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viernes, diciembre 20, 2019

Simón Bolívar murió abandonado un 17 de Diciembre hace 189 años.

A pesar de que Venezuela, el país que liberó, parece estar encaminada a sufrir la misma suerte, estamos decididos a revivirla y realizar cabalmente el sueño de Bolívar.

Es el proyecto del Pacto Republicano, la alianza de los del coraje que el Movimiento Libertadores, siguiendo la gesta civil del 16 de Julio de 2017, ha promovido.

Hace un año, Alfredo Coronil Hartmann, emérito poeta y literato, hijo y heredero político de Rómulo Betancourt, de los más profundos conocedores de nuestra historia y de la gesta de Bolívar, nos regaló un hermoso y motivador discurso, que actualizó y lo pasamos hoy de nuevo.

Le sugerimos que incluyera en su discurso la idea del “testigo” en una carrera de relevos. En tal carrera de los juegos olímpicos, cada corredor de un equipo de cuatro hace su tramo, y entrega el “testigo” al siguiente cuando ya ha hecho todo su esfuerzo por el equipo. En este caso los corredores son también cuatro, en orden cronológica: Jesús de Nazaret, el mesías hoy encarnado en el Amor de todos los venezolanos; Simón Bolívar, nuestro prócer militar que dio ejemplo al mundo por liberar, y no conquistar, otras naciones; Rómulo Betancourt, fundador de una de las democracias más sólidas del mundo, alejada del militarismo, y promotor del Pacto de Punto Fijo; y el Pacto Republicano, que hoy toma el testigo de esos tres “corredores” para recorrer el tramo final y definitivo.

El “compromiso asumido”, es histórico de estándares mundiales y universales, como vemos. Y se suman de manera sustantiva los ciudadanos venezolanos independientes, agrupados en el Movimiento Libertadores. Pero también los militares y policías realmente bolivarianos, dispuestos a cumplir el segundo mandato del soberano el 16 de Julio de 2017, acto histórico mundial también. Apoyados por la comunidad internacional del coraje, liderada por Estados Unidos. Y los partidos y líderes políticos, pero del coraje, no de la corrupción y la cohabitación. Todos luchando luchando por una salida digna, de fuerza, para restituir el estado de derecho, de justicia y de servicio en que el ciudadano es el soberano, al que el estado y el mercado sirven.

Betancourt hizo su gesta, aunque vio decaer su proyecto por la corrupción que invadió la política por el caza-rentismo. Bolívar hizo la suya, ejemplo universal, y creyó que había arado en el mar. Por su parte, la época de Navidad nos hace pensar en el testigo espiritual. El nacimiento de la esperanza de salvación, aún desde una situación muy mala, desde un pesebre y desde una cruz. El compromiso implica, pues, no solo salir de la ocupación y la usurpación. Sino la transformación completa del país con tres criterios para pasar de la aparente muerte a la vida plena: Moral, Luces, y Amor.

Cordialmente y pendientes,

Felipe Pérez Martí
Movimiento Libertadores.


EL COMPROMISO ASUMIDO

Por: Alfredo Coronil Hartmann
17 de Diciembre de 2019

La tarea de vivir, en su sentido pleno, agrupa la cuota de esfuerzo que, a cada hombre toca en la faena de hacer la Historia. Sea ésta con H mayúscula o minúscula, aún circunscrita al escenario del hogar, a labores de subsistencia, siempre es trascendente, importante, obligante aunque no siempre reparemos en ello.

Las circunstancias en las cuales está escrito nuestro periplo vital, determinan más que la propia voluntad, la ambición o el simple cálculo, la amplitud y el riesgo implícito, en una tarea que nadie buscó deliberadamente, sino que nos vino con el regalo de la vida. Para quienes creemos en un ser humano superior es, en algún sentido, más fácil aceptar la carga y sus consecuencias, pero eso no la hace tersa y muchísimo menos fácil.

