En este país sí que se toman en serio el delito de difamación. La honra de un individuo, el buen nombre de una persona, aun mucho más si es representante o senador ante el Congreso de Washington, debe ser sagrada.
Si algún personaje de cualquiera de las Cámaras Legislativas de este país es atrapado en mentiras o ha recibido sobornos, pagos o “regalos” cuyo origen sea ciertamente confirmada su proveniencia de potencias extranjeras, directamente o a través del sistema de lobby con que funcionan los instrumentos de presión de agendas en Estados Unidos se mete en la mamá de los líos.
Y muy en particular, si el asunto está relacionado con gobiernos que atenten y afecten la vida ciudadana de este país. En un caso como ese, quien incurra en ese delito no solo puede dar por perdida su carrera política, sino su misma libertad.
Para nadie son un secreto los múltiples esfuerzos en dinero contante y sonante, oro, diamantes y criptomonedas que algunos miembros del Congreso Federal norteamericano han recibido del NARCO-RÉGIMEN venezolano, del cual da la cara su capo, Nicolás Maduro.
Insisto: son demasiados años de conchupancia y tolerancia pasiva de muchos personajes de dentro de la política de este país para que muy pocas personas hayan reparado sobre las espantosas acciones que ha venido llevando a cabo el régimen de Venezuela en los últimos 26 años en contra de este país.
Pues todo hace parecer que durante las tres últimas administraciones federales de Estados Unidos, las fuerzas armadas venezolanas, los poderosos capos con sede en México y Honduras han tenido que ver con la entrada de miles de toneladas de drogas que han venido asesinando ciudadanos norteamericanos en las calles de este país.
Lo mismo que el acceso de también cientos de miles de inmigrantes ilegales y bandas organizadas por estados como el venezolano para desestabilizar las calles de América, que han pasado a este país con completa libertad.
Lo mismo que la convivencia y tolerancia con los coyotes mexicanos, carteles y mafias dedicadas al abuso de las necesidades de trabajo y algo de prosperidad para miles de hombres y mujeres asolados por la pobreza dentro de sus propios países, que llevan años traficando con seres humanos.
Eso hace pesar que la poderosísima, y con muchísimos recursos, larga mano del Cartel de los Soles hecho régimen político en Venezuela, ha contado con un total y completo apoyo por parte de personajes influyentes e individuos responsables de las instituciones clave que supuestamente deberían formar parte del primer nivel de contención de este país.
No podemos chuparnos el dedo: esos “apoyos” consisten, muy en especial en este momento, en insistir en desestimar la peligrosidad que significa para América y para el Hemisferio Occidental las relaciones del régimen de Caracas con la guerrilla colombiana de Gustavo Petro, con Rusia, con China y con los peligrosísimos agentes de Irán: Hamas y Hezbollah. Así como todo lo concerniente a la producción y tráfico de drogas a la sombra de las fuerzas armadas y del más alto estado dentro de régimen de Caracas. Porque, de todas maneras, dos más dos siguen siendo cuatro.
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FUENTE: >>https://venezuelaredinformativa.us/se-cuenta-y-no-se-cree/
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