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jueves, octubre 23, 2025

Frances Perkins

Cuando era niña, Frances Perkins le preguntó a su padre por qué la gente buena podía ser pobre. Él le respondió que no se preocupara por esas cosas, que los pobres lo eran por vagos o por beber demasiado. Frances no lo creyó. Y esa pregunta —tan simple, tan honesta— la acompañaría toda su vida.

Estudió física en Mount Holyoke College. Pero en su último semestre, una clase de historia económica cambió su rumbo. Viajó por los molinos del río Connecticut y vio con sus propios ojos las condiciones inhumanas en que trabajaban mujeres y niños. Quedó horrorizada. En lugar de enseñar y casarse, como era esperado, obtuvo una maestría en trabajo social en la Universidad de Columbia.

En 1910, ya como Secretaria Ejecutiva de la Liga de Consumidores de Nueva York, comenzó a luchar por panaderías limpias, salidas de emergencia en las fábricas y jornadas laborales que no destruyeran cuerpos ni infancias. Se convirtió en una figura habitual en Albany, haciendo política con tenacidad y convicción.

Y entonces llegó el 25 de marzo de 1911. Frances estaba tomando el té cuando oyó los camiones de bomberos. Corrió hacia el humo… y presenció una de las peores tragedias laborales en la historia de Estados Unidos. El incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist cobró la vida de 146 personas, en su mayoría mujeres jóvenes. Vio cómo se desplomaban las escaleras, cómo las mangueras no llegaban… y cómo 47 personas saltaron al vacío desde los pisos más altos. No eran solo víctimas. Eran las mismas trabajadoras que, apenas un año antes, habían conseguido avances laborales por los que ella también había luchado.

Ese día, Frances hizo una promesa silenciosa: sus muertes no serían en vano.

Se formó un comité de reformas. Frances lo lideró. Redactaron el conjunto de leyes más completo en salud y seguridad laboral que el país había visto. Otras ciudades lo copiaron. Y la industria no volvió a ser la misma.

Décadas más tarde, en 1933, Franklin D. Roosevelt la llamó. Quería que fuera Secretaria de Trabajo. Frances aceptó, pero puso condiciones: semana laboral de 40 horas, salario mínimo, abolición del trabajo infantil, Seguridad Social, compensación por desempleo, asistencia médica y federal para los desempleados.

Él dijo que sí.

Y con ese sí, Frances Perkins se convirtió en la primera mujer en un gabinete presidencial en EE.UU.
Muchos no conocen su nombre. Pero todos vivimos en el mundo que ella ayudó a construir.
Un mundo donde la justicia laboral no es un privilegio… sino un derecho.

Tomado de Datos Históricos

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FUENTE: >>R/S/W

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