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lunes, mayo 08, 2023

Barra Plural Abandonar espacios

Leo esta pasada semana en el bogotano diario El Tiempo que el comité de relaciones exteriores del senado norteamericano no tiene interés en adelantar la aprobación de la señora embajadora que el señor  presidente Biden ha decidió postular como máximo representante de su país  en esta tierra de Nariño y Caldas, con lo que se extenderá por más de dos años el tiempo que los Estados Unidos no tiene embajador en Colombia.

Una breve consulta de internet permite observar que la diatriba política interna norteamericana tiene acéfala la  representación de primer nivel de esa nación  en distintos países latinoamericanos, con las implicaciones que ello conlleva, no solo para Estados Unidos sino también para el país receptor y, porque no decirlo, para los competidores dispuestos a  ampliar su espacio de interés, como lo es China.

Un trabajo de febrero del año pasado de BBC Mundo afirmaba que, de los 21 países americanos con los que Estados Unidos tiene relación, solo había embajadores en 10 de ellos, vale decir, menos del cincuenta por ciento.  Mientras eso ocurre, China, con su accionar  va reduciendo el reconocimiento de Taiwan como república, al extremo que solo diez países de la comunidad internacional tienen vigente esa posición, siendo Guatemala una de las últimas que la varió favorablemente  al reconocimiento continental.

Así entonces, mientras Estados Unidos, aquí, en nuestro continente, por las diferencias internas que tienen atascado ese país entre republicanos y demócratas, ha descuidado absolutamente su presencia en su vecindario, los chinos siguen tejiendo relaciones en el mismo y haciendo inversiones que, nadie lo dude, les redituarán.

Así las cosas, en líneas gruesas, las políticas desarrolladas desde la Casa Blanca y el Departamento de Estado de la nación norteamericana para nuestro continente  pasó de América para los americanos al apoyo a gobiernos dictatoriales; siguió con la Alianza para el Progreso, la intervención en República Dominicana, Chile y Granada;  sustentó  el plan cóndor en el cono sur, apoyó la aplicación de la Carta democrática Interamericana para llegar hoy a  la actual política de conflicto partidario reflejada en la inexistencia de embajadores en más de la mitad de los países del continente con los cuales mantienen relaciones que, respecto cuando menos de nuestros países, les tiene –sino paralizados- cuando menos minimizado.

Ciertamente que, en la última reunión que sostuvieron en el Salón Oval,  el señor presidente Petro y el presidente Biden, el primero hizo mención en posterior declaración que pasó desapercibida, a una suerte de nueva política fundada en la citada Alianza para el Progreso cuyo contenido, cuando menos, no ha sido esbozado y que de aplicarse muy probablemente mejoraría la percepción que una parte de los habitantes del continente tiene respecto del accionar norteamericano.        

Pudiere afirmarse que la crítica que formulo es injusta proviniendo de un venezolano, sobre todo visto el apoyo que los distintos gobiernos del país del norte le han dado a la lucha que se ha desplegado por la democracia en mi país en los últimos 25 años. Ella, así lo creo, es la excepción de la regla. Respecto de nuestro país,  con aciertos y errores, ha habido, interés pero ello pareciere no reflejarse en todo el entorno de nuestro continente.

En política, como en todas las cosas de la vida, los espacios, alguien o algo los cubre, o sea, no hay espacios vacíos.
 
China, en silencio, de manera perseverante, amarra acuerdos y obras en nuestros países y lo hace bajo la dirección de una cancillería que tiene un objetivo estratégico, convertirse en el árbitro del mundo sobre todo en aquellas áreas geográficas que, su competidor natural, ha descuidado atender,  aprovechando así la circunstancia que la discusión partidaria interna norteamericana les impide asumir el rol que uno cree deberían tener por el origen democrático de sus instituciones y por el papel que jugaron en el mundo libre. 
  
Al paso que vamos, que no nos sorprenda en un futuro no muy lejano,  que en nuestras escuelas
- dado el avance de la actuación asiática-  tengamos que enseñar, en lugar de inglés, mandarín para que nuestros muchachos se relacionen con quienes están decididos a dirigir el mundo. 

Los países no tienen amigos, tan solo intereses. Los chinos están absolutamente claros en esto. Ese concepto que los norteamericanos habían desarrollado en función de sus propios objetivos, a la vista de lo que ocurre respecto de su representación en nuestros países, parecen haberlo olvidado.  

Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural

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FUENTE: >>Gonzalo Oliveros Navarro

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