Venezuela no es ni Países Bajos ni Francia. Venezuela es, hoy por hoy, el infierno. En nuestro país está instalada como una garrapata una despiadada dictadura de criminales y asesinos que aprovechan cualquier oportunidad para encerrar o hacer desaparecer a miles de niños, viejos, adultos y lo que se atraviese en cuanto asoman la nariz para reclamar por el fraude electoral de Maduro del 28 de julio.
Entonces, yo me pregunto: ¿para qué pintar como objetivo del régimen a toda Venezuela? ¿Para qué los atrapen y metan presos todavía más rapidito de lo que ya lo están haciendo? ¿Para qué, en vez de dos mil detenidos políticos, cuadruplicar o quintuplicar esa cifra?
¿No es suficiente con que ese régimen tenga a casi 23 millones de seres humanos atrapados en la oscuridad, la falta de agua, la imposibilidad de conseguir un trabajo digno, el no poder comprar suficiente comida y mandar a sus muchachos al colegio? ¿No es suficiente que toda Venezuela esté en las manos de Diosdado Cabello?
Yo pienso que en este momento Venezuela no necesita de manifestaciones multitudinarias, ni tampoco de manifestaciones inteligentes de protesta. Venezuela y el mundo tiene más que claro que el país completo, la nación de adentro y también la que está regada por medio mundo, estamos en Modo de Protesta. En rechazo, en completa y absoluta arrechera en contra de un régimen tracalero, cobarde, corrupto y, por encima de todo lo demás, inepto.
Yo creo que es el momento, el tiempo perfecto, para poner la bandera nacional al revés. Izar en todos los rincones del mundo el tricolor nacional patas «pabajo». Voltearlo. Hacer de nuestra bandera nacional el símbolo inobjetable de reconocimiento en todo el planeta, que expresa a todo un país pidiendo a gritos auxilio.
Porque Venezuela es un barco secuestrado por unos piratas sin escrúpulos, portadores de una infame peste. Que Venezuela está controlada por una chusma que es portadora de una enfermedad mortal y contagiosísima. Un virus social incurable: el narco-régimen del siglo XXI.
Es tiempo, es la hora nona de que Venezuela pida y reciba auxilio. De afuera. De donde venga. De sus hijos y de todos los hombres y mujeres que crean y que realmente estén comprometidos con la libertad del ser humano. Activemos centros de donación. Usemos la infraestructura social que ya existe para enviar dinero a los más necesitados en nuestro país. Apoyar a los familiares de los presos políticos, A los pensionados y jubilados. A los testigos electorales. A los que bajaron el 28, 29 y 30 de julio.
Hoy, ahora, mientras llega la ayuda que tiene que aparecer, apoyemos con plata a la Venezuela empobrecida. A la Venezuela ranchificada por aquellos hampones. Hagamos de la solidaridad algo mucho más útil que los meros ejercicios de “boquilla”. Para que la gente, nuestra gente, atraviese diciembre. Que puedan hacer la cena navideña. Para llevarlos a enero con las pilas y los estómagos llenos. Y prepararnos para el 10 de enero de 2025.
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FUENTE: >>https://venezuelaredinformativa.us/voltear-la-bandera-nacional/
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