Venezuela fue, como muy pocas naciones en el mundo, espléndidamente dotada de riquezas naturales, pero la prodigalidad de la Divina Providencia apareja un tenebroso pasivo. Tras de cada don, de cada obsequio, venía implícito el rapaz asedio y el peligro de los depredadores.

Fue, no obstante, una riqueza diferida, estaba allí, pero por mucho tiempo, limitaciones tecnológicas y de simple evolución histórica, la hacían inalcanzable. Los jóvenes patricios que iniciaron y protagonizaron la gesta, fueron los privilegiados de un país muy pobre, los padres fundadores pagaron en sangre y sacrificio físicos el costo de nuestro alumbramiento. Ello explica el que, Simón Bolívar, justamente considerado el hombre más rico de Venezuela, muriese con una camisa ajena, sin dejar por ello de ser rico.

Hoy 17 de diciembre conmemoramos el instante de su muerte, los 189 años de su viaje más largo. El legado moral, histórico, intelectual del gran caraqueño persiste, por ello y pese al recochineo abusivo de dictadores y payasos, que en algún caso, como el chavismo, alcanzó cimas de vulgar cursilería y abuso, folklóricos desplantes, sillas vacías a él destinadas y finalmente la inaudita profanación de su tumba y sus despojos, con fines que desconocemos, pero que producen estremecimientos, no sólo por la violación de su reposo, sino ante la visible proliferación de cultos satánicos, babalaos, paleros, animales misteriosamente sacrificados, una lúgubre promiscuidad que abona el terreno a las suposiciones más escabrosas.

No obstante, reitero, el Bolívar de Pativilca, para mí el más grande, el indoblegable, el invencible, su aura inalcanzable, nos sigue convocando y, enfrentando al despotismo apátrida que hoy representa Maduro y ayer su causahabiente Chávez.

Un sector importante y heterogéneo de ciudadanos tiene la gallardía y el coraje, de recoger la antorcha, dicen ellos el testigo, y se comprometen a continuar su gesta libertaria, sin medir el precio ni las consecuencias.

Ante este país destruido, asolado, depredado, vejado, entregado, los ilustres compatriotas que fueron consecuentes con la vocación y el compromiso de hacer patria, se levantan de sus osarios gloriosos para acompañar al “testigo” del Libertador. Es así como hoy invocan la fuerte impronta de Rómulo Betancourt, él se ganó ese puesto, pero no fue el único. Preclaros venezolanos cumplieron hazañas semejantes, mencionémoslo como encarnación de esa pasión por Venezuela, de ese “fiero amor” como lo calificara un dramaturgo que no compartía sus ideas.

A la misma altura de esos próceres, sin un ápice de inferioridad en el sacrifico, el coraje y la tenacidad, están hornadas de nuestros muchachos, esa indoblegable juventud que, sin guerras declaradas, ofrendaron sus vidas, su salud, su entrega sin cansancio en las calles o en las ergástulas de esta tiranía sádica y cobarde, en el dos mil catorce, en el 2017 y en cada día de este tiempo de oprobio.
No es posible obviar, y sería poco serio hacerlo, el señalar que, en este encuentro final, sin posposiciones posibles con nuestro destino de país, en esta batalla sin sucedáneos ni apañamientos, no susceptible a remiendos, compresitas calientes, ni cabildeos de comadres acomodaticias, firmes en el rechazo frontal y definitivo a diálogos de mercachifles y tarifados, a malos hijos de Venezuela, que habiéndola exprimido hasta las heces aún tratan de traficar con su subsuelo, han sido los valores irrenunciables e inmanentes a la condición humana, a la civilización judeo-cristiana los que nos han congregado.

Es decir no ha habido el condimento de las ideologías, de ninguna de ellas, son valores, principios éticos y morales, no artilugios de pensadores más o menos desinteresados: libertad, respeto al prójimo, tolerancia, apoyo al más débil, honradez. Ésas son hoy las banderas de la Venezuela que se está haciendo, ¡Que vamos a hacer!

ALFREDO CORONIL HARTMANN
17 de Diciembre de 2019
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