Por Omar González Moreno
En la lucha por la libertad y el respeto a la voluntad nacional, la traición se presenta como una de las sombras más tóxicas y deshonrosas para cualquier venezolano y mucho más para quienes se hacen llamar "dirigentes".
Cuando aquellos que han alzado su voz en oposición a un régimen opresor, corrupto y violador de los derechos humanos, como el de Venezuela, comienzan a cambiar de rumbo, aceptando chantajes o prebendas a cambio de complicidad, el eco de su traición resuena profundamente en el corazón de quienes alguna vez creyeron en ellos.
Ciertos personajes de la micro-fauna politica venezolana han sido los que, en un principio, defendieron los ideales de democracia y derechos humanos, marchando junto a sus compatriotas y prometiendo un cambio.
Y ahora, cuando María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, han levantado un poderoso movimiento social que con certeza desalojará del poder a Maduro y sus cómplices, aparecen estos renegados haciéndole el favor al régimen planteando "pasar la página" de las elecciones presidenciales del 28 de julio y llamando a la "normalización"
Da la impresión que la tentación del poder y las ofertas del criminal regimen de Maduro han seducido a algunos, quienes, en vez de permanecer firmes en su compromiso con el pueblo venezolano, han optado por el camino de la conveniencia.
Esta elección, lejos de ser una estrategia pragmática, se convierte en una herida abierta, tanto para sus compañeros leales como para las generaciones que sueñan con un país libre.
La deslealtad de estos sinvergüenzas disfrazados de “opositores” se traduce no solo en la pérdida de confianza, sino también en la desilusión de quienes algunas vez creyeron en sus mentiras.
Las promesas incumplidas y las alianzas oportunistas crean un clima de desconfianza hacia ellos, sin mucho daño por cierto, porque quedan al descubierto como los judas del proceso político venezolano que se vendieron.
La historia nos enseña que, a pesar de ese tipo de felonías, la inmensa mayoría de los venezolanos permanecen firmes en sus principios y siguen alzando su voz por la verdad y la justicia, sin importar las amenazas, las deserciones y mucho menos las tentaciones del poder.
Ellos son los verdaderos héroes, aquellos que, incluso en el engaño de los tóxicos de la politica, mantienen encendida la llama de la esperanza.
En un país donde la lucha por la libertad es un camino arduo y peligroso, es vital recordar que la autenticidad y la lealtad son los cimientos sobre los cuales se construyen las sociedades justas.
Solo a través de la honestidad y el compromiso genuino con los ideales se avanza hacia un futuro donde la traición no tenga cabida y la dignidad sea el legado que dejemos para las futuras generaciones.
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FUENTE: >>Omar González Moreno
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