocráticos, permitiendo que los intereses priven sobre los princpios, como Kissinger advertía. El pragmatismo y la inconsistencia de una buena parte de la comunidad internacional frente a la crisis venezolana ha contribuido a que el régimen autocrático venezolano, entre otros regímenes, sobreviva a pesar de la condena global.


En un mundo globalizado, la lucha por la democracia no puede ser vista en términos aislados. Las autocracias contemporáneas se apoyan mutuamente, como demuestra la cooperación entre Rusia, China, Irán y Corea del Norte, para desacreditar los valores democráticos. La comunidad internacional debe reconocer que la defensa de la democracia en un país como Venezuela tiene implicaciones globales.

La Unión Europea y Estados Unidos, pese a sus diferencias estratégicas, comparten un interés común en la promoción de la democracia. Sin embargo, la política internacional ha oscilado entre la intervención directa y la indiferencia, a menudo dejando a los pueblos en lucha atrapados entre la represión interna y la realpolitik externa. Es urgente que las democracias consolidadas redefinan su compromiso con los derechos humanos y el Estado de derecho, no solo como principios éticos, sino como pilares de un orden internacional sostenible.

Conclusión: La democracia no se defiende sola

El pragmatismo tiene costos profundos y duraderos. Cuando la resistencia activa se reemplaza por
la adaptación, se erosiona la cultura democrática. En Venezuela, la normalización del fraude electoral y la represión ha creado un clima donde el cálculo pragmático parece más racional que la resistencia. Sin embargo, cada concesión al poder es una validación de su legitimidad y una renuncia al cambio.

En última instancia, la democracia es una obra colectiva que requiere el compromiso de todos los sectores de la sociedad. En Venezuela, como en muchas otras naciones bajo regímenes autoritarios, el pragmatismo puede parecer la opción más segura, pero es una vía que solo perpetúa la opresión. La defensa activa de la democracia no es solo una cuestión moral; es una estrategia pragmática a largo plazo para construir una sociedad más justa y equitativa.

Como declaró Martin Luther King Jr., “la injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todas partes”. La indiferencia y el pragmatismo no son opciones viables ante la autocracia. Es momento de actuar, de movilizarse, de alzar la voz en defensa de la democracia. Solo así se podrá construir un futuro donde la libertad y la justicia prevalezcan sobre la opresión y el miedo.

Es el momento de rechazar el cálculo frío y abrazar la acción decidida. No hay democracia sin demócratas. La historia nos enseña que los regímenes autoritarios parecen invencibles hasta que colapsan, a menudo bajo el peso de sus propias contradicciones. Pero ese colapso no es inevitable; es producto de la acción sostenida de quienes se atreven a imaginar un futuro distinto.

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FUENTE: >>https://politikaucab.net/2025/02/10/democracia-vs-pragmatismo-el-dilema-de-los-venezolanos-ante-la-autocracia/

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