Ayer 20 de junio fue el día del Refugiado, esa persona que por pensar distinto, o por ejercer un derecho, es perseguida en su país y debe solicitar protección a otro quien, generosamente, lo concede.
Si alguna característica tienen los refugiados o los solicitantes de esa protección es la herida en el alma de no poder regresar a su país, ese por el cual actuaron, no importa lo bien que sean tratados en el de acogida. Es una herida que solo cerrará cuando pueda retornar a él sin riesgo.
El refugiado nunca celebra ese dia; dá si las gracias porque se recuerde que existe pero no lo puede celebrar porque las derrotas -y eso es salir de su país normalmente entre gallos y medianoche para empezar de nuevo, dejando atrás todo lo que construyó- aunado a la intemperancia de quienes originan su decision, a eso lo obligó.
Seguramente, en el caso venezolano, algunos consideraran que, dado el modus vivendi de algunos que esa condición tienen, es un negocio ser refugiado. Está en un error; el que algunos utilicen la misma en beneficio personal, perjudicando con ello la imagen del colectivo, no quiere decir que todos sean así. Con ellos se aplica la conclusión según la cual, hasta en las mejores familias, hay ovejas negras.
Colombia ha recibido una importante cantidad de solicitantes de refugio. Ello ha conllevado que la administración esté colapsada respecto de la atención de las mismas; se les otorga un salvoconducto si, pero para quienes esa condición adquirieron antes de enero de este año, no les está permitido trabajar, revictimizandolos en el fondo lo que el gobierno del señor Presidente Petro pretendió resolver para las solicitudes que se realicen a partir del citado mes de este año. Por el contrario, a quienes se nos reconoció como refugiados y se nos otorgó la documentación necesaria para estar libres y seguros en el país, hemos tratado de colaborar con este para su crecimiento.
Detrás de cada solicitante de refugio y de cada refugiado, hay una historia de tristeza. Pido a Dios que ella se convierta -como en mi caso- en una fuerza de sanación y no en un huracán de odio por la causa que motivó la situación de cada uno.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural
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FUENTE: >>Gonzalo Oliveros Navarro
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