Pareciera una combinación de complicidad con torpeza. Las vinculaciones orgánicas de los financistas de la MUD con el régimen chavista deben tener algún peso a la hora de fijar la estrategia frente al chavismo. Pero también la necedad en seguir jugando dentro de la viciada legalidad chavista parece tener un papel decisivo en los desaciertos de esta errática oposición.
En uno y otro caso lo que está muy claro para la mayoría de los venezolanos parece no estarlo para la MUD. La evidente naturaleza criminal del régimen y su decisión de jamás entregar el poder por vías pacíficas parece ser deliberadamente obviado por esta oposición cómoda y blandengue que prefiere entenderse con el régimen en términos de elecciones y negociaciones.
Las opciones de lucha que propone la MUD, elección y negociación con el régimen, no ofrecen ninguna perspectiva realista ni viable para salir de la dictadura. Por el contrario ambas son escenarios que solo contribuyen a extender la vida de la dictadura y la agonía de millones de venezolanos.
Esta forma pusilánime y complaciente de hacer política tuvo una nueva expresión la semana pasada al término de la ronda de negociaciones entre el gobierno y la oposición. Con la mayor espontaneidad y afecto Julio Borges se despidió de Delcy Rodríguez obsequiándole un beso en la mejilla. La foto circuló por redes sociales y con toda razón enfureció a millones de venezolanos quienes no se explican esas profusas muestras de cariño.
El asunto no es de urbanidad y buenas maneras. Para ello habría bastado un sobrio y sereno apretón de manos sin dejar de mirar a los ojos del enemigo. Pero este parece ser el problema. Que Julio Borges y la MUD no identifican al enemigo aunque lo tengan al frente y se comportan con sospechosa camaradería.
Algunos periodistas y operadores políticos saltaron inmediatamente a justificar la caballerosidad de Julio Borges atajando las criticas con el super trillado lugar común de “lo cortés no quita lo valiente.” Otros, sin excusar la banalización, hasta se atrevieron a comparar la escena del beso con el encuentro entre Shimon Peres y Yasser Arafat.
Pero esa foto dice mucho más de lo que los políticamente correctos parecen dispuestos a admitir. La imagen de Julio Borges y su afectuoso gesto con Delcy Rodríguez muestra la debilidad psicológica de una persona que sencillamente no sabe quien es el enemigo ni como comportarse frente a el.
La contraparte de Borges en esa lastimosa escena representa a una dictadura asesina que hace menos de dos semanas ejecutó la masacre de El Junquito y es culpable de todas las miserias que hoy padecemos los venezolanos. Una postura firme y serena frente al enemigo, sin ser irrespetuosa, habría sido más apropiada que risitas y besitos como si estuviesen entre panas. ¿O es así?
La escena en cuestión retrata el estado de postración mental de los partidos de la oposición electoral que siguen creyendo en los buenos modales del régimen y desesperadamente tratan de portarse bien. Ellos seguramente creen que pueden salir de la dictadura con negociaciones, votos, y besos.
- @humbertotweets