La primera reunión es obvia.
Su anfitrión ocupa el Palacio de Miraflores y es, no solo quien dirige los destinos del país sino también aspirante a reelegirse. Con él seguramente trató asuntos de Estado coordinados por las respectivas cancillerías pues, relaciones comerciales hay y es interés de ambos ampliarlas, así como cualquiera otro asunto que requiera la opinión presidencial, probablemente previamente discutido por ambas cancillerías. Lo sorprendente -para algunos- fue la elección colombiana de la persona que fungió como interlocutor por la oposición venezolana, el gobernador Rosales.
Sostienen los sorprendidos que esa reunión debió tenerla con María Corina Machado pues, a su juicio, al ser ella producto de la primaria del 22 de octubre pasado, quedó constituida en el referente opositor del país.
Entiendo sin embargo que, para que esa reunión con el gobernador Rosales se produjere, el personal de la embajada colombiana le transmitió a su cancillería cual es la situación fáctica de la referida candidata, las medidas adoptadas por el gobierno venezolano para impedir su postulación y la de su sustituta y alguna otra información de primera mano que soporte la reunión celebrada pues un presidente, uno entiende, no está para perder el tiempo y de seguro, aún por la importancia nacional del Estado Zulia, la circunstancia que el gobernador Rosales dirija esa entidad, no explica a nuestro juicio esa reunión y menos aún, justificándola bajo la premisa que se celebró con uno de los principales factores de oposición.
Bajo esos supuestos, la reunión con el citado dirigente opositor no tuvo por objeto demeritar a otro de su parcela, sino escuchar -de viva voz- de quien a juicio del gobierno colombiano tiene la posibilidad de sustituir al señor Maduro, sus opiniones respecto de lo que haría, de llegar a Miraflores, en atención al aspecto económico, a las medidas que adoptaría para minimizar la migración y las que un eventual gobierno suyo tomaría respecto de funcionarios o partidarios del gobierno saliente.
Así entonces, para Colombia, así lo considero, la reunión no desconoce la votación recibida por María Corina el 22 de octubre sino que, a juicio de la embajada en Caracas y la cancillería colombiana, ellas le permiten armar su rompecabezas respecto de lo que en la óptica al día de hoy del gobierno colombiano, es posible que ocurra en Venezuela el próximo 28 de julio de ganar una u otra opción.
Bajo los parámetros descritos, cuando menos respecto de Colombia, la segunda reunión tiene un mensaje implícito que algunos deberán evaluar.
Guste o no a una parte del electorado venezolano, la política más que un asunto de consignas y voluntarismos, lo es de realidades y esa fue, en la óptica colombiana, la que motivó la segunda reunión, de allí que la crítica fundada en simpatías derivadas de resultados legítimos pero a la fecha imprácticos de la elección de octubre, a la luz de la posición colombiana, son irrelevantes.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural
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FUENTE: >>Gonzalo Oliveros Navarro
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