La Maldición del Precio Fijo: Un Viaje a Través del Tiempo

Mientras el socialismo destruye la economía de un golpe, el intervencionismo la pudre poco a poco. Capa a capa. Decreto a decreto. Es el arte de erosionar la libertad sin que el ciudadano se dé cuenta. Todo comienza con una promesa que suena a magia: un gobierno, con las mejores intenciones, decide hacer la vida más fácil bajando por ley el precio del pan, la leche o la gasolina. Parece un gesto de protección que es recibido con aplausos. Pero, ¿realmente funciona?

El economista Frédéric Bastiat nos advirtió sobre esto hace mucho tiempo:

“En economía, lo que se ve es el precio bajo. Lo que no se ve es la escasez futura.”

Esta idea es el corazón de nuestro viaje. A menudo, las soluciones que parecen buenas a primera vista (lo que se ve) ocultan problemas mucho más grandes y destructivos (lo que no se ve).

Te invito a subir a nuestra máquina del tiempo para descubrir si esta "magia" de bajar los precios realmente funciona. Nuestra primera parada nos llevará muy lejos, a la poderosa Roma imperial.

Primera Parada: El Emperador y los Mercados Vacíos

Nos encontramos en el año 301, en el corazón del Imperio Romano. El emperador Diocleciano enfrenta un problema grave: una inflación galopante que enfurece a la población. Para solucionarlo, proclama una ley audaz y aparentemente justa: el "Edicto de Precios Máximos". Su orden es simple y directa: ningún comerciante podrá vender sus productos por encima del precio fijado por el Estado.

El resultado, visto a través de la lente de Bastiat, fue dramático y revelador.

Lo que se veía (El Resultado Inmediato)	Lo que no se veía (La Consecuencia Oculta)
Precios bajos por decreto. El gobierno ordenó que los bienes esenciales fueran asequibles para todos, una medida popular y visible.	Los productos desaparecieron. Los comerciantes, antes que perder dinero, prefirieron esconder su mercancía o venderla en un floreciente mercado negro a precios mucho más altos.

El edicto no frenó la inflación; la trasladó a la clandestinidad y vació los mercados. Este patrón, sin embargo, no fue un accidente de la historia antigua. Volvería a repetirse, con una fuerza asombrosa, muchos siglos después en un país devastado por la guerra.

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3.0 Segunda Parada: El Milagro en la Alemania en Ruinas

Avanzamos hasta 1948. Alemania es un país en ruinas tras la Segunda Guerra Mundial. La economía está paralizada por un estricto sistema de controles de precios y racionamiento. Los mercados están vacíos, la gente hace colas interminables para conseguir lo básico y la producción es casi inexistente. La "protección" del Estado había creado una escasez generalizada.

En medio de este caos, un hombre llamado Ludwig Erhard, de la Escuela Austriaca, tomó una decisión que cambiaría la historia. En contra de la opinión de muchos, decidió eliminar todos los controles de precios de la noche a la mañana. El resultado fue tan rápido y espectacular que se conoció como el "milagro económico alemán". Los cambios clave fueron:

• Aparición de productos: Casi instantáneamente, los estantes de las tiendas, que habían estado vacíos durante años, se llenaron de mercancías. Lo que estaba escondido salió a la luz.
• Renacimiento del mercado: Al poder vender a precios libres, la gente tuvo un incentivo para volver a producir, comerciar e invertir. La economía despertó de su letargo.
• Inicio de la prosperidad: Esta audaz decisión sentó las bases para la increíble recuperación de Alemania, transformándola en una potencia económica en pocas décadas.

A pesar de lecciones tan claras como la romana y la alemana, la tentación de controlar los precios sigue siendo fuerte, incluso en ciudades modernas y prósperas como Berlín.

Tercera Parada: Un Eco Moderno en Berlín

Nuestra última parada es muy reciente: Berlín, año 2020. El gobierno de la ciudad, preocupado por el aumento de los precios de la vivienda, implementa una ley para imponer un tope a los alquileres. El objetivo declarado era noble: "frenar la especulación inmobiliaria" y ayudar a los inquilinos.

