¡Esa es “una” en un millón! Muchos, muchísimos países y economías tienen sus planes de contingencia ante las acciones arancelarias de América o como ellos mismos llaman, sus “contramedidas”. Pero muy por el contrario Venezuela, Nicaragua y Cuba con lo único con que cuentan consiste en el mantenimiento del control de “unos pocos, para continuar jorobando a pueblos enteros”.
En eso sus regímenes llevan muchos años haciendo el mal, ante el silencio cómplice de Occidente y la apuesta de lograr una cuña siniestra por parte de Rusia, China e Irán en un espacio santuario que una vez fue zona de influencia de norteamericana.
Mientras el planeta busca reacomodarse a las acciones de Donald Trump, el régimen en Venezuela juega agazapado esperando el banquete de la carroña que aquellos bichos dejen en el camino. China y Rusia están convencidos de que, luego de acabar con los Estados Unidos de Norteamérica, se van a repartir los pedazos de aquello que quede. Dado por descontado que la Unión Europea pareciera que tiene tantos problemas consigo misma, con la Ucrania de Zelensky, con la renovada amenaza de una Rusia que trata de rehacerse como imperio, que solo puede mirarse su propio ombligo y con muchísima dificultad.
Igualmente pienso, y lo digo sin que me quede nada por dentro, que el asunto migratorio de Estados Unidos, así como el tema relacionado con la reducción del gasto de la administración Federal que se ha venido expresado en el despido de cientos de miles de funcionarios públicos y en la reasignación de los gastos de defensa dentro de la OTAN, por ejemplo, son apenas una capa más de la cebolla que se está tratando de caramelizar en este país.
Por eso, para mí, los dados están echados. Ya salieron del cubilete y están muy próximos a chocar en la mesa desconchada de la realidad choreta del patio trasero de Estados Unidos.
Tan peligroso, tan siniestro y lleno de minas solo mata gente como lo puede ser el Oriente Medio para el Estado Hebreo de Israel. En las pasadas dos oportunidades en la historia de este país en que se asumió el aislacionismo como política de relacionamiento con el resto del mundo, en Venezuela las cabrias petroleras todavía eran de madera. Eso fue hace mucho, muchísimo tiempo. Nosotros, en Venezuela, entramos al siglo XX cuando se comenzó a comercializar nuestro petróleo.
Hoy, muy por el contrario, drones, cohetes, fuerzas armadas ocultas que sustentan a la dictadura de Maduro, lo mismo que un régimen fanfarrón y muy bocón, hacen insostenible su propia existencia con la Norteamérica que está en plena ebullición. No son compatibles. Solo un pequeño mar nos separa. Estamos más cerca de lo que les conviene.
Las fuerzas siniestras y enemigas de este país que forman parte de quienes ocupan y dan sustento militar a los rufianes del siglo XXI se encuentran a escasos minutos de instalaciones militares de EE.UU., del Canal de Panamá y de la Costa Este de este país. Y esas cortas distancias, con personajes realmente peligrosos, no gustan pero ni un poquito. Queda ver si todo esto que acabo de contar lo deseo y solo lo quiero creer. ¿Estaré afectado por mis ganas, mi imaginación y mi fe en la Bondad de un Dios Infinito que, igual que muchos de nosotros, nos hace pedirle de rodillas poder ver otra vez a nuestro país, Venezuela, libre y sin la pesadilla de aquella gente acabando con la vida de nuestro pueblo?
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FUENTE: >>https://venezuelaredinformativa.us/sueno-de-una-noche-de-verano/
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