¿Será que son algo más que sospechas?
América otra vez se está aliando estrechamente con Rusia para enfrentar como sea a su gran rival, China. Yo no creo estar incurriendo en ninguna indiscreción cuando hago referencia a la movida de mata internacional que está recibiendo el Partido Comunista de los Trabajadores de China, en buena parte de los rincones más insólitos del descalificado, por el presidente Truman, «patio trasero» norteamericano.
Panamá, por ejemplo, que llevaba años coqueteando con Fu-Man-Chú con su Ruta de la Seda, su ampliación bien choreta del Canal Interoceánico y los espacios que ya estaban reservados para establecer un par de bases “humanitarias” en la entrada de cada uno de los océanos, ya es historia.
La doctora Sheinbaum de México, otra muestra, que quería tener acoquinado a este país a cuenta de sus amoríos con China, le salió el tiro por la culata. En lo inmediato lo que les sale a los aztecas son aranceles nuevos, revisión del Tratado de Libre Comercio y la posibilidad, bien cierta, de que la NISSAN sea la primera industria-maquila-automotriz que opera en México que se le mude con todo y sus peretos a los nuevos Estados Unidos VIP que ofrece el presidente Donald Trump.
Honduras, lo mismo. Ya su presidenta no habla de la base norteamericana con la cual quería hacer chantaje. Se tragó a sus deportados y agachó la cabeza. En este momento, los chinos, ni se muestran en esta parte del mundo, no sea que hasta les revoquen los papeles de identidad falsos que el régimen de Venezuela les ha vendido a cambio de convenios y de buenos dólares.
Y capaz que hasta les cierren los restaurantes, finalmente, por órdenes de la sanidad.
Y, justamente, es en Venezuela donde se puede apreciar en todas sus formas y expresiones la sacada de alfombra que le han practicado a los chinos en esta parte del planeta.
Prácticamente todas las concesiones y acuerdos mochos, sin pies ni cabeza, que tenía el NARCO-RÉGIMEN de Venezuela con los asiáticos están pasando aceleradamente a manos de compañías petroleras y gasíferas norteamericanas.
Así, sin aviso ni protesto, el nuevo “mejor amigo del régimen ilegal de Caracas”, el Departamento de Estado de este país, está jugando al monopolio de los hidrocarburos. Y como si del juego de mesa se tratase, ya tienen con casitas y hoteles montados en sus nuevas propiedades tres de las cuatro cuadras que posee el tablero.
La verdad es que los hidrocarburos de Venezuela no deben ser tan malos, ni tan escasos, cuando Norteamérica ha volteado a casi toda su industria y sus principalísimas compañías a nuestro país para producir petróleo y gas.
Así, el régimen de Miraflores cada día que pase se hace más rico y muchísimo más poderoso de lo que alguna vez soñaron ser los rufianes del siglo XXI. Robándose a manos llenas el patrimonio que nos pertenece a todos. Un imperio de “esa” naturaleza es, definitivamente, lo mejor que le puede haber pasado al triunvirato de los estupefacientes: Maduro, Padrino y Diosdado.
¿O será que todo eso es “mientras tanto”? ¿Mientras se perfora, se emulsiona y se bombea el crudo y el gas de Alaska hacia la Costa Oeste de este país? ¿Cómo acá en América hay tanto y tanto crudo, y no necesitan el de nadie? ¿Quién sabe?
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