Durante unos meses, los inquilinos se sintieron aliviados. Pero pronto ocurrió lo previsible, repitiendo el mismo patrón histórico:

1. Caída de la oferta: Los propietarios dejaron de ofrecer sus pisos. La oferta de viviendas en alquiler se desplomó un asombroso 60%.
2. Desaparición de contratos: Encontrar un nuevo contrato de alquiler se volvió una misión casi imposible para miles de personas que buscaban un hogar.
3. Auge del mercado negro: Al igual que en la Roma de Diocleciano, floreció un mercado clandestino donde los alquileres se negociaban al margen de la ley, a menudo a precios más altos.

El economista Thomas Sowell explicó por qué esta idea, a pesar de sus fracasos constantes, sigue siendo tan popular:

“El control de precios ha fracasado en todas las épocas. Y lugares donde se ha intentado. Y sin embargo sigue siendo popular. Porque su fracaso se atribuye siempre a otra cosa.”

Entonces, ¿por qué ocurre esto siempre? ¿Cuál es el secreto invisible que los políticos y planificadores parecen olvidar una y otra vez?

La Lección Oculta: ¿Por Qué Fracasan los Controles?

La respuesta es simple pero profunda: el precio no es un capricho del vendedor. El precio es información. Es una señal que coordina de manera silenciosa y eficiente las acciones de millones de productores y consumidores. Cuando el Estado manipula esa señal, destruye la comunicación y provoca el caos.

Grandes pensadores económicos nos han advertido sobre esto durante décadas:

• Friedrich Hayek: Explicaba que los precios son un mecanismo de comunicación que transmite conocimiento disperso por toda la sociedad (costos, escasez, demanda). Cuando el Estado impone precios, sustituye la sabiduría colectiva de millones por la ignorancia de unos pocos burócratas.
• Ludwig von Mises: Afirmaba que “Intervenir en el mercado es como intentar cambiar las leyes de la gravedad. Puedes ignorarlas por un momento. Pero no puedes abolirlas.” Al fijar precios por debajo de los costos, se destruyen los incentivos para producir, lo que lógicamente conduce a la escasez.
• Henry Hazlitt: Resumió la tragedia al explicar que “Los controles de precios crean escasez. Los subsidios crean derroche. La combinación de ambos crea ruina.”

Lo más perverso de este sistema es su círculo vicioso. Cuando el control de precios provoca escasez, el gobierno no culpa a su propia política, sino a los "especuladores" o a la "avaricia empresarial". Y la "solución" que propone es siempre la misma: más intervención, más control, más regulaciones.

Entender esta lección oculta nos permite, por fin, escuchar la verdadera voz que habla a través de los precios.

La Voz de la Libertad

Nuestro viaje a través del tiempo nos ha mostrado una verdad ineludible: desde la Roma de Diocleciano hasta el Berlín del siglo XXI, intentar controlar los precios artificialmente siempre termina en el mismo lugar. Genera escasez, fomenta los mercados negros y crea problemas mucho mayores de los que pretendía solucionar.

El intervencionismo no destruye de golpe; corrompe lentamente. No prohíbe el mercado; lo asfixia. Y en ese proceso, como advirtió Mises, “transforma al ciudadano en súbdito. Porque lo obliga a vivir según los precios que dicta el gobierno”.

En el fondo, esta tentación de controlar es una forma de desconfianza hacia el ser humano. Cree que sin el Estado, la sociedad se hundiría en el caos. Pero la historia demuestra lo contrario: el caos aparece cuando el Estado impide actuar libremente.

La solución, aunque difícil, es la más sencilla y la que ha demostrado funcionar a lo largo de la historia. Consiste en dejar que los precios hablen, porque, como hemos aprendido hoy:

Los precios son la voz del mercado. Y el mercado es la voz de la libertad.

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FUENTE: >>Juan José appellare

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