El pasado 12 de diciembre, el Congreso de Colombia, gracias a la intervención del representante Miguel Polo Polo, abrió sus puertas para una audiencia pública en la cual el Estado, las entidades internacionales de atención humanitaria y organizaciones vinculadas a la atención de migrantes y refugiados en el país, explicaren sus impresiones sobre la situación de esa población en Colombia y lo relativo a los derechos humanos.
En esa audiencia, promovida por la fundación Refugiados Unidos, integrante de la bogotana Red Los Buenos Somos Más, de la cual Fundacion2Paises también forma parte, se me permitió exponer nuestra opinión respecto del tema que consideraremos conducente.
En atención a ello, me permito compartirles de seguidas mis palabras en ese escenario:
“¡Gracias!
Esa es la primera palabra que expreso en esta audiencia. Gracias a Colombia, su pueblo y su gobierno por recibirnos, por acogernos y por tratar de integrarnos.
No es fácil en ninguna casa de familia recibir a un visitante por largo tiempo y mucho menos por tiempo indefinido. Colombia y ustedes, los colombianos, lo han hecho con nosotros los venezolanos y eso, en nombre de todos y cada uno de nosotros, esos que salimos de nuestro país en búsqueda de proteger nuestra vida o buscar el progreso que en nuestra tierra se nos negó, hoy lo agradezco.
Colombia ha tratado de construir en los últimos siete años políticas de integración de nuestra migración. Lo ha hecho con sus mejores cerebros y trayendo al país a las personas más versadas en tema de migración y refugio; esta audiencia, como ha ocurrido con otras, complementa esa ecuación, permite a los migrantes y refugiados opinar y proponer, pues a eso hemos venido y ello también lo agradecemos.
El migrante o el refugiado venezolano no vino esta vez a Colombia de turismo. Llegó aquí obligado por las circunstancias de nuestra tierra, por un error que, vista las circunstancias, cometimos en una noche decembrina hace ya 26 años. Esa persona que aquí llega, si es refugiado por asuntos políticos, tiene como objetivo primordial resguardar su vida.
Lo hizo también porque compartimos el mismo idioma, la misma religión, las mismas costumbres, la misma música. Porque para nosotros en Caracas, Maracaibo, Mérida, Puerto La Cruz o Margarita, un colombiano es uno mas de nosotros, lo que queda de presente con la inmensa cantidad de retornados de nuestra patria a la tierra de sus padres y abuelos.
Pero también hemos llegado aquí por razones económicas. De allí que el factor seguridad y el económico tengan un elemento común que los enlaza. La necesidad de la identificación, canal este que es de doble vía, pues obviamente nos facilita nuestra estancia en el país, pero adicionalmente, la plenitud del sistema les da seguridad a los colombianos.
Colombia debe saber quién llega a esta tierra de Nariño y Caldas; que sabe hacer y que puede aportarle a quien le recibe. Para ello es menester identificar al migrante. Ello es posible con la persona que al país entró sellando pasaporte en los puestos de Migración Colombia, mas acontece que, buena parte de los venezolanos que a esta generosa tierra llega, no tiene esa condición migratoria por distintos motivos, las mas de las veces imputables al gobierno de Venezuela y sus políticas.
La identificación es la mejor política contra la xenofobia pues quien tiene condición de regularidad y se le permite trabajar, no competirá contra el nacional por los mismos puestos de trabajo con ventaja, sino que ambos deberán recibir la misma remuneración en función de sus competencias y habilidades, lo que no ocurre con el irregular pues con este, el empresariado que les contrata, en ocasiones, valiéndose de la irregularidad migratoria, le remunera menor, beneficiándose económicamente sin duda, pero perjudicando al colectivo con ello pues quien no está en condición regular, no cotiza ni paga impuestos como correspondería a quien si lo está y además, lo reitero, compite en ventaja con el nacional del país.
La identificación del migrante permitiría al Estado colombiano, al conocer las competencias de aquél, redireccionarlo al departamento del país donde sus habilidades y competencias sean mas requeridas, potenciando con ello el desarrollo regional.
El problema de la identificación del migrante irregular ha sido enfrentado por las distintas administraciones del país desde el año 2017 cuando, una sentencia de la Corte Constitucional, de febrero de ese año, ordenó afrontar esa situación.
Desde ese año, los tres ocupantes del Palacio de Nariño han emitido normativas tendentes a afrontar la misma; así, la del presidente Santos, regularizó a los migrantes que en el país se encontraban al 1 de junio de 2018; la del presidente Duque hizo lo propio con la ceración del PPT hasta mayo del 2023 y también lo ha hecho, lamentablemente en menor medida, la gestión del señor presidente Petro pues este, hasta la fecha, solo ha ordenado la implementación del PEP TUTOR y la visa V Visitante Especial, recién aprobados, medidas estas que solo permitirán regularizar a un muy limitado número de migrantes venezolanos. Esta es, en tal sentido, una magnífica oportunidad para hacer esa respetuosa observación y un comedido llamado al gobierno nacional, para que amplíe el espectro de beneficiarios de esas medidas pues ello, así lo reitero, es una decisión favorable para todos.
Señores: Para los venezolanos sería extraordinario que Colombia construyera el mejor sistema migratorio del siglo 21.
Que Colombia se convierta en la referencia mundial de atención al migrante; que no tengamos que ir de aquí a Alemania, Francia o España para observar lo que ellos hacen, sino que desde todas partes de nuestro planeta aquí lleguen para observar lo que, colombianos, extranjeros y venezolanos ayudamos a construir para ejemplo mundial.
Esa es la tarea que todos los venezolanos aquí presentes estamos dispuestos a hacer para orgullo de Colombia, su gente y también, nuestro gentilicio; pero adicionalmente, esa es la política pública que Colombia podrá ofrecer mañana a Venezuela, cuando las circunstancias internas de nuestro país cambien y por las exigencias del progreso que vendrá, debamos recibir a todo aquél colombiano que quiera contribuir con nuestro progreso.
Cierro con esto:
Entre nuestros dos países no hay fronteras. Hay, en palabras del señor obispo de la Diócesis de Cúcuta a quien se la escuchamos en los primeros días de agosto de 2017 cuando aquí llegamos a solicitar refugio, “una línea de tiza que los pies de los viandantes borran”. Hoy estamos aquí, mañana -Dios lo permita- allá y pasado a ambos lados de la misma, coadyuvando al progreso de lo que ya son para muchos de nosotros, nuestros dos hogares.
Muchas gracias”.
@fundacion2pais1 @barraplural
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FUENTE: >>https://www.gacetaregional.com/sitegr/palabras/
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